Ivor

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Jacob

- Entonces, ¿como están las cuentas en la manada? - dirigí mi mirada al señor López.

- Todo marcha excelentemente, además ahora estamos haciendo negocios con las manadas del sur, el miércoles cerramos el trato y con ello ya tendremos el 50% de los beneficios- miré a su hijo Ivor, quien no me daba nada de buena espina.

Gabriela y él no dejaban de mirarse mutuamente y eso no me hacía nada de gracia.

- Perfecto, me alegra saber que te has convertido en un gran empresario. Tu padre estaría orgulloso de ti - se me cerró el estomago cuando me acordé de mi padre y de su trágica muerte.

- Gracias- contesté seco.

Los demás empezaron a hablar con Erick, sobre temas poco interesantes.

Mi padre era un gran jefe, y fue un gran padre a pesar de yo no ser el mejor hijo del mundo. Fue una gran batalla, demasiado sangrienta, los humanos no saben pelear limpio.

Miré a Gabriela, es preciosa, la mujer más hermosa de todas, pero es humana y eso es lo que me mata. Quizá tenga razón en que mi orgullo me matará pero más daño me hace ella cuando me recuerda aquella batalla cada vez que se acerca a mí.

Note como Ivor se levantó y Gabriela también. Fruncí el seño y cuando me iba a levantar también para interrumpir su escapada el señor Lopez me pidió ver las bodegas que anteriormente estaban funcionando gracias a mi padre junto con otros de mis familiares. No me podía negar ya que tenía negocios muy beneficiosos e importantes con él. Ya arreglaría cuentas con Gabriela más tarde.

Gabriela

Después de que Jacob me mirara de una manera muy extraña, Ivor me pidió ver los alrededores de la mansión. Asentí aun sabiendo que me estaría metiendo en problemas con Jacob.

- Tu casa es muy grande - lo miré cuando después de un buen rato habló - ¿como te va siendo la Luna? Digo... si me permites preguntar-.

- Bueno, todavía no ha sido la fiesta oficial, va a ser dentro de poco, supongo que estarás invitado aunque no seas de la manada ¿no? - nos sentamos a la vez en un banco por los alrededores del jardín, al frente veíamos la fachada trasera de la mansión.

- Bueno, aún no me ha llegado la invitación- se rió levemente - entonces se puede decir que ¿ todavía no has ejercido tu cargo? -.

- Bueno, pues no pero a decir verdad tampoco me corre prisa, es como que tengo miedo a tener tanta responsabilidad sobre mis hombros - respondí sincera.

- Eres humana, es normal que tengas miedo...- se quedó pensativo - a ver digo, no me malinterpretes, no es que seas débil no...- se rascó la nuca nervioso y yo me reí.

- Tranquilo Ivor, se a que te refieres - miré a la mansión- ¿tu también le tienes asco a los humanos?-.

- ¿Qué? Claro que no, además aunque fueras vampira no te podría tener asco... - él también miró al frente.

- ¿Por qué? Digo... apenas me conoces y...- .

- Gabriela mi hermano quiere que vayas, obedece - Anastasia apareció en nuestro campo de vista, nos miró a los dos y después se quedó como boba mirando a Ivor.

- Yo te acompaño y así nos despedimos - Ivor se ofreció con una sonrisa y Anastasia rodó los ojos.

- Claro vamos - .

- Normal que mi hermano te odie, estúpida - soltó Anastasia mientras caminaba en sentido contrario a nosotros.

- ¿Es eso verdad? - Ivor me agarró la mano para voltearme - ¿Tu mate te odia? - frunció el seño.

Miré nerviosa intentando no decirle la verdad.

- No, no me odia, pero ella sí...la hermana celosa...- me reí nerviosa esperando que me creyese.

Ivor se acercó a mí, me tomó la barbilla con la mano y me hizo mirarle.

- Gabriela, no te quedes donde no te quieren, recuerda que tienes más opciones - me soltó y me miró duro, parecía enfadado - si él no te valora... seguro otro lo hará - ¿se refería a él?.

- Tranquilo Ivor, no pasa nada, yo soy feliz, además no soy masoquista para quedarme en un lugar donde me tratan mal - sonreí para tranquilizar la situación - bueno sigamos, seguro ya está esperando-.

Seguimos caminando hasta llegar a la puerta del despacho, donde supongo que me estará esperando Jacob.

- Es aquí - dije.

- Bueno, espero verte de nuevo Gabriela, quedaron muchas cosas pendientes de las que hablar - me tomó la mano y depositó un beso en ella - si tienes algún problema acude a mí, me agradas - sonrió.

- Gracias Ivor - le devolví la sonrisa y notaba como empezaba a subir el color a las mejillas.

Esperé a que bajara las escaleras para tocar.

Entré después de tres toques. Jacob estaba en el sillón de su despacho, fumando un cigarro. Me miró de arriba a abajo y apareció ese sentimiento de atracción incontrolable hacia él.

Se hizo a un lado indicando que me sentara, obedecí y apagó el cigarro.

- Hueles a él - soltó de sopetón.

- ¿Y qué con eso? Estuve hablando con él solamente - sus ojos se pusieron rojos, por favor otra vez no.

- Gabriela, nadie más que yo te puede tocar - se acercó a mí y me puso la mano en la mejilla para que lo mirara.

- En cambio, tú si puedes tocar a otras que no sea yo - declaré con odio.

- Ya sabes lo que hemos hablado de eso Gabriela - se acomodó en su lugar y tomó un trago de la bebida que tenía en la mesita de al lado.

- Me da igual Jacob, si tú no me respetas yo tampoco lo haré - me miró incrédulo y se volvió a acercar pero esta vez se puso encima de mí.

- A mi también me da igual, me da igual lo que digas tu sigues siendo mía Gabriela - me apartó el pelo del cuello y depositó unos besos en la marca, no pude controlar mis gemidos y eso pareció haberlo agradado ya que rió levemente y siguió. Recordé que estos besos se lo podría haber dado a Betty anteriormente y ya no me causaba placer, ya quemaba y lo aparté.

- Vete a hacerle estas cosas a Betty, a mi no me vas a tocar hasta que me respetes, deberías comportarte como un adulto y como el Alfa que eres, sin embargo pareces un niñato inmaduro. Plantéatelo Jacob. - me intenté levantar pero él tiró de mi hacia su regazo.

- Gabriela, no me prives de ti - reí incrédula.

- Eres tú el que me has privado de ti, ya no dormimos en el mismo cuarto y hace nada me dijiste que cuanto menos nos viéramos mejor - lo miré con los ojos llorosos - no hay quien te entienda Jacob -.

Por segunda vez me intenté levantar pero él volvió a ejercer fuerza.

- No serías capaz de entender mis razones principessa - lo miré y sin saber porqué puse mi mano en su mejilla y lo acaricié.

Estúpida HumanaWhere stories live. Discover now