Presente estable

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Capítulo uno

Yuu

El tráfico no ayudaba en absoluto, podía escuchar las gotas de la lluvia repiqueteando los vidrios del coche, y observar a la gente de reojo en las calles corriendo en busca de refugio en las aglomeradas calles de Tokyo, lo que solo me ponía los nervios de punta. Claro, cuando llovizna y no llevo prisa no suele ser un inconveniente para mí el clima de la ciudad, sin embargo, tenía una cita con Mitsuba, y no me podía dar el lujo de llegar tarde cuando le había prometido que daría mi mejor esfuerzo para no hacerlo más.

Por supuesto que, no solo estaba la promesa de por medio. La cosa es que si acumulaba más de cinco veces llegando tarde a cualquier punto de encuentro para pasar tiempo con ella, ya que lo decidimos después de tanto tiempo llegando tarde a todos lados y haciendo rabiar así a la rubia histérica, me sometería a un día entero yendo de compras con aquella chica. Y no acababa la cosa ahí. ¡Yo compraría y sostendría todo lo que ella se quisiese obsequiar a sí misma! con mi propio dinero, evidentemente.

De acuerdo, quizá sí me lo tenía bien merecido y era un buen adiestramiento para evitar mi mala costumbre de llegar tarde a todos lados, incluso si no era a propósito.

A pesar de la lluvia, hacía un calor del demonio, el aire acondicionado lo llevaba prendido y ganas de bajar los cristales no me faltaban. Solo esperaba no pescar un resfriado con el aire acondicionado, había de admitir que gozaba de una muy buena salud, sin embargo solía enfermarme de manera horrible cuando lo hacía. Sin exagerar, me sentía desfallecer cuando estaba enfermo, es por ello que odiaba los cambios bruscos de temperatura. Justo como hoy, la lluvia y el calor del verano eran una tortura para mí y me fastidiaba porque en estas fechas lo que menos deseaba era encontrarme envuelto en suéteres, bufandas y demás prendas. Lo bueno es que siempre he cuidado mucho mi salud, incluso hacía ejercicio a menudo por gusto propio, así que eso ayudaba bastante a mantener mi salud estable.

De repente mi teléfono empezó a vibrar, y debido a que el semáforo se encontraba en color rojo, le di una rápida mirada. Era Mitsuba, seguramente desesperada porque voy quince minutos tarde... Y apenas iba a mitad del camino.

Respondí su llamada y puse el altavoz, esperando que mi rubia novia no empezase a gritar a los cuatro vientos como suele hacerlo siempre.

—¡Yuu idiota!, ¿¡Dónde rayos te encuentras!? Me estoy muriendo de hambre, ¡y si no traes tu trasero en menos de cinco minutos, vas a tener que pagar mi cuenta también, ¿entendiste?! —farfulló. No me molestaba invitarla, pero justo en estos momentos no cuento con el efectivo necesario para pagar por ambos y dejé mi tarjeta en casa por las prisas, así que solo contaba con la cantidad suficiente de efectivo para pagar una comida.

Suspiré sonoramente, aunque, a decir verdad, ya me esperaba esa llamada y unas palabras similares por mi chica. Vamos... ¿Qué son quince minutos? Se vuelan rápidamente con un buen juego en tu celular, y estaba totalmente comprobado por mí mismo.

—Tranquila, rubia histérica. Ya casi llego —mentí un poco, imaginando que seguramente estaba rodando los ojos con sus brazos cruzados, después de todo, nos conocemos desde la facultad, cuando yo estudiaba economía y ella derecho. Después de graduarnos, decidimos formalizar nuestra relación, ya que para ser sinceros y a pesar de su temperamento, Mitsuba era una persona bastante agradable y sentimentalista. Bajo esa fachada de chica ruda sin sentimientos se escondía un alma pura y una romántica empedernida—. La lluvia me ha prohibido llegar antes, cielo. No te enojes conmigo, por favor —pedí con voz infantil, haciendo incluso pucheros aún si Mitsuba no me miraba, queriendo persuadirla con mi encantadora voz de niño pequeño, lo que siempre funcionaba con ella.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoWhere stories live. Discover now