Límites

221 41 4
                                    

"Y una cosa te puedo jurar:
yo, que me enamoré de tus alas,
jamás te las voy a querer cortar"

Había terminado de almorzar cuando la figura esbelta de Mikuo tocó mi hombro, haciéndome girar a verlo. El chico de cabello verde venía acompañado de nuestra amiga en común, quien tenía una cara indescifrable.

- Ey -gruñí inconscientemente al reconocerlos.

- Len, ¿podemos hablar? -me pidió él con una expresión serena.

- Claro, no hay problema -no dudé en levantarme de la mesa y llevé la mirada a Gumi, quien estaba a su lado cual perro guardián-. ¿No vienes? -pregunté, sabiendo perfectamente que ella no tenía nada que ver.

- Nah, los esperaré aquí con mis amiguitos -dijo con ironía, sentándose junto al rubio intenso de Oliver y apoyándole la cabeza en el hombro.

- ¡Aghhh, Gumi! ¡Estoy comiendo! -chilló, empujándola un poco. Si no estuviese tan tenso por la situación, de seguro me hubiesen sacado una carcajada.

- No tardaremos -le avisó Mikuo, abriéndose paso en dirección al patio e invitándome a seguirlo.

- No deberían hacerlo -rogó Fukase, contemplando como mis amigos, cual agua y aceite, ya empezaban a discutir.

Decidí seguir a mi compañero de clase y durante el trayecto no pronunciamos palabra. De hecho, me perdí reflexionando acerca del curso de nuestra relación desde el principio hasta esta parte:

Mi amistad con Hatsune siempre había sido terreno pedregoso. Si bien nunca habíamos peleado abiertamente, nos vimos envueltos en microagresiones mutuas en más de una ocasión. Solíamos ser inseparables: Mikuo, Gumi y yo. Paralelamente mantuve una amistad desde pequeño con Fukase y Oliver, ya que siempre han sido mis vecinos, aunque los cabeza de brócoli eran de mi preferencia desde la primaria.

Al llegar el octavo grado todo había empezado a volverse turbio entre los tres, porque Gumi y yo empezamos a salir. Él había preferido volverse confidente de ella y así, de a poco, fuimos tomando una distancia prudente.

Mikuo fue el primero en saber de la sexualidad de Gumi, y aunque hubiese sido egoísta de mi parte exigirle que me contara la verdad, al menos debía inducirle a ella a romper con la relación.

Aquello había sido un embrollo, casi no nos recuperamos, pero luego de un tiempo decidimos dejar un lado nuestras diferencias y retomamos la amistad. Sin embargo, con Mikuo no había sido tan fácil, nos habíamos vuelto tan distintos... o quizá siempre lo fuimos.

Llegamos a un banquito y nos sentamos allí, justo al borde del arenero de los más pequeños.

- El mensaje que mandaste hoy era para mí, ¿verdad? -adivinó él, rompiendo con el silencio luego de un largo suspiro.

"Ni se acerquen a Rin hoy"

Mis propias palabras retumbaron en mi mente, como si las hubiese escrito otra persona.

- Precisamente -me limité a decir, a lo que tomaba un puñado de arena y me ponía a jugar, evitando mirarle a la cara.

- No fue muy amable de tu parte -continuó, y por el rabillo del ojo vi que estaba contemplando a un grupo de chicas salir del baño. Rin estaba entre ellas, y por una fracción de segundo ella y yo intercambiamos miradas.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now