Confesiones

135 24 28
                                    

Capítulo dieciocho

Yuu

Miraba por la ventana de mi trabajo pensando en Mitsuba. Desde mi cumpleaños que parecía actuar de forma muy extraña, como indiferencia, y no entendía la razón de ello. Cuando le llamaba no respondía, y me respondía los mensajes de manera seca. No había hecho nada, según yo, para hacer enojar a mi novia.

Por otro lado, quizá aquello tenía que ver con Akane, porque al final le había contado que fue a visitarme el día de mi cumpleaños, aunque no entiendo por qué a mi rubia novia jamás le agradó mi mejor amiga, quizá era una muestra de celos, cosa que no debería de pasar porque para mí Akane siempre ha sido como una hermana pequeña. Incluso le había comentado que estuve con mi mejor amiga alrededor de diez minutos o menos, sin mentir.

Mikaela en todo este tiempo no me había buscado, y he de admitir que de cierto modo, me molestaba ese hecho. Aunque apenas se acababa la semana, y todos teníamos nuestros respectivos trabajos, y bueno, yo tampoco he buscado a mi ex, cosa que en realidad es mejor para mí, a pesar de que no podía evitar pensar en él y darle mil y un vueltas a ese asunto de la charla que se supone que tendríamos. 

El día pasó rápidamene y casi salí volando de mi oficina no sin antes despedirme de todos mis compañeros de trabajo. Manejé un par de minutos hasta el departamento de Mitsuba, a pesar de que sabía que mi novia no tenía tanto un horario fijo por algún par de investigaciones que esta debía de llevar a cabo.

Toqué la puerta y para suerte mía, la rubia histérica abrió en seguida. 

Mitsuba calzaba unos zapatos negros de vestir, un pantalón guinda cubría sus piernas y su parte superior consistía en una blusa de manga larga bastante ligera de color bayo. Llevaba peinado su cabello rubio en dos coletas y su rostro se encontraba impecable de maquillaje, como usualmente era para mi novia.

No necesitaba maquillaje de todos modos, podía admitir que aquella chica era bastante bonita sin necesidad de alguna crema especial, labial o lo que fuese.

—Ah, Yuu. Hola —me sonrió haciéndose a un lado para que pasase, y así lo hice—. Debiste llamarme, apenas iba a tomar una ducha para meterme a la cama —murmuró cerrando la puerta, mientras ambos nos dirigíamos a la sala de su hogar. Por la hora que era, seguramente sí se encontraba exhausta. 

—No me has llamado o contestado, y tardas mucho en responder mis mensajes. Me preocupé —fui sincero tomando asiento en el sillón de dos, pensaba en sentarme al lado de la rubia, pero esta se acomodó en el sillón individual.

—He tenido mucho trabajo —admitió suspirando, pero podía notar que ni siquiera me dirigía una sola mirada—. Eso es todo.

—¡Debiste de decirme! —farfullé mirándola en un intento por entender su actitud.

—Ya te lo estoy diciendo —rodó los ojos con aburrimiento—. Apenas tengo un pequeño respiro. 

Suspiré asintiendo con la cabeza, no sé qué tanto de trabajo haya tenido como para encontrarse de tan mal humor.

—¿Te parece si te invito a cenar más tarde, cielo? —expresé, con una sonrisa animada, quizá le faltaba despejarse un poco de todas las actividades que llevaba a cabo y yo solo estaba haciéndome suposiciones tontas—. Puedes contarme el último caso que te dieron, o podemos simplemente evitar el tema laboral por un rato.

Mi rubia novia me sonrió tenuemente, y luego escondió su rostro entre las palmas de sus manos, negando con la cabeza, cosa que he de admitir, me dolió un poquito, porque me estaba rechazando totalmente. 

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoWhere stories live. Discover now