CAPÍTULO 7 : "Otra mirada"

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"Quien te mira te crítica, quien te observa te admira"

Aylena Rodríguez

Capítulo 7

Por encima de aquel humo blanco que muchos llamaban nubes, se encontraba un ángel que con sus alas extendidas miraba en la esfera de cristal que delante de sus narices tenía, el reflejo de aquella escena donde Kevin miraba a Angélica dormir.

El azabache miraba tan concentrado a la castaña que no se dio cuenta cuando fue que se sentó en la cama  y empezó a acariciar el cabello de aquel ángel que dormía tranquilamente. Mientras otros observaban esta escena como hace unas horas en el callejón.

Otra ángel se acercó con aquel chico desde atrás para saber cómo le iba a Angélica en su misión. Con sus ojos oscuros detalló las alas del rubio que miraba la esfera y su gran altura. Hasta que...

—¡Miserable! —Exclamó este ángel de cabellos rubios haciendo resonar su voz por todo el lugar y llegando a los oídos del ángel a sus espaldas.

—¡Adriel! —la chica caminó hacia el de forma rápida y este al escuchar la voz  se volteó para ver como la pelirroja se aproximó mirando a su alrededor —¿Estás loco? —dijo en susurros —Ese tipo de palabras aquí en el plano divino no están permitidas y menos para un ángel. Muy bien sabes qué le pasó al último cuando lo escucharon diciendo una de esas.

Extendió sus pequeñas alas y miró a los ojos a aquel ángel que con su seño serio respondió:

—Anda, ve y dile a todos, Camila, ya estoy harto de tus regaños —Se volvió a voltear a la esfera de cristal.

—Adriel, sabes que nunca te dejaría que te pasara eso —se acercó a su espalda y acarició sus gigantes y hermosas alas doradas —Tus alas son demasiado hermosas para ser cortadas.

El de cabellos rubios miró de reojo a la pelirroja que mordiendo uno de sus labios no dejaba de acariciar sus alas.

—¿Tanto te gustan mis alas?

—Sabes que no es lo único que me gusta de ti —La pelirroja abrazó el brazo de Adriel, mirándolo directo a sus ojos grises.

El chico sonrió de lado como si de ganar la lotería se tratara y una idea algo perversa para un ángel se cruzó por su mente.

—Voy a hacer que tus alas sean tan grandes como las mías, pero a cambio debes ayudarme con algo.

—¿Con qué?

—Ya verás cuando sea el momento.

—¿Cuándo empezamos?

El chico miró la esfera en el momento justo que Demon iba a besar a Angélica en los labios, pero este los detuvo al hacer que uno de los libros se cayeran tomando la atención del de cabellos negros y separándose de la pequeña ángel para ir acomodarlo.

—Mañana mismo —El de cabellos dorados apagó la esfera y se volteó hacia Camila —Prepárate, visitaremos el plano de los humanos. 

—Sí señor —Camila se dio la vuelta y salió de ahí algo sonrojada.

El de cabellos rubios extendió la esfera viendo solamente a Angélica dormir.

—Tú va a ser mía, mi hermosa ángel de la guarda.

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Al pasar de las horas el Joven Demon ya despierto y apoyado en una de las paredes de la habitación, miraba y cuidaba el sueño de la pequeña ángel que aún dormía.

«¿Qué te pasa? No, Kevin, apenas la acabas de conocer, solo la salvaste. No debes sentir nada por ella.»

Pensó el joven ángel caído mientras despeinaba sus hermosos cabellos azabaches.

«Ya Kevin... Mejor, ya vete a dormir.»

Bajó las escaleras con cuidado y se recostó en el sofá, Sebas aún dormía en el suelo roncando como si no hubiera un mañana.

Cruzando sus manos detrás de su cabeza mientras miraba al techo se fue quedando dormido, escuchando la hermosa canción del reloj que al lado, en un mesita se encontraba.

Pasando las horas llegó la mañana, en la cocina se sentían los ruidos de las cazuelas. El refri abriendo y cerrando, el olor a café con leche que llegaba hasta el pequeño sofá.

Los ojos de el joven Demon se abrieron. Mirando al techo blanco al sentir aquellos ruidos y olores.

Se sentó para dar un pequeño bostezo mientras se estiraba y escuchó las voces de Angélica y Sebastián.

—Ey chaparra, no sabía que cocinabas.

—Yo tampoco.

Ambos reían mientras preparaban el desayuno juntos.

—Mmm.. —Kevin terminó de abrir sus ojos y se levantó entrando a la cocina —¿Qué es ese olor?

Tanto la chica como su mejor amigo voltearon hacia ella al sentir su voz.

—Angélica estaba haciendo el desayuno cuando despertaste, así que decidí ayudarla —Dijo Sebas.

—Perdón por utilizar la cocina, pero este fue el mejor modo que encontré para agradecer lo que ayer hiciste por mí —Sonrió leve mientras decía esto con un tono dulce.

—No tenías porqué, pero esto huele delicioso —El joven se sentó en una de la sillas y la miró —¿Estos son waffles?

Angélica asintió y Sebas se sentó frente a él.

—Hace tiempo que no como uno de estos —Se quedó mirándola unos segundos y luego de sus labios salió una palabra que hizo que Sebas se atragantara con el jugo de moras —Gracias...

—No hay de qué

Sebas solo tosía

—Y tú, deja de ser dramático —Demon volteó a ver a su amigo.

Este cuando terminó de toser tomó un vaso de agua y miró a Angélica.

—¿Tú no vas a comer nada?

—No, no, yo ya comí algo, lo mejor será que ya me vaya. En serio, se los agradezco todo.

Sebas solo asiente y ella mira a Demon comer en silencio.

—Mejor yo te llevo, espera —Sebas agarró unas cuantas cosas y las envolvió en una servilleta —Vámonos

Angélica soltó una risita.

Caminaron hasta la puerta y al abrirla, justo cuando iban a dar su primer paso afuera.

—Angélica —Demon mencionó su nombre tomando la atención de la de ojos cafés.

—¿Qué pasa? —un silencio entre miradas protagonizó por varios segundos hasta que el de cabellos negros mencionó una sola palabra.

—Cuídate.

La pequeña ángel asintió para luego salir de aquella casa junto a Sebas  y cerrar la puerta.

Dos días después...

La de cabellos castaños se encontraba en una caminata donde los pasos contra el concreto se escuchaba. Oyendo los miles de murmuros de las miles de personas alrededor, que como ella se encontraban caminando en el mercado.

Al llegar agarró un carrito empezando a tomar cosas como alimentos  saludables en proteínas, cajas de jugos, dulces y otras que le hacían falta.

Distraída como siempre, no se dio cuenta que venía un carrito y chocó contra este.

—Hola, Angélica —Una voz familiar resonó en sus oidos —Tiempo sin verte —la pequeña ángel alzó la mirada y sonrió al encontrarse con un par de ojos grises.

—Adriel...

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CAPÍTULO CON EDICIÓN CONCLUIDA.

COMO CAÍDA DEL CIELO (CCDC) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora