Living food.

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Esto era lo que nunca se había atrevido hacer desde la primera vez a los siete años. Sin embargo, hoy se encontraba sentado en el comedor de su departamento, con la cara de los niños cuando tienen cita con el médico.

El delicioso aroma a comida yacía en el ambiente pero este poco a poco había Sido reemplazado por una espantosa combinación entre alimentos y medicinas. Temió lo peor.

—¡Está listo!

Sobre todo cuando la voz animada de su mejor amigo llegó a sus tímpanos avisando que la cena de ese día estaba servida.

Llegó casi saltando de pura emoción desde la cocina, llevaba, además del sartén dónde yacía la comida aún humeante, un plato y cubierto para que Shu pudiera probar lo que hacía llamar obra maestra.

Pero lo que sea que estaba en el plato parecía respirar.

Sentía a sus intestinos querer salir corriendo en ese momento. Tragando su miedo, deslizó el cubierto y pico un par de veces la superficie oscurecida de lo que sea que le había servido, ¿Dónde estaban las patatas que le prometió?

Acercó lentamente la porción de comida a su boca y de la misma forma fue abriendo está misma rezando por qué, al menos, no fuese tóxico.

Hizo una mueca.

El primer mordisco y rápidamente el sabor a quemado se esparció por su cavidad bucal. Después, cuando empezó a masticar el bocado, la viscosidad le revolvió el estómago, lo que sea que fuera eso, no estaba cocido del todo.

Valt lo miraba atentamente, cada mueca y cada reacción, así que pensó muy bien sus acciones antes de querer vomitar lo que estaba comiendo.

—¿Y bien? ¿Está delicioso?— pregunto el chico ingenuamente sin darse cuenta de las notorias arcadas que Shu estaba luchando por suprimir.

—s-si...— mintió.

—¿Enserio?— sus ojos destellantes le indicaban cuan feliz se sentía por su respuesta aprobatoria —. Pero ... Tienes la cara azul...

—b-bueno...

—¿Sabía mal?

Miró como sus ojos brillaban con más intensidad, sin embargo, no era de felicidad o emoción parecida.

—n-no... exactamente...

—¡S-soy horrible! ¡Cocino terrible!

—¡N-no! Bueno... — rasco su nuca nervioso—. Quizá se pasó un poco...

—¡Lo siento, Shu!

—no importa, ya no. Vamos, anímate — insistió el albino levantándose de la silla y poniendo una mano en su hombro señalando su apoyo.

—¡Pero aún así sabe terrible!— fue en ese momento cuando Valt pensó en algo interesante—. ¿Me enseñas a cocinar?

Una pregunta que dejó a Shu con muchas dudas en la cabeza, sin saber realmente por qué había aceptado tal petición.

—supongo...

𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚𝐦𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 [one shots/Shalt]Where stories live. Discover now