Capítulo 26

160 18 2
                                    

Después de que Rin se fue corrió tan rápido como sus pies lo dejaron pues debía decírselo inmediatamente -¡Makoto ya se como haré el traje del sultán!

Fue contagiado por la euforia del pelirrojo que llegó motivado a expresarle sobre la idea que le dio al nadar juntos sin embargo el castaño al verlo tan entusiasmado por un momento se sintió celoso al saber que fue Rin el que lo provocó -Dime.

-El tiburón blanco- Makoto lo recordaba nadando en el acuario personal del dueño del palacio -También el mar.

Lo entendió -Bien, usa al tiburón como base para el traje de Rin y yo usare al mar como base para el vestido de la princesa

-¡Sí!- veloz buscó su lápiz y libreta para intentar hacer un boceto mientras el castaño lo seguía con la mirada

Con una visión más clara de lo que deseaba crear la elaboración fue más sencilla además de que las visitas de Rin se hicieron más seguidas así como las competencias de nado entre ellos de las cuales al parecer Haru se hizo adicto pues cada día esperaba por la visita del sultán indicándole que deseaba nadar con él motivandolo a dar todo en el ropaje mientras Makoto solo observaba la manera en que Rin se ganaba la confianza del moreno sin poder evitarlo.

En una de esas visitas a la piscina fue cuando lo cuestionó reposando en la orilla después de terminar su competencia de ese día -Oye Haru ¿Por qué nunca te quitas tu brazalete?- pero no supo qué responder -¿Te gustan las joyas o es porque Makoto te la obsequió?

Tardó en responder con una mentira -Me gustan...- pues no tenía opción para ocultar los tatuajes que le daba vergüenza mostrar

-Ya veo- suspiro -Quizás si te lo quitas puedas ganarme- porque el brazalete al ser de oro puro tenía peso pero Haru por ningún motivo lo haría

-No lo creo

-Eres un mal mentiroso- ¿Se había dado cuenta? - Debo irme, tengo que ir a ver a mi prometida- de un impulso se levantó para retirarse junto a su sirviente dejándolo preocupado.





-Hola Haru- ni siquiera respondió al llamado de Makoto cuando ingresó a la habitación, se pasó de largo sentándose en el escritorio donde trabajaba aún pensando en lo que el pelirrojo dijo -¿Estás bien?

-Si- contestó en voz baja preparándose para continuar e intentar concentrarse.

Pasaron las horas pero no llegaba a nada y por estar pensando de más no se dio cuenta de que sus pies se enredaron en un rollo de tela haciéndolo caer cuando intentó dar un paso

-¡Haru!- Makoto corrió a su auxilio -¿Estás bien? ¿Estás herido?- solo estaba herido su ego por ser tan torpe

-Estoy bien- Makoto sonrió ayudándolo a parar

-Te vez un poco distraído, porque mejor no descansas un poco, probablemente estás exhausto- no era eso -Ven- Makoto tomó sus manos dispuesto a llevarlo a la cama pero repentinamente y sin llamar a la puerta Rin ingresó

-He venido a ver como van los trajes, mi prometía quiere que le dé el visto bueno a su vestido- el castaño soltó las manos de Haru sin muchos ánimos de atender al recién llegado

-Por aquí- de un movimiento de mano le indico que lo siguiera y después de unos minutos volvieron junto Haru

-¿Cómo va mi traje?- se aproximó a la mesa de trabajo del moreno observando lo que parecía un collar -Creo que debería ser más grande- sugirió -Te dije que me gusta lo extravagante ¿No?- lo mencionó pero se vería exagerado -Pero confió en ti- sonrió tomando asiento frente a Haru que seguía intentando trabajar sin entender que más hacia el sultán ahí sin parecer tener la intención de irse -Tengo una fiesta aburrida y no quiero ir- ¿entonces estaba escondiéndose? -Acompañame Haru, si vas conmigo ya no será aburrida

Su proposición lo dejó abrumado -No creo que sea correcto que vaya contigo- pero antes de que respondiera, Makoto lo hizo por el

-Cuando te lo pida a ti, escucharás tu nombre Makoto- se molestó -Entonces Haru, ¿Me acompañas?

-Ah…- miró al castaño quien estaba serio esperando su respuesta al igual que el sultán -No creo que este bien que alguien como yo asista.

Se escuchó un profundo suspiro proveniente de Rin -Bien- se levantó de golpe y salió sin mirarlos

-Se enojó- Makoto mencionó cruzándose de brazos -Pero debe entender que no estamos aquí para su entretenimiento- sin embargo Haru se sintió mal por haberlo rechazado -Ve a la cama y no te preocupes, ya se le pasará su berrinche.





Aun preocupado al día siguiente fue llamado una vez más por el sultán quien lo esperaba ya dentro del mar artificial -Tardaste

-Tenía que terminar de pegar unas piezas del collar

-Cuándo yo te pida que vengas deberías tomarlo como prioridad, lo demás no tiene tanta importancia- quizás seguía enojado por su desaire del día anterior

-Lo siento- no estaba seguro si realmente era necesario disculparse

-Está bien- iba a quitarse la ropa para entrar pero Rin salió inesperadamente del agua -Tengo algo para ti- el sirviente que siempre lo acompañaba se acercó cargando un pequeño cofre plateado -Esto- al abrirlo descubrió un brazalete dorado incrustado por pequeños cristales azules un poco más grande que el que ya poseía

-No- intento retirar la mano cuando sitió como el otro la tomaba con la intención de colocar la joya

-Es un regalo- sujetó con más fuerza

-No es necesario- no requería una cosa así

-¡¿Es cierto?!- gritó -¡Solo usas ese porque Makoto te lo dio!

No entendía porque se alteraba tanto -No es así- e inmediatamente respondió

-¿Entonces?- el sultán necesitaba una respuesta y por un momento pensó en decir la verdad pero era mejor no hacerlo -¿No dirás nada?- en ese instante notó la desilusión en sus ojos -Creí que eras diferente, creí por un momento que éramos….- pero no terminó la frase, tragó duro sosteniendo la prenda fuertemente al sentir un nudo en la garganta -¡Pero eres igual que todos!- arrojó el brazalete sobre la arena y comenzó a caminar furioso hacía la puerta de la salida

-¡Rin espera!- a pesar de pedirle que lo llamara por su nombre hasta ese momento se atrevió a hacerlo provocando que el pelirrojo se girara -No es eso- lento recogió la joya aproximándose

-Dímelo- inesperadamente comenzó a llorar

Se sintió mal por hacer llorar a un sultán como Rin, un hombre que solo despedía poder y que parecía inquebrantable pero que ahora parecía solo un chico de su edad dolido por el rechazo, tan frágil como el mismo -Solo soy un tonto, insensible y nada sociable que no sabe aceptar el regalo de su amigo- porque sin darse cuenta ya lo eran -Perdón- el pelirrojo sonrió derramando aún unas cuantas lágrimas sin embargo solo fueron de felicidad al ver como Haru se colocaba la joya en su otro brazo -¿Vamos a nadar?- ofreció su mano que fue aceptada enseguida y ambos se dirigieron a lo que ahora era su pequeño paraíso.

----------
Gracias por leer

CrisantemoWhere stories live. Discover now