Noche

148 25 27
                                    

Capítulo veintitrés

Mika

Si podía ser sincero, que Yuu-chan me besase, era... Mágico, melancólico, nostálgico, como un pequeño regalo antes de que nos alejemos, y me dolía, jamás había dado un beso tan cargado de tristeza, porque nos besábamos con nuestras lágrimas entrelazándose en nuestras barbillas. De repente nos aferramos, quizá dolía porque nos separaríamos. La decisión, era inminente conmigo por lo menos, pues no deseaba seguir lastimando a un ser tan puro como lo era Yuu-chan. 

Cambié, y no fue por nadie más que por él. Fue un proceso difícil, fue algo que, al final de cuentas, me hizo una mejor persona, pero seguía aquella culpa en mí, y la enorme decepción de perder a la única persona a quien no le importó mi físico, mis calificaciones, o mi forma de ser. No se dejó llevar por lo que los demás pensaban de mí. Se dio a la tarea de conocerme, tratarme, aconsejarme, alentarme, y siempre estaría agradecido por eso.

Y, cuando cambié para mal, no se dejó llevar por mis comentarios estúpidos afirmando que siempre sería la mejor persona del mundo cuando aquello solo sería una falacia. No me rebajaba en este punto de mi vida, no creía ser un ser humano magnífico que es mejor que cualquier otro, pero tampoco me veía merecedor de la discriminación en mi empleo ni todo lo que pasé cuando viví aquí en mi época de infante y adolescente.

Sin embargo, el hecho de sentirme bien conmigo mismo, no me impedía ver a Yuu-chan como el ángel más hermoso de todo el planeta tierra. Antaño, viviendo en Rusia, visité otros países por la enorme mejora económica de mis padres. El inglés, ruso y japonés me ayudaron a comunicarme, sin embargo y a pesar de haber conocido a otras personas, nunca conocí a alguien, que se le comparase, que llegase a deslumbrarme como él lo hacía.

Con una enorme desesperación, buscaba su perdón. Yuu-chan jamás se imaginaría cómo me siento, porque nunca cambiaría su gentileza y amabilidad, pero seguía sintiendo rencor, y eso le afectaba bastante. 

A decir verdad mantenía la esperanza de que Yuu-chan hubiese olvidado todo lo acontecido, por lo menos así no supondría una herida verme, incluso si no tuviese una mínima oportunidad para volver con él. De todos modos no la tenía, y lo sabía a pesar de que nos besábamos en este momento.

Lo pensé mucho, lo pensé demasiado, siendo honesto, creo que jamás lograría enamorarme de otra persona. Me consideraba exigente, y el único ser humano en esta tierra que podría llenar mis expectativas, era él.

No quería que volviese a ser el mismo conmigo, y no mentía cuando decía que me alegraba notar que no ponía primero a otra persona antes que a él mismo.

Cuando nos alejamos, sequé mis lágrimas admirándolo a él hacer lo mismo, con sus mejillas tan sonrojadas como las mías. Deseaba hacerlo, desde hace mucho, así que recibir aquello fue maravilloso, como mencioné antes, pero, no entendía por qué me besó si se suponía que deseaba que me alejara de él, ni siquiera me creía con lo que llegué a sentir por él en el pasado.

—Yuu-chan... —sorbí—. ¿Qué fue eso? —pedí saber, él parecía confundido, incluso desubicado, como si de repente, no recordase dónde se encontraba, o quién era él mismo.

—No sé, solo... Yo, no sé... —murmuró, abriendo los labios para posteriormente cerrarlos, moviendo sus brazos con mucha exageración—. ¿Puedo irme?

Parpadeé ante su petición, y mi corazón lo sentí apretujarse por la manera en la que me lo pidió, como un ruego, diciéndome con su tono de voz que no deseaba más acerca de esto, y lo comprendía, en serio que lo entendía, pero deseaba que me escuchase un poco. Un momento de debilidad, y de sinceridad entre nosotros mismos era lo único que deseaba.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoWhere stories live. Discover now