El último cliente del día.

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Gabriela

Me desperté en la madrugada, había tenido pesadillas. Estaba agitada y con lagrimas secas en el rostro. Intenté volver a dormir pero esos rostros ensangrentados no me dejaban cerrar los ojos.

Cuando empezó a salir el sol bajé a la cocina. Jacob estaba mirando por el ventanal.

- Hola - dije logrando captar su atención.

Me miro con el ceño fruncido y miró el reloj de la pared.

- ¿Qué haces despierta tan temprano? Todavía te quedaba media hora de sueño - me alcanzó la bolsa de pan que estaba intentado agarrar.

- No he podido dormir bien hoy, tuve pesadillas...- dudé si decirle o no - solo veía rostros llenos de sangre, parecían sin alma, estaban vacíos y no dejaban de atormentarme - abrí el refri en busca de algo que añadirle a mi sandwich matutino, Jacob no dejaba de observar cada uno de mis movimientos.

- ¿Por qué no viniste a mi habitación? - se acercó a mí pero lo esquivé llegando a la sandwichera.

- Pensé que querías verme lo menos posible... - dije casi en un susurro.

Jacob me agarró del brazo y me volteó hacia él.

- Gabriela...- dijo en tono de advertencia mientras me acariciaba la mejilla - eres tan difícil, tu asqueroso olor no te quita el atractivo que tienes...- se fue acercando lentamente a mi cuello, especialmente a su marca.

Puse las manos en su pecho y lo frené antes de rebajarme aún más.

- Jacob, tienes que aclararte - le miré a los ojos - tienes que elegir si estas conmigo o estas con Betty - saqué mi sandwich y salí al comedor con Jacob siguiéndome el paso.

Me senté y él imitó mi acción a mi lado derecho. Me miraba expectante.

- ¿Por qué la quieres más a ella que a mí? - pregunté finalmente.

- Eso no es verdad Gabriela, sabes todo lo que esta conexión conlleva - se relajó en el respaldo de la silla - tengo algo que hablar contigo - me miró.

- Desembucha - dije aún saboreando mi desayuno.

- El consejo me ha exigido descendencia - me atraganté con el último trozo que tenía en la boca.

- ¿Con eso te refieres a ... - no me dejó terminar.

- Si Gabriela, a hijos, a eso me refiero - sin pensar solté una carcajada seca, sin entender aún la gravedad de la situación.

- Jacob tengo 17 años, ni lo pienses - exclamé con burla.

- Eso no importa Gabriela - me miró totalmente serio, no lograba distinguir ningún ápice de mofa en su mirada.

- No me vas a obligar Jacob - dije ya asustada, comprendiendo poco a poco lo que me esperaba.

- No hay otra opción Gabriela, así lleva siendo durante siglos, y así seguirá siendo - se levantó de su asiento - ahora vete a arreglarte, salimos en quince - indicó y se alejó escaleras arriba.

Sea como sea, no me podía obligar a tener hijos. Ese no era mi plan de vida.

Cuando llegué a la cafetería Max todavía estaba abriendo las puertas.

- Buenos días Alpha - dirigió su mirada hacia mi - buenos días Luna, ayer lo hizo muy bien espero que se haya quedado con lo aprendido- me dio una pequeña sonrisa.

Jacob lo miró serio. Me miró a mí y se despidió dándome un beso en la mejilla.

El día pasó rápido. Los vigilantes de Jacob habían entrado un par de veces por la cafetería y hasta habían pedido unos cafés. Ya era la hora de irse hasta que Max me pidió que atendiera a un último cliente. Sin rechistar lo hice. Salí de la sala de servicios y me fijé en que el hombre que estaba de espaldas a mi era corpulento, vestido casual.

- Hola buenas tardes, bienvenido ¿Qué desea? - pregunté mirando al ordenador para apuntar lo que el señor iba a querer.

- Un café solo y una dona, por favor - esa voz me sonaba así que miré al frente y para mi sorpresa, allí estaba Ivor.

- ¡Ivor! - exclamé alegre - que sorpresa, ya mismo te doy tu pedido.

Cuando le entregué el café con el dulce me pidió que me sentara con él, pero como empleada no podía hacer eso. Sin embargo mantuvimos una conversación.

- Vente conmigo Gabriela, ya casi vas a cerrar, me gustaría llevarte a un lugar y después te dejaré en tu casa - indicó con una enorme y bella sonrisa.

- No puedo Ivor...tengo que estar junto con Jacob - miré hacia otro lado evitando mostrar la faceta que a todos quería ocultar.

- Sé que no me dices la verdad Gabriela - se levantó - en esa hermosa carita se nota que no eres feliz, además de los malos tratos que te dan en tu casa - hizo el amago de acariciarme el brazo, pero me aparté.

- De verdad que no puedo Ivor, él es mi mate y... - no me dejó terminar cuando un vigilante de Jacob entró a la cafetería, buscandome.

Cuando me encontró me agarró fuertemente del brazo, me quejé mientras me arrastraba a la salida.

- Suéltala, le haces daño ¿no lo ves? - le preguntó al mastodonte que me agarraba con mucho afán de terminar su turno de trabajo, al parecer.

Ivor al ver que no le hacía caso, le dió un puñetazo al mastodonte y cuando estaba aturdido aprovechó para agarrarme y salir corriendo.

- Ivor, para ¿qué haces? - le dije agitada.

El me miró mientras parábamos al lado del que supongo será su coche.

- Quiero que por un día seas feliz y te olvides de toda la mierda que tienes que vivir - me miró con la misma sonrisa de antes - súbete, no te preocupes no va a pasar nada- .

Y en ese mismo momento decidí hacerle caso a mi espíritu y subirme.

Jacob

- ¿Cómo? - volví a preguntar.

- Señor, la señorita ha escapado con un hombre - me dijo uno de mis mastodontes por llamada. Estaba agitado, y nervioso.

- ¿Es que no saben hacer su maldito trabajo? - exclamé notando como la furia se apoderaba de mí - quiero que me la traigan en 1 hora como máximo, ya verán las consecuencias si no cumplen con el único trabajo que tenían - colgué.

Tiré todo lo que tenía en la mesa, ¿con quién se podría haber ido? No conoce a nadie, a ningún chico, no es posible.

Decidí llamar a Max.

- Señor Alpha, ¿como está? - respondió nervioso.

- ¿Qué pasó con Gabriela? Maximiliano, quiero todos los detalles - dije bastante enfadado.

- Bueno pues...eh... - .

- ¡responde carajo! - le interrumpí, sentí que mi paciencia se iba acabando a cada segundo, solo de pensar a mi mate con otro hombre me hervía la sangre de una manera descomunal.

- Un cliente entró casi a la hora de cerrar, lo que suele ser inusual, ella al parecer lo conocía porque estuvieron hablando en la mesa...- suspiró - luego, uno de sus mastodontes entró y la agarró por la fuerza, entonces ese hombre le dió un puñetazo y corrió con ella hacia otra calle - cogió aire - después no se que más pasó Alpha-.

- ¿No viste como era el hombre? - estaba decidido a matarlo.

- Perdóneme señor Alpha pero, solo estaba escuchando desde la otra sala, pero espere...creo que el hombre se llamaba Ivan o Iver... no puedo recordar bien, aunque después cuándo salí y vi que le dio un puñetazo el hombre parecía ser hombre lobo, aunque no podía oler que fuera de la manada - terminó.

Así que fue ese desgraciado, lo voy a encontrar y no me importa el maldito contrato, se va a arrepentir toda su vida de haber tocado si quiera a mi mujer.

- Gracias Maximiliano, te recompensaré - colgué.

Después de esa llamada ordené a mis hombres a vigilar la casa de ese imbécil, con suerte iría allí... con ella.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora