Tras una estable vida junto a una mujer tan adorable y temperamental como lo era Mitsuba, Yuu se reencuentra con el ser que más había amado en todo el mundo.
Sin embargo, no pensaba darle el placer de siquiera demostrar su interés en aquel rubio. A...
No había hablado aún con Mikaela de nuestro pasado. No quería hacerlo, porque ciertamente me daba un poco de temor, y se lo hice ver poco después de terminada la reunión con mi novia.
Fue agradable que Mika me dijese que no había problema alguno, que no me preocupase por ello y que cuando estuviese listo, hablásemos. Incluso me dio su número de teléfono. Todo aquello en secreto y disimulo. Cuando salimos de la casa de Mitsuba, Mika me quiso invitar a charlar sobre ello, sin embargo fue cuando admití que aún no me sentía preparado para ello.
De algún modo, había sido extraño y nostálgico convivir con Mika esta vez, porque no puse límites tan evidentes entre él y yo, pero también había una razón para ello: Quería olvidar todos los sentimientos negativos que guardaba por mi ex, vivir sin el recuerdo amargo de nuestro noviazgo.
El hecho de que propusiese que nos dijésemos las cosas del pasado me parecía algo terapéutico, aunque, al final de cuentas no había algo fuera de lo obvio que pudiese decirle al rubio. No me gustaba echar en cara las cosas a las personas, pero sí me guardé muchas emociones a lo largo de nuestra relación cuando salíamos e incluso antes.
Lo que me ponía más nervioso era escuchar a Mika hablar de lo que fuese que quisiese decirme, aunque no era momento de ponerse a pensar en temas del pasado que se supone que deberían de quedarse donde estaban y no afectar el presente o el futuro que llegaba, además de que prácticamente faltaban un par de horas para mi cumpleaños y yo solo podía pensar en Mikaela.
Usualmente organizaba una fiesta donde invitaba a mis amigos de la escuela, de la universidad incluso, y, evidentemente, a mi familia, pero en esta ocasión no me apetecía realizar la susodicha fiesta porque no quería invitar a Mikaela, y si no lo hacía iba a sentirme demasiado culpable de ello. De todos modos me sentía sin ánimos así que estaba bien pasar un día con mi propia compañía.
También me encontraba un poco preocupado por Mitsuba. Había estado bastante ausente conmigo, parecía querer evitarme incluso. Los fines de semana se supone que al menos un día del mismo es para nosotros, y aún así, mi rubia novia había dicho que tenía algo de trabajo pendiente. Y yo le creía, pero siempre procuraba hacerse espacios para que pasásemos tiempo juntos, así como yo también lo hacía.
Suspiré sonoramente, apagando la luz de la lámpara al lado de mi cama, y cerré los ojos dispuesto a dormirme. Por ser mi cumpleaños me habían dado el día de hoy, porque por suerte al día siguiente era sábado y yo no iba a trabajar el mismo día así como tampoco los domingos.
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Los insistentes sonidos de la puerta siendo tocada me despertaron, así que algo somnoliento y con mi cabello aún más despeinado de lo usual, caminé a la puerta colocándome en el proceso mis sandalias para andar por la casa.
