Capítulo 28: "Dios me llamó a agitar el mundo".

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Alborotado, hábil para los chistes, incapaz de mantenerse quieto por un largo tiempo, así es Santiago Molina y lo ha sido desde que estaba en el vientre de su madre; no fueron pocas las veces que la mujer lo sintió moviéndose con fuerza dentro de ella. Sandra Cortés, como es el nombre de su madre, se convencía con cada sacudida de que su hijo no sería precisamente alguien sereno. El día que nació, lloró con tal fuerza y por unos extensos tres minutos que se escuchó hasta el último rincón del piso en el hospital, lo que también le dio a entender a Sandra que tendría que criar a un niño que muy seguramente hablaría sin parar. Santiago nació pesando tres kilos y medio, y era algo normal considerando que la madre es también de contextura gruesa.
El niño se crió en un barrio humilde, en uno de los sectores donde la oscuridad reina operando a través del robo, la violencia y la pobreza. Su madre trabajaba como cocinera en turnos de diez horas, mientras tanto el gordito inquieto quedaba al cuidado de una de las vecinas que también tenía dos niños pequeños.
En cuanto a su padre, Santiago nunca pudo convivir con él, una terrible tragedia los separó antes de que él naciera. El progenitor, un joven honesto y trabajador, estuvo en el lugar equivocado y a la hora equivocada para morir en medio de un enfrentamiento de bandas delincuenciales. Sandra se encargaría de contarle a su hijo la gran persona que era su padre y él  guardaría en su corazón un profundo afecto hacia aquel que le había dado la vida.
Sandra no ha vuelto a enamorarse, en parte porque ser una madre soltera le demanda demasiado tiempo, pero también porque el dolor de la pérdida de su esposo se arraigo fuerte en su corazón y no había espacio para el amor. Algo demasiado lamentable teniendo en cuenta que ella apenas tenía veintiún años cuando quedó viuda.
La vida para Santiago y su madre se convirtió en una montaña rusa de experiencias buenas y malas. Se tenían el uno al otro para superar las adversidades. Un trabajo mal pago y que esclavizaba a la mujer,  la  incertidumbre de vivir en un sector donde la vida corría peligro, la carga de las necesidades básicas difíciles de suplir. Con todo esto el niño desarrolló una astucia sorprendente, aprendió a arreglárselas por sí mismo cuando nadie podía cuidarlo. Eso sí, su interminable energía le ocasionó unos cuantos problemas, algunos bastante vergonzosos para la pobre madre.
Con el tiempo se convirtió en un jovencillo alegre, o en un jovensote si se le veía desde su voluminosa figura. Santiago siempre ha sido bueno haciendo amigos y desde el principio se acopla con facilidad, además de ser solidario y compasivo con sus conocidos; de alguna forma todos tienen que ver con él. 
La llegada a la mansión se daría cuando Santi tenía quince años, es decir, dos años atrás de los sucesos que están ocurriendo por estos días. En aquel tiempo Sandra enfermó, o dicho de otra manera, un wasser, como se les conoce a las criaturas de enfermedad, vino a hacer de las suyas aprovechándose del exceso de trabajo y múltiples preocupaciones de la mujer para mortificarla con terribles migrañas. En un inicio fueron leves dolores de cabeza, a la criatura le gustaba jugar con sus víctimas y se había propuesto fastidiar a Sandra cada día. El wasser se adentro en la casa de Sandra ingresando por debajo de la puerta y una vez adentro tomó forma de hombre, se acercó a ella y poniendo la mano en la oreja de la mujer desprendió una porción de su cuerpo que viajó del oído hasta el cerebro y allí comenzaron los dolores.
Santi había escuchado que en la montaña existía una manera de curar enfermedades, no entendía muy bien como pero según conocía era a través de personas que decían tener el poder de Dios. El joven convenció a su madre para ir a la mansión, y al ver que la aflicción era recurrente ella aceptó.
Lo que no consideraron fue que al entrar por primera vez no querrían volver a salir, fueron por sanidad pero encontraron algo mucho más que eso; expulsar al wasser fue el principio de un nuevo camino de libertad para Sandra.
Asimismo, el muchacho fue atraído a la presencia de Dios y se integró al escuadrón de wavers donde comenzó a crecer. Dios, que por supuesto lo conocía al detalle, le reveló su propósito y le dio identidad. Nada en la vida de Santiago Molina ha sido por casualidad, su extravagante personalidad, su historia, el lugar donde se había criado y su corpulento cuerpo, todo fue pensado por el Padre del cielo y eran indicios de lo que tenía planeado para el joven.

NxtWave: El ejército de la montaña. Where stories live. Discover now