Capítulo 23: El pilar supremo.

41 14 6
                                    

Es innegable la irrupción de la oscuridad en la montaña. El ejército entero sufre las consecuencias de los recientes atropellos. La incertidumbre desata un sin número de pensamientos intentado dar respuesta al porvenir de la mansión. Los más optimistas resisten en la fe manteniendo su esperanza de superar la crisis, se aferran a las promesas y con una pasión inexorable se atreven a luchar por los propósitos establecidos. Por otro lado, la firmeza de un gran número de soldados se tambalea y la constante es inclinarse hacia el dominio de las emociones; dando con ello lugar a la queja y al desánimo, así como al desprestigio de los líderes.
La partida de los leones está a un día de efectuarse. El suceso crea un ambiente de revolución, corazones alterados que no soportan una pérdida tan significativa. Es un asunto de no creer, ¿En qué momento se había quebrantado el orden? Todo parece un mal sueño del que no se logra despertar.
El General Corson se pronuncia ante la comunidad. No hay que darle cabida a más especulaciones, es necesario enviar un mensaje disipando los temores. Es un instante donde cesa toda actividad para poder atender al anuncio, los guerreros se acercan a donde quiera que se localize una pantalla y escuchan la exhortación de su líder que los invita a no abandonar las armas espirituales. El comunicado se extiende a los soldados que están en la ciudad.
Aquella elocuente intervención es un llamado a la guerra. El ejército recibe las palabras con ánimo, sin embargo, no faltan los apuntes de unos cuantos retractores que han perdido la confianza y que ahora se encuentran cegados por la rabia.
El General hace mención de los ya conocidos hábitos de batalla, es de suma importancia que en días como los que se están viviendo no se olviden la alabanza y la gratitud como recursos para confundir al enemigo. De igual forma se tiene que profundizar en la palabra y declarar sus verdades por encima de las circunstancias, la oscuridad no puede nublar el poder de las escrituras.
Pero sin duda lo que más está fracturado y que es en lo que el General Corson hace especial énfasis es la oración. No es la primera vez que se expone el tema pero dados los últimos hechos debe ser recordado el poder que el ejército tiene en su boca.
Desde que inició la mansión Dios había hablado, el General Corson conoce que la base fundamental para mantener en pie la obra en la montaña es la oración de la comunidad.
Existe un grupo comisionado de guerreros denominados intercesores. Su labor es vital y su habilidad una de las más preciadas, ellos no se presentan en un enfrentamiento físico, no obstante, si están encargados de combatir desde la montaña. Cada escuadrón cuenta con cinco o seis de ellos y el colectivo de todos vela por los asuntos de la mansión. Son los primeros en recibir la notificación de una misión, inmediatamente realizan el protocolo de batalla; cierran las puertas de sus recintos y sus labios se desatan en favor de sus camaradas en la ciudad. Con el clamor al cielo elevado, Dios tiene parte en la batalla. El poder de lo alto se derrama en cuanto los intercesores lo piden.
De la misma manera cualquier problema que surge y que compromete a todos en la montaña tiene que hacérsele saber al equipo de intercesores, su oración permite el mover de Dios para conseguir el triunfo.
El llamado de los intercesores es claro, ellos entregan sus vidas para cumplirlo, no obstante, su operación en la mansión no exime al resto de la mansión de la oración. Todos y cada uno están obligados a cultivar una comunicación cercana con Dios a través de la oración, así su propósito es revelado, sus poderes emergen y su carácter es moldeado.
Y no es que sin la oración no pueda hacerse nada, es más bien una declaración de dependencia del ejército a Dios, una forma de recordar que gracias a él se obtiene la victoria. Toda misión es un trabajo en conjunto donde se involucran varias partes en la montaña y la ciudad al mismo tiempo; diakrinos diseñando estrategias de ataque cuando la complejidad de la misión lo amerite, si se requiere la ayuda de un programador para deshacer la seguridad de algún lugar intervienen los guardianes del sonido, con la desaparición de Sound Wave varios de ellos se han visto obligados a sustituir al hacker; por otro lado, ya en el campo de batalla, cada uno de los guerreros hace el despliegue de sus habilidades mientras que los sanadores están allí por si alguno llega a quedar herido. Si fuera tan solo temas de estrategias y acciones de ataque, la mansión puede llegar a confiar más en su propio trabajo y dejarían a un lado a su creador; la oración obliga a recordar quien es Dios y quien es el ejército.
El problema latente en aquel momento es precisamente el descuido de los guerreros con la oración. Las adversidades que están enfrentando los han desviado y de sus labios brotan palabras de angustia, tristeza y derrota. Algunos que son constantes tienen claro la solución y hacen oír su declaración de victoria, los más fieles son claramente los intercesores, no se han dejado amedrantar y han clamado con más fuerza; Aún así, no es suficiente, cada persona en la montaña tiene que regresar a la base, Dios está al pendiente del llamado de su ejército.
Lo más terrorífico de todo es el peligro que se les avecina y que está próximo a llegar. Y es que están ignorando por completo el asunto, su seguridad está quebrándose poco a poco, la muralla que rodea la mansión se agrieta cada vez más y falta un mínimo de tiempo para que las criaturas infernales tengan paso libre. El muro protector está construido con la oración del ejército, el clamor de los pocos que perseveran no es suficiente para sostenerlo.
Las insistentes palabras del General incentivan a la comunidad, el hombre confía en que ha sido lo suficientemente influyente para despertar al ejército.

Un par de horas después, el General Corson reflexiona en su oficina. Tantos años dirigiendo la mansión, cada año surgen nuevos retos y en todos él ha actuado con astucia, el aprendizaje que adquiere después de cada experiencia lo demuestra con su manera de dirigir en la montaña. Las raíces de su fe son tan profundas que ninguna de las terribles noticias escuchadas últimamente podrán desenfocarlo. Él sabe que Dios mueve las aguas y aunque sí hubo consternación en un principio, rápidamente se paró sobre la situación y creyó en lo nuevo que aquel al que servía traería.
Esa es su petición en este momento, inclina su corazón para encontrar claridad, busca de forma desesperada una revelación de lo que viene.
De pronto el General abre sus ojos y su reacción revela que algo no anda bien, su visión no ha fallado, sin embargo, parece que lo se halla ante sus ojos no es bueno. El hombre está fijo en su silla con una lamentable mirada perdida en algún punto, Dios le muestra el futuro y todo indica que se acercan tiempos difíciles.
Al salir del estado de alucinación, el General tiene la intención de instaurar de inmediato las medidas para afrontar lo que acaba de ver. Es interrumpido por una llamada. Le cuesta atender al teléfono y pasan unos segundos hasta que se sobrepone y puede responder.
Flaming Wave y el diakrino tienen una noticia para él, lo esperan en el área de recuperación, el anuncio tienen que dárselo también a la familia Ponce.
El General declara su asistencia, cuelga el teléfono y se apresura a salir.

Hola.
Como vamos hasta ahora?
Cuénteme que les a gustado y que no de la historia.

Gracias.
Bendiciones.

NxtWave: El ejército de la montaña. Where stories live. Discover now