Austausch (El Intercambio) | RiLen

Incondicional

- Te dije una vez que puedo cuidarme sola - musité mientras martillaba un clavo sobre la madera recién pintada, otorgándole estabilidad.

- Lo sé. Y yo también te dije que me preocupo por ti, Rin.

El cabello de Len estaba recogido en una cola baja, rozando su cuello y dejando su rostro despejado. Lo había hecho para poder trabajar cómodamente a mi lado mientras reparábamos el gallinero. Esta era una de mis penalizaciones por haberle dado una cachetada a Miku durante mi estúpido ataque de ira.

Giré levemente la cabeza para asegurarme de que se viera igual de lindo que hace un instante. Era como si quisiera capturar la imagen de su perfil en mi memoria.

- Lo sé. Pero preferiría que no me detengas cuando intento arruinar algo. Solamente lo estás retrasando - expliqué, preguntándome si sería capaz de entender el sentido de mis palabras.

- Retrasar tus metidas de pata le da sentido a mi vida -dijo sonriendo a medias, mientras pintaba de blanco uno de los tablones que seguía suelto.

No tenía nada que responder ante eso. Simplemente me alegraba saber que Len era prácticamente... incondicional. Algo dentro de mí me decía que haga lo que haga, él permanecería a mi lado. Y eso también me asustaba, porque no quería verlo sufrir.

- No le hagas dramas a Miku -intenté de nuevo, con un tono caprichoso que le haría imposible negarse-. Lo último que quiero es que lo pase mal. Es más, me gustaría que disfrute de Hornbach tanto como yo.

- Teniendo en cuenta que vive con Mikuo, eso es un poco difícil.

Demonios, mi mal genio se le estaba pegando.

- ¡Estoy hablando en serio! -chillé, levantando un poco mi martillo y apuntándole de forma juguetona.

- Yo también -contraatacó, levantando su brocha y acercándola a mi rostro lo suficiente como para rozar mi nariz.

El olor de la pintura fresca y la sensación fría en el rostro me impidieron reaccionar por un momento, Len me había tomado por sorpresa y quedé boquiabierta.

¿De verdad se había atrevido a pintarme la cara?

En un instante intenté sacarle el pincel, pero el maldito había reaccionado demasiado rápido. No me dejó otra alternativa que lanzarme sobre él para quitárselo e intentar devolverle el favor.

Forcejeamos por un rato mientras reíamos a carcajadas, yo con la cara pintarrajeada y Len aún intacto.

De pronto mi atención se enfocó en el bote de pintura que descansaba plácidamente sobre el pasto, y como toda persona que no está familiarizada con los límites... se lo aventé.

En una fracción de segundo lo derramé sobre su cabeza y alcancé la victoria. Lo disfruté dando saltitos y sintiéndome superior, hasta que me fijé en su rostro.

Tenía los ojos fuertemente cerrados e intentaba con las manos sacarse la pintura de la cara. No podía realmente disfrutar de mi victoria porque me preocupé.

¿Por qué no me detuve a pensar en que podía irritarle los ojos? ¿O destruir su ropa?

- Perdón - me disculpé y traté de ayudarlo a levantarse, aunque él solo me apartó y entró por su cuenta.

Realmente no sabía cuándo parar. Era como si mi relacionamiento con los demás fuera tan limitado que tarde o temprano siempre hacía algo estúpido para perjudicarlos o herirlos de alguna manera.

Solo que en esta ocasión no era a propósito.

- Estás en deuda conmigo -me dijo esa noche con el rostro completamente serio.

- ¡Ya te pedí perdón tres veces! -me quejé mientras le cepillaba el cabello, sacando de a poco restos de la pintura seca que habían escapado al shampoo.

- Tus disculpas no me sacan el blanco de las pestañas -sentenció, y realmente parecía albino o algo así. Además, sus ojos aún estaban rojos de tanto fregárselos, así que tenía ciertamente tenía un aire caricaturesco.

- Siempre pensé que el blanco era tu color, Len -admití, intentando aligerar el ambiente.

El amor a veces saca nuestro lado feo.

Len le pregunta algo sobre Ted, ella solo lo desvía.

Kaito y Miku se encuentran y hablan, y ella le da "pistas" de que Rin está vendiendo drogas.