Te quiero

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"Mis brazos serán tu hogar"

- Chicos, necesitamos hablar con ustedes -se escuchó desde el otro lado de la puerta, haciendo que caiga en cuenta de que Rin estaba todavía vistiéndose y yo me encontraba cual intruso en su habitación. Las maneras de malinterpretar aquella situación eran infinitas.

El picaporte se giró levemente, mas por puro impulso lo detuve cuando se abrió una milésima y llegué a asomar el rostro, regalándole a mi madre la peor sonrisa que pude esbozar.

Meiko enarcó una ceja con desconfianza, y miró por encima de mi cabeza para ver a Rin, quien había optado por la misma sonrisa torcida.

Justo a tiempo.

- Dejen la puerta abierta, por favor -pidió con seriedad, antes de alejarse un poco-. Los espero en la sala.

Volví la vista hacia mi amiga, quien estaba visiblemente incómoda con todo esto.

- ¿Estás bien? -me animé a preguntar, aún estaba perturbado por todo lo que acababa de pasar.

- Sí... -susurró, con la confusión plasmada en su semblante- ¿En serio no vas a decirme nada más?

- Ehmm... -dudé por un segundo, recordando todo lo que había pasado por mi mente cuando la tuve desnuda y expuesta frente a mí- Tienes un lindo tatuaje. No me gustan mucho los tatuajes, pero el tuyo es lindo.

Sonreí como pude y me apresuré a abrir completamente el portal, saliendo como si no hubiese pasado nada. Como si no estuviera enterado de su secreto más oscuro.

Solamente sacaba una conclusión de todo aquello: Rin era su peor enemiga.

Y esa era una verdad que tendría que enfrentar, tarde o temprano.

Caminamos en silencio hasta sentarnos en el sillón de la sala. Mi papá correteaba nerviosamente alrededor de la mesa del comedor, y mi mamá optó por sentarse al lado de Rin. No obstante, su tobillo repiqueteaba nerviosamente sobre la madera del suelo.

- Nos llamaron de la policía porque llegó información de que nos estaban buscando en Münster -explicó la mujer, visiblemente preocupada.

- ¿Münster? ¿Por qué allí? -preguntó Rin.

- Es la ciudad natal de Meiko -contestó papá, sin dejar de caminar en círculos con la vista fija en el suelo. Se veía angustiado-. Mi suegra aún vive allí.

- Tengo que volver a Berlín -murmuró la rubia-. Ahora los están acosando a ustedes por mi culpa. Tengo que volver.

- No digas tonterías -negó mi madre, y se acercó un poco a ella para acariciar su espalda-. Le prometí a Lily que cuidaría de ti, y eso es lo que vamos a hacer.

La ansiedad en Rin se manifestó enseguida, haciendo que se muerda con fuerza el labio inferior y se lleve ambas manos al cabello. Estaba a punto de arrancárselo.

Me preocupé, de nuevo.

- No puede ser, no puede ser -se quejó-. Tengo que hablar con él antes de que vengan aquí.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now