Intriga

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Capítulo veintiuno

Mika

Realmente esperaba que Yuu-chan me buscase a mí, y en esta ocasión no se trataba de orgullo, ni intentaba hacerme del rogar como en antaño, pero, había lastimado tanto a Yuu-chan, que no deseaba hacerlo más.

En su cumpleaños, cuando vio el local donde vendían curry, me rompió haber admirado los gestos tan tristes que dibujó en su rostro. Habían pasado dos semanas desde su cumpleaños y no sabía qué pensaba él, no sabía si en serio deseaba arreglar las cosas conmigo o llevar a cabo aquella planeación espontánea que propuse en la reunión con su novia acerca de hablar de nosotros por primera vez de una manera más seria en busca de arreglar las cosas entre nosotros.

Quisiese hacerme a la idea de que quizá se le ha pasado, pero lo tiene en mente, o que desea que se de esta oportunidad que había propuesto, porque lo extrañaba. De hecho esta situación, raramente, me hacía extrañarlo más que cuando estaba en Rusia, quizá porque ahora que está cerca de mí, sé que no fui bueno para él, aunque de algún modo siempre lo tuve en cuenta, y que quizá el haber venido para recuperar un amor de antaño, ha sido la peor idea que he tenido en la vida.

No me merecía el desprecio de mis compañeros cuando era niño, ni merecía que me dejasen de un lado. Yuu-chan tampoco se merecía todo lo que le hice, odiaba saberme yo, el responsable de su desconfianza en muchas ocasiones, cuando él lo único que me dio, fue autoestima. Quizá debió de poner límites, pero me demostró su cariño y amor incondicional, que muy difícilmente terminaría reclamándome algo.

¿Qué podía hacer? No sabía si era buena idea buscarlo, quizá solo para dejar la primera historia de amor en nuestras vidas con un final digno, sin rencores ni remordimiento, porque Yuu-chan me odiaba, lo sabía, pero yo lo seguía amando con locura así como también las culpas me carcomían.

Pude probar otros besos, pude intentar algo con otros hombres, pero nadie se le podía comparar. Imposible, impensable para mí.

Es curioso que cuando salía con Yuu-chan no me sentí del todo infiel, como llegué a sentirlo cuando terminamos, incluso estando en Rusia. Fui un estúpido, y me arrepiento a este punto de mi vida.

Por otro lado, incluso sentía que estaba siendo más duro en la empresa, regañaba con más hostilidad a los empleados bajo mi supervisión y me hacía sentirme de la mierda, pero también eran una causa más a mi estrés, porque sabía que en muchas ocasiones no acataban mis órdenes por el simple hecho de no agradarles del todo, y era un fastidio. 

Está bien, intenté ser un buen trabajador, un líder en la empresa, un amigo incluso, pero si no me dejaron ser buena persona, ahora sería duro y bastante disciplinado al punto de la exageración, porque tampoco me merecía ese desprecio.

Lo que me molestaba en este ámbito, es que temía estar mezclando mi vida personal con la laboral, no deseaba sentir que me desquitaba con los trabajadores de la fábrica aún si sabía que se merecían mano dura si se comportaban de esa manera tan infantil. Sabía perfectamente bien que estaba haciendo las cosas como se debían, y me gustaría que ellos entendiesen todo eso, yo no quería que la empresa se fuese en picado una vez más.

Quizá, al final de cuentas, debía regresar a Rusia, o quizá mudarme de país, porque al parecer, no era bienvenido en Japón, lo cual era triste, ya que yo había nacido y crecido aquí y dolía que nadie aceptase a una persona oriunda del mismo lugar.

Hay que poner límites siempre, no soy más que ellos, pero ellos tampoco son más que yo. Y eso, lo aprendí gracias a Japón y mi cambio repentino hacia Rusia. Por lo menos, en ese aspecto le agradecía a este país todo lo que aprendí con ello.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoWhere stories live. Discover now