Ódiame

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"La peor prisión es un corazón cerrado"

Los últimos días habían sido ajetreados.

Guardaba la ropa metódicamente, una y otra vez buscando que encajen a la perfección y no puedan doblegarse dentro de la maleta. Era una especie de terapia liberadora.

Debí apresurar el papeleo para volver a trasladar mis estudios a Hornbach tras unos cortos quince días en Berlín. Tenía claro que Lily no se encontraba estable emocionalmente, y mi mamá parecía bastante preocupada por mi bienestar tras la conversación que tuvieron el sábado por la mañana.

Volví a empacar mi camisa celeste por quinta vez, buscando que encaje perfectamente mientras ordenaba mis pensamientos.

También había notado a Rin más ausente, la noticia de que su madre le había transferido la custodia a la mía temporalmente le había caído bastante pesada.

Ni siquiera respondía mis mensajes.

- No puedo creer que vas a irte tan pronto -mencionó la niña pelituquesa sentada al borde de la cama, mientras observaba cómo guardaba mis pertenencias-, pensé que seríamos buenos amigos -continuó con su tono melodramático.

- Fuiste una buena amiga durante mi estadía -murmuré, aún dándole la espalda mientras acomodaba algunas cosas en mi valija. No entendía porqué no cabían si apenas me había quedado dos semanas y no compré nada-. Es una lástima que no pueda decir lo mismo de tu amistad con Rin.

Miku tiró de mi hombro y me obligó a enfrentarme a sus orbes celestes, enfurecidos.

- ¿Quién te crees para decir algo así?

- Escucha, no quiero meterme contigo... -genial, yo y mi bocota una vez más- pero me parece injusto que le hayas ocultado a Rin tu relación con Yuma.

Estaba seguro de mis palabras, no era una buena amistad si no confiaban mutuamente.

- Len, deberías callarte. No tienes idea de lo que estás diciendo -me amedrentó con un hilo de voz-. Si le dices una palabra a Rin, yo te juro que-

Terminé de girarme y me coloqué justo frente a ella, sin miedo a sus amenazas.

- ¿Qué me vas a hacer? - inquirí levantando un poco el mentón de forma inconsciente.

- Deberías preguntarte qué podría hacerme Rin a mí - me corrigió colocando un dedo sobre mi pecho -. O peor, a Yuma.

A mí no me molestaría que la rubia le brindara una paliza.

Quedé un poco descolocado con su amenaza, pero sus conjeturas me parecían muy extremistas.

- Ya deberías irte, Miku. Que tengas una buena vida.

Sin dudarlo, se levantó de un salto y antes de cerrar la puerta se despidió en un tono lúgubre:

- Adiós, Len.

Todavía no terminaba de comprender por qué nacía en mí esa necesidad imperiosa de defender a Rin en su ausencia, seas cuales sean las circunstancias de nuestra relación y aún sin estar seguro de quién era en realidad.

¿Buena? ¿Mala?

¿Tonta?

Pronto lo averiguaría por cuenta propia.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now