Pequeña fiesta

134 21 9
                                    

Capítulo dieciséis

Mika

Una vez que encontré la pequeña pulsera que yo mismo había hecho, miré a Yuu-chan escondiendo el objeto entre mis manos indispuesto a mostrarlo todavía porque me daba un poco de vergüenza. Pude notar que mi contrario me veía un poco expectante y curioso de mis palabras sin notar que había extraído algo del bolsillo de mi pantalón.

—Sí, dijiste que eso era tonto.

Algo dentro de mí me decía que diría eso mismo. No me parecía algo tonto, sino que me avergonzó el hecho de que no pudiese darle un regalo así de significativo, con bonitos pequeños alabarios y una que otra figura que hizo con los plastinudos que se encuentran en las bolsas de pan u otro tipo de empaques para amarrarlos. La pulsera que me dio Yuu-chan se trataba de un par de hilos entrelazados  que resguardaban los mismos alabarios y figuras de plastinudo con las que se debía de tener mucho cuidado porque podrían  perder su forma en cualquier momento. La mayoría poseían el color verde, incluso el hilo de la pulsera era de ese color, pues desde siempre Yuu-chan sabía que se trataba de mi color favorito, y por ello había de diferentes tonalidades. Por otro lado, la pulsera que le regalé a Yuu-chan se trataba de una forma bastante similar, con hilos azules, y alabarios, solo que no me atreví a realizar figuras con plastinudos u otro tipo de material porque no sabía qué clase de cosas podría hacer. Corazones era impensable ya que ni siquiera sabía si mi ex llegaría a perdonarme. Además de que jamás he sido muy hábil con ese tipo de cosas.

—No lo pensé así, Yuu... Solo me sentí mal de no ser el primero en regalarte algo —aclaré, y nervioso, bastante atemorizado de que rechazase mi regalo, tomé la mano diestra de Yuu-chan dejando aquella pulsera sin atreverme a fijar mis ojos en los suyos propios—. Yo... Feliz cumpleaños, Yuu-chan —me atreví a decir su nombre con el honorífico que siempre había asociado con mi ex, y entonces me atreví a fijarme en él, levantando suavemente mi mirada para encontrarme con su carita roja seguramente porque se había apenado. Tomó la pulsera colocando ambas manos en su pecho para esconderla ahí, y no se atrevió a fijar su mirada en mí pues cerró los ojos.

—Gracias —murmuró tartamudeante de forma suave, admirando posteriormente el suelo como si no pudiese siquiera levantar la cabeza—. Yo... Hay té en la sala... ¿Quieres pasar? —cuestionó moviendo sus pies en un ademán nervudo, cosa que me hizo enternecer en demasía. Además la felicidad era desbordante, no creí que me invitase a pasar, así que acepté su propuesta y ambos nos adentramos en el hogar de Yuu-chan, lo cual me agradaba y alegraba también debido a que tenía una misión importante que tenía que ver con mi contrario.

Me sorprendía bastante que la casa se encontrase tan ordenada a excepción de la cocina, que en realidad no se encontraba tan mal, tratándose de mi ex, que siempre había sido tan desordenado, me causaba gracia encontrarme con la mesa recogida, platos seguramente lavados la noche anterior en el lavadero que ya se encontraban secos aunque un par de trastos sucios se encontraban sumergidos en agua, lo que no noté fue ropa y artilugios por doquier como era usual cuando éramos niños, aunque de todos modos no podía admirar mucho de su hogar porque todos los demás cuartos se encontraban cerrados, o escondidos ya que al fondo del primer y único pasillo que se podía ver, podía notar una puerta cerrada y dos pasillos que se abrían y conducían a quién sabe dónde.

Lo que también me causaba gracia de la situación era que Yuu-chan utilizaba una bonita pijama de color gris y azul con estampados de Snoopi, aquello era bastante lindo, tratándose de una persona que suele utilizar prendas como pantalones rasgados y oscuros y que se peina solo en momentos especiales y aún así es bastante difícil de creerlo. 

Cuando nos sentamos en la mesita de Yuu-chan con el té humeante, supuse que el otro no era precisamente para mí, porque bueno, Akane había estado antes aquí, y aquello me hacía sentir un poco mal. Conocía a Yuu-chan y sabía que eso no significaba un reemplazo o que lo hizo solo para no desperdiciar, pero no me terminaba de agradar la idea de que iba a beber de algo que había sido servido pensando en otra persona.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora