Me iré con Ivor.

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Jacob

Ya había pasado una semana de aquel incidente con Ivor, una semana en la que Gabriela a penas me dirigía la mirada. Es entendible, pero no lo acepto, ella es mi mujer.

Me he enterado de que ha estado haciendo llamadas a Ivor con el móvil de una empleada, es entendible, pero sigo sin aceptarlo. Me hierve la sangre cada vez que recuerdo que ella lo aprecia más a él que a mí. Es entendible, pero me niego a aceptar esa realidad.

- Jacob, ¿que te pasa conmigo? - preguntó Betty entrando sin llamar a la puerta.

- Betty, por favor sale, ahora no tengo tiempo para ti - la miré al no recibir respuesta.

Estaba parada a unos pocos metros de la entrada de mi despacho, vestía una falda de vuelo con un top y unos tacones. Ya no sentía lo mismo por ella, no me excitaba como antes, solo podía pensar en una sola mujer.

Los ojos cristalinos de Betty me daban a entender qué algo malo estaba a punto de empezar.

Se acerco rápido al escritorio y con unas tijeras amenazo con lastimarse. Acto al que reaccione tranquilo, no era la primera vez que ocurría.

- Me dijiste que jamás te ibas a enamorar de una humana, y menos de ella - gritó exaltada - estoy harta de que ya no me hagas caso, tú eres mi hombre Jacob, entiende que ella es una humana, recuerda lo que le hicieron esos seres a tu familia -.

Esas últimas palabras significaron los últimos segundos de una bomba de relojería que había dentro de mí. Sin pensarlo dos segundos, mi lobo interior tomo control de la situación. Se abalanzó contra Betty cuando esta empezó a llorar aún mas fuerte, presa del miedo.

Recuerdos de la muerte de mi familia llegaron a mi, como un torbellino que arrasó con todo la tranquilidad que hasta el momento había tenido.

- Jacob, cálmate por favor - me gritaba, sin embargo, yo no podía parar.

De un momento a otro sentí como unas manos pequeñas me agarraban. Mi lobo se estremeció al sentir su olor, era ella, mi pequeña Gabriela.

Ella me miraba asombrada, y a la vez con miedo. Me levanté y salí de ahí, cegado por la rabia que había impregnado Betty en mí.

Al momento salió Gabriela, notaba su respiración agitada, junto con su corazón acelerado.

Gabriela

Salí detrás de Jacob, jamás lo había visto así con Betty.

- ¿Hoy no tienes que hablar con Ivor? - me preguntó sarcástico.

- Jacob, dejemos la fiesta en paz, mejor ¿por qué no me dices la razón de la que te pusieras así con Betty? - pregunté agarrándole de los hombros.

Ante ese tacto, el se estremeció, se dio la vuelta y me agarró la cara, obligándome a mirarlo.

- No quiero que hagas preguntas Gabriela, quiero que me dejes en paz como lo has hecho hasta ahora - y con ello me soltó y se fue hacia su habitación.

Me quedé estática en mi lugar, hasta que Betty salió de su despacho, llorando. Me miró con rabia y emprendió el mismo camino que Jacob.

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Estábamos todos sentados, en la cena, callados. Jacob a la cabeza de la mesa y yo sentada junto con Coral al otro extremo.

Últimamente Coral ya no está tan junta de Erick. Ella ha estado colaborando en la casa o saliendo con unas amigas lobos que ha conocido.

Esta semana he estado comunicándome con Ivor a escondidas de Jacob, pero es obvio que por la contesta que me dio hoy, ya lo sabía. Ivor se había convertido en un buen amigo en quien confiar, podía expresar mis sentimientos abiertamente con él, sabía que no me iba a juzgar.

- Les tengo que comunicar algo - Jacob rompió el silencio que habitaba en el comedor. Todas las miradas se dirigieron a él - Erick y yo nos iremos por tres días a España...por viajes de negocios -.

Coral miró furtivamente a Erick, sorprendida por la noticia de la que seguramente acababa de enterarse. Se levantó rápidamente de su asiento y corrió escaleras arriba, sollozando.

Iba a correr detrás de ella, pero Jacob me lo impidió, diciendo que era cosa de ellos dos, que no me metiera en problemas de pareja, pero al parecer se olvidaba de que Coral, es mi prima.

Anastasia y Betty se retiraron, no sin antes dejar unas desagradables miradas en la mesa, dejándonos a Jacob y a mi, terminando de cenar.

- ¿No te alegras de que me vayas a perder de vista por tres días? - preguntó cínicamente.

- No seas cínico Jacob, tu más que nadie sabes que desde que me marcaste, por desgracia me haces falta - lo miré, al no recibir respuesta.

Se levantó y se acercó lentamente, como siempre ha hecho, como lo que es, un lobo acechando a su presa.

- Entonces, te hago falta, me necesitas...ajá- apoyó la cadera en la mesa, adoptando una pose atrevida.

- Por desgracia dije - lo miré de nuevo, sus ojos verdes me atraparon.

Me agarró suavemente la cara, me observaba atentamente, en silencio y eso me ponía a mil por hora.

- Jacob, creo que me retiro...- no me dejó terminar.

- Tu no irás a ninguna parte, y si vas, será a mi habitación - se acercó a mi oído - tu a mi también me haces falta-.

- ¿Es enserio? Acaso... ¿quieres volverme a utilizar? - me levanté y me puse a casi su altura.

- ¿Quien ha dicho eso? - me agarró mas fuerte de la mandíbula, obligándome a mirarlo - Gabriela...te necesito entre mis brazos, créeme por dios -.

- Te creeré cuando dejes a Betty, o no es que están juntos - lo miré desafiante.

- Estoy jodidamente harto de este tema Gabriela, por el amor de la diosa Luna, ¿acaso eres tú quien ya no me quiere? - resignado por la situación se sentó en la silla en la que antes estaba Coral.

- Ay no, no me digas que ahora vas a hacer un drama - me reí sarcástica - cuando entenderás que yo no soy segundo plato, ni de ti, ni de nadie -.

- Y no lo eres Gabriela - resopló cansado - eres mi mujer, mi luna...yo te amo y eso es algo que no puedo negar, pero me da rabia que no me entiendas, eres humana, una raza inferior - y hasta ahí llegué.

- Pues entonces déjame, seguro que la Luna tiene una hermosa loba para ti...¿Sabes que haré? - me acerqué a su cuerpo, tentándolo.

Agarré su mandíbula como había hecho él, lo acaricié, puse a prueba su capacidad de control, acercando mis labios a los suyos, rozándolos, sin besarnos.

Y ahí, a un centímetro de besarnos...

- Me iré con Ivor, a ser feliz, como nunca lo seré contigo - me aparté bruscamente, dejando que asimilara la situación.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora