Me besó.

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Jacob

- hola guapo - una mujer se me acercó cuando estaba descansando tranquilamente - ¿estas solo o acompañado?-

Me puse más cómodo en la tumbona, me puse las gafas en el puente de la nariz y la miré de arriba a abajo. Rubia, ojos verdes y una mirada seductora, nariz perfilada y labios carnosos, tentadores. Buen busto y una cintura de avispa, con gran trasero y unas piernas preciosas.

Sin embargo, a la mente siempre se me viene Gabriela. Mi Gabriela.

- Estoy solo, pero no necesito compañía - me volví a recostar en la tumbona y la mujer siguió insistiendo, sentándose ahora en la tumbona vecina.

- Bueno, igual te acompañaré ¿no está haciendo como un poco de frío? - se levantó y acercó más su tumbona a la mía - me llamo Liliana - la miré.

- Jacob - la verdad es que si estaba haciendo un poco de frío, me parece que este hotel tiene spa, no estaría mal un poco de relax después de todos los problemas que tengo encima.

Además, pensándolo bien, la chica no estaba nada mal, me podré divertir un rato.

Me senté en la tumbona y me giré hacia ella.

- ¿te apetece ir al spa de hotel? - estaba seguro que iba a aceptar, la notaba desesperada aunque realmente seguro no tendría motivos para ello.

- Claro que sí - me contestó sin pensar y con los ojos iluminados se levantó y me agarro de la mano.

Al llegar a la entrada del spa, mi instinto estaba nervioso, llevaba todo el día así pero al parecer ahora mucho más.

Nada más llegar y me encuentro con mi hermana y Bety hablando muy animadamente. Ruedo los ojos y nos encaminamos a buscar mas jacuzzis al final del spa.

Nunca creí sentir tanto dolor y rabia al mismo tiempo. MI MUJER CON UN HOMBRE AL LADO, CASI BESÁNDOSE.

No se como me pude controlar para que no convertirme porque lo único que quería en ese momento era arrancarle la cabeza a ese hombre de un mordisco.

Agarré a Gabriela y de un tirón la saque del jacuzzi, se sorprendió y me miró.

- ¿Que coño haces? - ese capullo me estaba hablando y mis ganas de matarlo aumentaban.

- Jacob ¿ de que va todo esto? - Liliana estaba nerviosa se notaba y sus ojos verdes gritaban huir de esa situación.

- Suelta a mi chica imbécil o te buscarás problemas - y esa fue la gota que colmo el vaso.

A los segundos ya me encontraba cogiendo a ese gilipollas por el cuello. Lo levanté y escuché a Gabriela pedirme que parara.

- Esa chica que dices tuya, es mi mujer, y espero que no te acerques nunca más a ella o no saldrás vivo a la próxima - lo solté de golpe.

Cuando siento un puño golpearme, ya no hay marcha atrás. La gente del spa se alarmó mientras escuché a los empleados llamar a seguridad. Ni eso me iba a parar.

Empecé a golpearlo como si fuera mi saco de entreno y cuando estaba a punto de perder la vida sentí las pequeñas manos de Gabriela en mi cara intentando distraerme.

- Por favor Jacob para, por favor, te lo suplico, nunca más lo volveré a hacer por favor para - empezó a llorar y mi corazón, el poco qué tengo se encogió.

Antes de que llegara seguridad la saqué del spa a rastras. Subimos a la habitación y empecé a empacar, intentaba concentrarme en otra cosa que no fuera ese cabrón besando y tocando a mi mujer. La rabia se iba apoderando de mi ser, mis celos y mi sentido de posesion natural me estaban jugando una mala pasada. Ahora quería hacerla completamente mía hasta borrar las caricias de ese hijo de puta de su piel. Quería hacerle saber que ella es solo mía, solo yo la puedo tocar y solo yo puedo besarla y verla como ese hombre la miraba.

Se puse delante de mí, sentí el miedo recorrer sus venas, pero hizo algo que jamás esperé que hiciera. Me besó.

Me besó desesperadamente y yo no me negué, la necesitaba, mis labios y los de ella eran dos imanes que se hacían falta.

La agarré de la cintura y la levanté en peso a mis brazos mientras no separábamos nuestros labios.

Me acosté en la cama con ella encima, la acariciaba, tocaba todo ese cuerpo que a pesar de no ser el cuerpo de Liliana, me volvía loco, hacía que sintiera necesidad de tocarlo y de besarlo.

Estúpida HumanaWhere stories live. Discover now