Besos por el cuello.

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Gabriela
Al bajarnos del avión un coche nos esperaba para llevarnos de nuevo a la mansión. No estaba para nada de ánimos y menos después de la mini conversación que tuve con Jacob.

No se que pensar de él, me sorprende la capacidad que tiene de hablar de las personas como si no tuvieran sentimientos y él no hiciera daño.

Al entrar al coche saludé al chofer, como solo podíamos ocupar 5 personas nos subimos Coral, Erick, Jacob y yo. El camino parecía muy largo. Así que me volví a poner los audífonos y cerré los ojos.

- Jacob, ¿tu que intenciones tienes con mi prima? - baje la música para escuchar mejor, seguro piensan que estoy dormida - digo, Señor Jacob - casi me rio pero aguanté las ganas.

- Coral ¿por qué tan curiosa? Ella es mi mate, por lo que me pertenece y tiene que estar conmigo - maldito egoísta. Quiero matarlo a puñetazos.

- Pero ¿tú la quieres? - con esa pregunta sentí que mi corazón iba a encogerse hasta desaparecer, tenía miedo por su respuesta.

- Coral basta ya de preguntas, duérmete como tu prima - ese fue Erick quien parecía molesto por la curiosidad de su mate.

- No Erick, es normal que se aburra, y sí, la quiero, lo que siento por ella es algo anormal, una conexión muy fuerte, incluso más fuerte que la vuestra ya que soy un Alpha -.

- Pues no se nota... - escuché a Coral susurrar, supongo se habrá olvidado de que son lobos y pueden escucharla.

- Se acabó Coral - Erick ya estaba enfadado y de repente se sentía una tensión muy grande en el ambiente. Pobre chofer.

Desde ahí solo hubo silencio absoluto y yo no podía dormir pensando en las palabras de Jacob. Si me quiere tanto como dice por qué me trata de esa manera, por qué no me demuestra que de verdad me quiere y que no soy un juego.

Después de unas horas llegamos a la mansión. Al salir la contemple, casi no estoy afuera.

Tan grande y tan carcelera.

Al entrar Coral me agarró del brazo y me arrastró hasta su habitación.

- Antes en el coche hable con Jacob de ti - la interrumpí.

- Lo se, me estaba haciendo la dormida - puso mala cara pero a los segundos se le fue.

- Bueno y ¿qué piensas? - si es verdad que mi prima estaba muy curiosa.

- Pues sinceramente no lo se Coral - ella se puso cómoda en la cama y yo me senté a su lado - ayer hice el amor con él - se quedó pálida y proseguí antes de que me dijera nada - sentí que éramos nuestros, me deje llevar por la pasión y te lo juro que nunca había experimentado una situación así. Pero después aparece de la mano con esa bruja y me muero de los celos, él es mío, es mi mate y no me puede hacer eso - ya estaba hablando muy rápido ( eso me pasa cuando me enfado) - es que esto ha sido muy rápido, en cuestión de una semana nuestra vida cambió de una manera radical, y te envidio porque tu amor si es recíproco - la miré y ella me abrazó a modo de consolación.

- Pues yo creo que deberías darle una lección, no digo que le pagues con la misma moneda, porque mataría a esa pobre moneda, pero si darle una advertencia sin palabras-.

- A ver que se te pasa por esa cabeza retorcida Coral- las dos reímos.

- Pues mira, nosotras según lo que me ha dicho Erick podemos visitar la manada, siempre cuando ellos estén en el poblado y si no recuerdo mal iban a ir mañana - eso me parecía estupendo - así que mañana no le muestres interés, tú solamente distráete como si él no existiera y veremos como actúa-.

La idea de Coral no me pareció tan descabellada, solo tenía que tener cuidado con los hombres y con mis pensamientos ya que el me los podía leer.

Coral y yo pasamos el resto de la tarde dando paseos por la mansión y riéndonos por tonterías. Ella era mi salvación en medio de todo este caos.

En la hora de la cena yo lo hice con las cocineras, me agradaban, eran de mediana edad y tenían muchas historias que contar, además de que eran hermanas. Seguro Jacob me reclamaría por esto pero me vale.

Cuando terminé subí a la habitación, Jacob ya la ocupaba. Estaba sin camisa en el baño, lavándose los dientes, no pude evitar mirarlo, con deseo, con posesividad. No me reconocía, esta no era yo. Me miró a través del espejo y yo aparte la mirada, tímida, como si ya no le hubiera visto nada. Estúpida.

Cuando terminó se acercó a mí, pacíficamente.
Me agarró por la cintura y yo con todas las fuerzas del mundo me intentaba negar, pero sus labios, y sus ojos que me hipnotizaban.

Su rostro es tan bello.

- Y el tuyo también principessa- sonrío de medio lado y yo me di una palmada mental.

- Podrías no meterte en mi cabeza, por favor - se acercó más y me besó la mejilla.

Yo me intenté alejar, ya recuerdo por donde iba esto. Pero el me tenía muy sujeta.

Bajó a mi mentón dándome pequeños besos, haciendo un camino imaginario por todo mi cuello. Yo sentí placer, y más cuando llegó a su marca, la besó por un largo rato y yo me retorcía, quería quererlo y besarlo yo también. Era una fuerza dentro de mí que no podía controlar.

Le agarré la cara y empecé a besarlo yo también por el cuello, de puntillas. Hasta que se dio cuenta y me levantó en brazos, ahí le bese los labios, un beso pasional que desprendía amor, de repente lo sentí vulnerable hacia mí.

Aproveche esa oportunidad de vulnerabilidad para bajarme rápido y darle un tortazo del que seguro me arrepentiría.

- Esto por no respetarme - me miró furioso, pero yo no sé de donde saque la fuerza de voluntad para encerrarme en el baño.

- Si quieres empezar una guerra te advierto que yo soy el mejor guerrero - me gritó desde fuera.

- Y yo te advierto que si quieres guerra, la tendrás y no te va a gustar nada, celópata - y con eso me metí en la ducha caliente mientras lo oía refunfuñar.

Estúpida HumanaWhere stories live. Discover now