Favores y deudas

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"Existe entre nosotros algo mejor que el amor,
una complicidad"

"Len, ¿te puedo pedir un favor?"

Quedé un momento en blanco mirando su mensaje. Mi último hallazgo acerca de Rin había cambiado completamente mi opinión sobre ella, para mal. Quise creer que era una persona con buen corazón que había tomado malas decisiones, pero solamente me había engañado a mí mismo.

Estaba equivocado, Rin era una inmadura. Era una chica mimada de ciudad que no hacía sino saltarse las reglas por puro capricho, por hobby. Porque podía. Se dedicaba a hacer estupideces para llamar la atención de las personas a su alrededor.

Y aún así, de alguna manera ella y su personalidad borde se las habían arreglado para caerme bien, para importarme incluso teniendo en cuenta lo que acababa de encontrar en su habitación.

"No le voy a decir a nadie sobre tus drogas"

"¿Drogas?"

Miré los empaques que yacían intactos sobre el escritorio. No había sido muy difícil hallar una reserva considerable de pastillas de diversos colores en una cantidad demasiado elevada como para tratarse de consumo personal.

La muy pendeja pensó que era inteligente guardarlas en las rocas huecas de su serpiente, olvidando completamente que esa pecera debía ser limpiada periódicamente.

"¿Y qué es esto?"

Adjunté la foto de los "caramelos".

"Eso no es mío"

Suspiré con cansancio. Eran casi las once de la noche y no quería lidiar con Rin en estos momentos. Estaba demasiado decepcionado de ella, y también de mí mismo por pensar que era diferente a lo que sus padres decían.

"Entonces no te molestará que haga esto"

Tomé sus drogas y fui directo al baño, abriendo la bolsa de un zarpazo y dejando que su contenido caiga violentamente en el inodoro.

Grabé el momento justo cuando jalaba la cadena y sus preciosos caramelos se iban para siempre, y se lo envié.

"Llamada entrante de Rin Kagamine"

- ¿Sí?

- ¡Eres un estúpido! ¡Un inconsciente! -me detuve un momento a escuchar su voz por primera vez, mientras me gritaba todas esas palabrotas. Se escuchaba bastante exasperada, lo cual la delataba completamente. Era realmente culpable.

Reí forzadamente.

- No me voy a disculpar por tirar tu mierda, te hice un favor.

- ¡No es mi mierda, tonto! ¡Eso era de Albert! - chilló, defendiéndose.

- Wow, Rin. ¿En serio vas a culpar a tu padrastro de las drogas en TU habitación? Eso es bajo, incluso para ti.

- Está bien, no me creas. ¡Pero tampoco me busques cuando aparezcas muerto en una maldita zanja!

Además de la incoherencia de sus palabras, la mención de "muerte" y "zanja" lograron espabilarme, haciendo que pierda el hilo de mis pensamientos.

- ¡¿Qué?!

Ella carraspeó un poco, cambiando su tono de voz por uno más calmado.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now