Síndrome de Cotard

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"Sé que desapareciste para que te pudiera ver"

Las palabras de Meiko carecían de sentido alguno. Sin claras explicaciones acerca de lo que había sucedido, me comunicó con el mayor tacto posible que debíamos ir a Berlín porque a Lily le había sucedido algo. Recuerdo que dijo que no tenía nada que ver con Albert, que él estaba bien, pero que debíamos ir con urgencia.

Mi mente desvariaba durante el trayecto, deteniéndose en cada posibilidad. Lo que más me temía era que él le haya dado una paliza, y se le haya ido de las manos.

Siempre le dije a mi mamá que no me gustaba ese tipo, que no le hacía bien.

Volví la vista hacia el aeropuerto, me encontraba de nuevo aquí más temprano de lo que me hubiese gustado. La vida de campo estaba empezando a calar profundo en mí, y una parte mía deseaba que mi estadía hubiese sido más larga.

"Se merece todo lo que le pasa"

Recordé mis palabras que, aunque sean crueles, no dejaban de ser ciertas. Mi mamá no era una buena persona que se encontraba en situaciones malas, era una persona que deliberadamente tomaba decisiones de mierda.

Pero no por eso dejaba de sentirme mal por ella.

El vuelo fue bastante tranquilo, aunque noté que Meiko se encontraba bastante tensionada, como si quisiera decirme algo pero no era capaz. Probablemente creía que no estaba al tanto del maltrato, así que preferí darle el tiempo que requería para contármelo.

Una vez que aterrizamos me tapé la nariz y expulsé el aire por mis oídos, destapándolos.

- Mi mamá no está muerta, ¿verdad? - inquirí con un tono casual mientras bajábamos del avión, para sacarme esa pequeña duda que mantuve durante todo el trajín.

- ¿Qué? Dios, ¡no! - contestó la castaña, pasándome una mano por la cabeza. Sinceramente, ella se veía mucho más preocupada que yo.

- Lo sé, sólo quería asegurarme -comenté entre dientes, dando un pequeño suspiro de alivio.

- Rin, lo siento mucho. Quería esperar a que te lo diga tu padrastro, pero mereces saber la verdad cuanto antes: Lily intentó quitarse la vida.

Meiko no se atrevió a mirarme a los ojos mientras me daba la noticia. Y todavía recuerdo que sentí como mi corazón, que aparentaba ser tan duro y áspero, caía y se rompía en mil pedazos.

- Lo lamento tanto, mi vida -continuó, posicionando una mano en mi hombro mientras nos abríamos paso entre los transeúntes-. Le prometí a tu madre que te cuidaría, pero jamás me imaginé que lo estaba pasando tan mal.

- ¿Dónde están mis hermanos? - pregunté en un tono neutral, como si me encontrara en un trance.

- Ellos se quedarán con Albert hasta que tu mamá salga de la clínica.

Albert es el peor padre que conocí en la vida.

- ¿Clínica?

- Sí, es como un centro de rehabilitación en el que estará internada por unos meses.

Trataba de procesar aquella información pero me invadían tantas preguntas que sentía que la boca no me reaccionaba lo suficientemente rápido.

- Meiko... ¿por qué me trajiste hasta aquí?

- Cariño, hay algunos papeles que debemos firmar para que pueda ser tu tutora legal hasta que cumplas dieciocho. Y también debo acompañar a Len durante todo el proceso de declaración.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now