Capítulo 5: Enemigo cerca.

102 22 27
                                    

"Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso! Ezequiel 37:10"

Este día Samantha ha tenido presente el versículo en su mente más de la cuenta. Es su fuente de poder y recordarlo le es indispensable, sin embargo, en esta ocasión, hay preocupación al repetirlo una y otra vez. Parece ser un anhelo desesperado por implantarse hasta las tildes en su mente. Lo hace con temor, como si algún día su poder fuera a desaparecer.

- ¿Puedo saber que hice para que me ignores?- pregunta Murrah desde la entrada del cuarto.

Vaho mira por la ventana, está perdida en sus cavilaciones y se ve realmente abatida.

- Tú no has hecho nada, soy yo la del problema -

Yeison se inquieta, deja la puerta para presentarse ante la joven.

- ¿Has pensado… que alguna vez tu fuerza puede agotarse?- habla Vaho con un tono de angustia, Murrah intenta comprender la pregunta- si estas en batalla y el enemigo es más fuerte, quieres pelear y el poder que te ha dado Dios no está, te hieren y no puedes resistir al ataque-
- Sami, si te refieres al combate, Jonathan es mi amigo; tú sabes que es su naturaleza, la mía también. Jamás nos haríamos daño-
- ¡Yo se!, y no es él quien me preocupa, es el enemigo, él no tendrá compasión de ti, ni de mi, ni de nadie-
- Mayor es el que está con nosotros, Sami no podemos olvidar quien es nuestro Dios, y tampoco podemos negar quienes somos… Yo, provengo de los búfalos, la fuerza de Dios está en mi, en mi familia-
- ¿Y qué si esa fuerza se va?- se exaspera Vaho.
- No entiendo, ¿por qué Dios me quitaría su fuerza? -
- No lo sé, tal vez no lo haga, tal vez el problema seas tú que no la recibas, tal vez pierdas la fe y cuando quieras usar tu poder no funcione porque has dudado y tengas que ver como muere alguien que quieres porque no creíste en tu poder y en Dios- Vaho comienza a llorar desconsolada.

Yeison entiende lo que ocurre. Las angustias de Sami tienen su origen en el pasado. Dos años atrás su padre fue atacado por una criatura de enfermedad, el nombre común para estos seres de las tinieblas es wasser; tienen una apariencia externa antropomorfa asimilandose a la de un humano, pero cuando mudan a su aspecto original se convierten en una consistencia viscosa casi líquida que les permite adoptar cualquier forma. El wasser aprovechó la oportunidad para acercarse al padre de Vaho, desprendiendo una parte de su cuerpo, entró en el soldado por el oído y viajando hasta el cerebro, lo hirió con un tumor en la cabeza. La mansión se mantuvo al pendiente de su caso enviando a los que tenían el poder de sanidad.
Vaho se ocupaba de él, día tras día soplaba sanidad sobre su padre para mitigar la enfermedad, no obstante, no se veían señales de mejora. Transcurrido un tiempo la situación fue caótica, el tumor creció y el hombre terminó en cama inconsciente. Samantha estaba asustada, se negaba a perderlo, oraba repitiendo como siempre su fuente de poder y soplaba hálito de vida sobre su progenitor. Una pregunta la acompañó desde esos días, ¿por qué su poder no funcionaba?
Finalmente el hombre falleció pocos días después. La escena fue dolorosa, Vaho oraba entre lágrimas.

- ¡Vuelve a la vida! , ¡Por favor! , ¡En el nombre de Jesús vuelve a la vida! -

Sopló con desespero pero todo fue inútil, papá se había ido para siempre.
Desde entonces un sentimiento de inseguridad se albergó en Vaho, cada vez que usaba su poder temía a que no ocurriera nada, y si era así, tal vez era una señal de que no era apta para portar tal don. No volvió a tocar el tema, se guardó sus preguntas.
La muerte de su padre no es el único problema, también está la situación con su madre, una mujer esclava de la amargura que no ha querido rendir su vida a Dios, vive en la ciudad sumergida en su dolor. Samantha ha hecho de todo para salvarla, no obstante, los esfuerzos no han funcionando. En los últimos meses la joven ha optado por no hablar con ella, hace mucho que no sabe de la vida de su madre.
Con todo esto, Sami ha tenido muchas batallas en cuanto a su fe. Claramente no ha abandonado la mansión y tampoco a Dios, de hecho, descansa en él y lo ha conocido como Padre consolador. El problema con Vaho no es que no tenga cercanía con Dios, el asunto son las motivaciones ocultas al momento de relacionarse. No quiere sentirse indigna, no se permitirá "fallarle a Dios" una vez más con su poder. La joven se aferra a la absurda idea de que si su habilidad no sirvió con su padre fue porque no llevaba una vida totalmente integra. Fue así como se propuso vivir para agradar a Dios en todo, su caminar diario se convirtió en cosas prohibidas y aceptables, una relación para ganar puntos. Con el tiempo se acostumbró y cree que eso es amar a Dios.

NxtWave: El ejército de la montaña. Onde histórias criam vida. Descubra agora