Dylan el embustero

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Capítulo 13

La mañana del lunes comenzó bastante bien

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La mañana del lunes comenzó bastante bien.

Había desayunado con toda mi familia, ya que mis padres decidieron ir un poco más tarde al trabajo para que desayunáramos todos juntos. Aprovecho para comentarles más sobre esos tipos tan geniales. Realmente era muy afortunada al tenerlos, mi madre era cirujana, y mi padre, como ya saben, trabajaba en una óptica y por la tarde en una agencia de marketing, lo sé, qué loco, ¿no? Eran dos cosas tan distintas.

Ellos siempre nos daban todo lo que podían. No éramos ricos, pero tampoco sentía que algo nos faltara. Por el contrario, siempre me daban todo lo que pedía... excepto esa vez cuando les pedí un poni... pero en fin.

(...)

Ahora me encontraba en la clase de ciencias, una de las mejores de la historia. La profesora era fantástica.

-Las langostas y las medusas se consideran biológicamente inmortales. No envejecen y nunca morirán a menos que sean asesinadas –agregué a la charla de la maestra.

-Excelente acotación, Hannah –me dijo con una sonrisa, y me sentí orgullosa de mí.

La clase concluyó en poco tiempo, y salimos con Lenna y Xian al jardín.

-Muévete, ñoña. Siempre estorbando –me dijo una de las amigas de Valerie.

-Qué lástima que no puedas ocupar Photoshop también en tu personalidad –dije rodando los ojos.

-¿A qué te refieres? –preguntó la chica, enojada.

-Mira, yo sé que pensar es una acción que tu cerebro desconoce absolutamente, pero...

-Eres una, una, tonta. Hablas con palabras que nadie conoce solo para creerte superior –me interrumpió, enojada.

-Oh cariño, si no entiendes mis palabras, es cosa tuya –le di una sonrisa-. Puedo explicártelas, pero no entenderlas por ti.

-Si crees que eres superior a todas nosotras... -comenzó a decir Valerie, furiosa.

-Oh, yo nunca dije que no creyera eso, de hecho lo hago, ya estoy harta de fingir que no –le dije-. Ahora, me tengo que ir.

Ella estaba por decir algo, pero Xian las interrumpió.

-Ya dejen de molestarla, o sentirán mi furia y venganza.

Ellas lo miraron mal y luego se marcharon.

-Volví, amor mío –me dijo Xian para tomarme la mano.

Dios santo, ¿estaba soñando? Porque si era así, no quería despertar jamás.

Lenna me dio una mirada cómplice y luego me guiñó un ojo.

-En verdad lamento que sean así contigo –me dijo Xian.

-Lo sé, todos lo hacemos –me reí-. Pero eso ya es cosa de ellas, ¿comprendes? A mí me da igual.

CONSTELACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora