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Lisa POV.

No sé exactamente qué pensé cuando sentí el ardor en la mejilla. Tal vez algo de ira, nunca nadie me había abofeteado. Pero la ira no era por eso precisamente, era porque me había abofeteado mi novia sólo porque quise besarla. Tampoco me sentí explotar como lo habría hecho en otra ocasión, sólo me marché.

Ese juego suyo, ese tonto juego, me tenía con estrés todo el tiempo pero, de tanto tiempo con Jennie, ya ni se me notaba. Me parecía una gran estupidez, ella sola se comportaba como la castaña, ya hacía tiempo que había comprendido las diferencias.

Pero me dio mucha rabia lo que hizo, así que me fui de esa casa directa con la persona que podría responder todas mis inquietudes. Sí, Jennie Kim. Aunque sentía un extraño odio hacia ella, sabía que ninguna otra persona podría responderme.

En el camino pensé lo curioso que era que de una u otra forma, siempre terminara en su puerta, hiciera lo que hiciera. Sin embargo, no vacilé el paso en ningún momento. Estaba completamente segura de que ella podría ayudarme, aún que la idea me disgustaba.

Cuando estuve en su puerta me tomé unos segundos para pensar. ¿Qué pasaría si la cruzaba? Estaba decidida a serle fiel a Chungha incluso con sus juegos y demás ocurrencias. ¿Jennie influiría en mí de la misma manera? ¿O ese odio extraño, más bien fastidio, lo evitaría? ¿Influía o yo sólo se lo permitía? Sonreí para mí misma y preferí quedarme con la duda. Tenía la esperanza de que ella tampoco intentara nada. Y por lo que la conocía, estaba casi segura de que no lo haría. El "casi" era lo que me atormentaba.

Cuando toqué al timbre, nadie apareció para abrirme, así que insistí. ¿Sería tan desafortunada de no encontrarla en casa?

-¡Adelante! -gritó una voz dentro de la casa.

Recordé tener una copia de la llave en mi bolsillo. Tenía que deshacerme de ella apenas saliera. Abrí la puerta sin necesidad de la llave pero me quedé en el salón sin saber dónde estaba.

-¡Estoy en la cocina, idiota! -declaró.

¿Cómo supo que era yo?

Empezando a dudar de lo buena -o mala- idea que fue ir a ese lugar, abrí la puerta de la cocina y me encontré con algo que nunca pensé que viviría para ver.

En la barra había ingredientes para algún tipo de postre: harina, azúcar, chocolate -mucho chocolate-, sal, leche, huevos, etc. Jennie tenía una batidora en una mano y un tazón con alguna mezcla en la otra. A diferencia de lo que hubiera pensado un segundo antes de entrar, el lugar no daba la impresión de que un huracán hubiera pasado por ahí, ni había desorden, ni manchas de mezcla en el techo. Jennie estaba inmaculada, como esos cocineros de la televisión. Tenía el pelo recogido con unos palos chinos y llevaba un delantal puesto.

-Siempre pensé que comprabas la cocaína, ahora veo que la preparas tú misma -comenté apenas apagó la batidora.

Me miró sin sorprenderse. Tomó una copa de vino y bebió un poco.

-Lo estaba esperando, Sr. Bond -dijo con voz seria y sobreactuada apoyándose contra la barra.

Solté la carcajada. Definitivamente ella era mejor rompiendo la tensión que yo. Dejé de reír apenas recordé lo de su padre.

-Sigue, toma una galleta, necesito una opinión -indicó segundos más tarde concentrándose en su labor ignorando mi cambio brusco.

A un lado del horno -que estaba encendido- había una bandeja con galletas, algunas pepitas de chocolate y otras con pepitas de colores. Tomé una de colores.

Friends With Benefits [JenLisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora