Más de él, no quiero

119 22 9
                                    

Capítulo once

Yuu

Había ido de visita con mis padres, lo que me hizo saber que fue una mala idea en cuanto mi albino padre volvió a insistir con que me notaba actuando de una forma sospechosa.

—Cariño, ¿podrías decirnos ya lo que te sucede? —pidió por milésima vez Shinya, a lo que suspiré por su pregunta.

—Ya les dije que no me sucede nada. Todo se encuentra correctamente —quise ser honesto, jugando con un trozo de salmón encima de mi sushi.

—Estás mintiendo, mocoso —alegó Guren —eres un cerdo a la hora de comer —con aquel comentario, Shinya le dio un golpe en la cabeza haciendo que el azabache exclamara tanto de dolor como de desaprobación, y yo fruncí el ceño al escuchar las palabras de Guren —. Como decía —carraspeó para continuar con su sermón—, somos tus padres, te conocemos y sabemos que no sueles jugar con la comida. Ni siquiera cuando eras un chiquillo mugriento y te peleabas con Mikaela dejabas algo en tu plato.

Aquello logró que diese un pequeño respingo. Mika era un tema taboo para mí, así que me sorprendió que Guren lo hubiese mencionado.

—Ah... Lo siento Yuu, no quise traer ese nombre a la mesa —aceptó mi padre, a lo que negué con la cabeza.

Con el tiempo evidentemente me dejaría de doler la mención de su nombre, y ahora que le había llegado a ver tres veces, me parecía que era una tontería no mencionarle, pero es que seguía manteniendo muchos rencores por él. Pese al tiempo que había pasado, para desgracia mía, no dejaba de pensar en ese imbécil y todo lo que me había hecho.

—No, está bien —acepté, y suspiré un poco. Quizá contarles a ellos que Mika se encontraba aquí en Japón me serviría de algo—, en realidad... Hace aproximadamente dos meses, lo vi una vez.

El silencio reinó en la mesa, mientras mis dos padres dejaban caer sus palillos en su plato de sushi, compartiendo miradas con evidente sorpresa en incluso un poco preocupados.

Guren dejó su plato haciéndolo a un lado y me miró severamente, escrutándome con sus ojos morados.

—¿Por qué no nos lo dijiste antes? Ya entiendo por qué has venido más a menudo de lo que lo haces —aceptó el mayor de mis padres— ¿él te buscó o algo por el estilo?

—No quería prestarle atención a ese detalle —fui sincero —pensé que solo sería una vez, pero se hizo amigo de Yoichi —suspiré— no sé si me buscó, sin embargo, a juzgar por su expresión supongo que fue mera coincidencia habernos visto la primera. Yoichi nos invitó a Mitsuba y a mí a una pequeña reunión con un misterioso amigo que había hecho... Se trataba de Mika, pero no... No hizo nada en particular, ni siquiera hablamos realmente. De hecho me comporté horrible con él, incluso creo que fui bastante descortés con todos allí.

Guren no pudo evitarlo, una tenue carcajada escapó de sus labios ante mi último comentario, cosa que me hizo fruncir el ceño. Joder, Guren. Se supone que estamos en el medio de una importante conversación.

—¿Apenas notas que tus modales son una mierda?

—Guren —llamó molesto Shinya, y el mencionado se quedó completamente callado —por favor, sigue, cariño —pidió el albino tomándome la mano.

Suspiré por ello, agradeciendo que Shinya callase a mi padre idiota.

—Después de disculparme con Yoichi por eso... Terminamos yendo a un antro con Mikaela un par de días después.

Mis padres parecieron hablarse telepáticamente, se miraban y el silencio me hacía poner un poco nervioso.

—¿Cómo te sientes al respecto, Yuu? —cuestionó Guren. Odiaba que me llamase por mi nombre cuando se trataban temas serios, como Mika... Por Dios, había pasado mucho tiempo, no me iba a poner a llorar por él, además de que no valía la pena hacerlo. Menos a estas alturas de la vida. Aunque suponía que en parte era mi culpa, ya que incluso antes de volver a ver a mi ex, detestaba que le mencionaran su nombre.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoWhere stories live. Discover now