Desperado I/II

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Escribí este capítulo con "The light behind your eyes" de My Chemical Romance. Si la escuchan, notarán que le queda perfecto.

Desperado: término usado para designar una pieza que se sacrifica insistentemente para forzar las tablas, normalmente, por jaque continuo o ahogado.


Tenían dos cuadros de Ari, un medallón con la versión reducida de su retrato. Draco fue el último en deslizarse fuera de la pintura, agrandándose al dejar atrás el efecto de la magia. Trastabilló al poner un pie en la oficina de McGonagall, Neville intentó sostenerlo. Harry habría hecho lo mismo de no estar bajo el agarre imposiblemente fuerte de su madre, que como predijo, estaba más que sólo histérica.

Lily consideró sacarlo de ahí. Llevarlo con su tía muggle, dejarlo en la habitación de su primo, hasta que todo hubiese terminado. No paraba de preguntarle si estaba bien, si le hicieron algo. James sólo comprobó su estado con un hechizo; aunque las manos le temblaron cuando le revolvió el cabello, le dijo que estaba feliz de que estuviese bien.

Lo querían tan lejos de ahí como fuese posible. Y Harry amaba a sus padres, pero no iba a ceder con algo así.

Ella debió darse cuenta, por la manera en que se sacudió para zafarse de su abrazo, y le ofreció una mano a Draco. El niño-que-vivió meneó la cabeza y juró estar bien con una señal, su voz cada vez más débil frente a la mitad de la Orden, la directora y el resto de los profesores. Podría jurar que tuvo que abstenerse de esconderse detrás de él. Aun así, Harry le colocó un brazo al frente e hizo de muralla entre el resto y él.

Notó que su madre lo veía con resignación afectuosa.

—¡¿Es verdad?! —Alguien más entró a la oficina como un torbellino, seguido de otros. Empujó magos y brujas por igual para abrirse paso— ¡¿es verdad que están...?! ¡Draco!

No se apartó del camino de los Gryffindor porque quisiera. Fue, más bien, una cuestión de supervivencia. En un parpadeo, Hermione y Ginny se abalanzaban sobre Draco, arrancándole un quejido estrangulado por el dolor, que sólo servía para alertarlas más. Ron le dio una palmada en el hombro. Poco después, Blaise se acercaba también para revisar que no tuviese heridas y maldecía de formas que incluso a él le sorprendieron, cuando se fijó en sus ojos. Luego halló a Neville, sentado a unos pasos desde la llegada del resto, y su rostro empalideció, a medida que identificaba la sangre que le cubría los brazos y la cara, de pequeños y molestos cortes.

Todos hablaban a la vez, había demasiadas preguntas, pocas respuestas. Alguien mandaba a llamar a los Aurores para que fuesen a un lugar del que nunca había oído, otra persona decía que era por la carretera de una tal Anna, una bruja desaparecida la noche anterior.

Resultaba que sólo estuvieron una noche con Voldemort. Harry habría asegurado que se sintió como una vida.

Más preguntas, demasiadas conjeturas. Las chicas gritaban. Cuando vio en la misma dirección que ellas, notó que Blaise volvía a maldecir, le sujetaba el rostro a Neville y lo besaba, hasta que McGonagall tenía que carraspear para recordarles su presencia.

Porque existía un muro de Gryffindor entre ambos, fue Ron quien se dio cuenta, en lugar de Harry. Les dijo que le diesen un momento, mientras Draco se apoyaba en él. Sus ojos estaban desenfocándose, de nuevo.

Ninguna época, de acuerdo a lo que dirían los cuadros de los directores después, había visto una oficina tan caótica. Cuando Regulus se abrió paso, sin importarle ser visto en su forma humana, lo hizo para lanzarse sobre Draco y abrazarlo con tanta fuerza que tuvo que gritar para que le dejase recuperar el aliento.

Juegos mortalesWhere stories live. Discover now