15.Lennox

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Viendo a mi mejor amigo ser tatuado por Ari, con las manos del chico llamado Noah apretando sus hombros, había empezado a notar de nuevo la intrigante mirada de aquella chica de la ventana cuyo nombre acababa de descubrir ese mismo día.
Me giré hacia ella.
-Hola chica de la ventana- dije en voz baja.
Me avergoncé nada más decirlo puesto que aquella frase le confirmaba que aquellas veces que había mirado hacia ella, realmente la miraba a ella en la ventana.
Era como agarrar un cartel que dijera "no pude apartar la mirada de ti".
Sin embargo mis pensamientos fueron interrumpidos por su voz.
-Hola Lennox- dijo a un volumen tan bajo que resultó casi inaudible.
Tras esto me sonrió y una sonrisa cruzó mi cara sin yo haberlo podido controlar.
Ambos volvimos la vista a Pablo, que tenía un gesto de dolor en su cara pero se aguantó y no emitió sonido alguno.
Noah parecía divertido, y a veces Ari y él se decían algo durante el proceso, que no servía para nada más que para asustar al pobre Pablo.
-¿Estás segura de que esa era la aguja que tenías que usar y no es la que usaste aquella vez? Porque ya sabes, si es la de aquella vez...-Noah no terminó la frase, fingiendo un tono de preocupación.
Ari captó el juego y lo siguió.
-Eso sería un desastre pero, ¿no tiraste esa aguja?- dijo con un gesto de miedo en sus ojos.
-Creí que la habías tirado tú, ay madre- Noah dijo esto intentando aguantar la risa.
Pablo se estaba poniendo pálido, no decía nada pero se notaba que esa broma iba a acabar con él si seguían adelante.
Al final Ari no pudo más y parando un momento de tatuarle se echó a reir y Noah acabó igual que ella. Noah se echó al suelo y se secó una lágrima de haberse aguantado tanto la risa.
Tras darse cuenta de que todo había sido una broma de mal gusto Pablo emitió un suspiro de alivio y se tranquilizó.
Vi a Anne reirse un poco, tapándose seguramente por sentirse mal de que aquella situación le hubiera hecho gracia.
Yo me limité a sonreir y a lanzar una mirada de compasión a mi mejor amigo cuando éste me miró.
Tras acabar con el tatuaje decidimos que no estaría mal pasar un buen rato así que jugamos durante horas a distintos juegos de cartas.
A Anne resultó que le iba eso de apostar, aunque más bien optando por apostar favores. El que quedara en último lugar le debía un favor al que quedara primero.
Al final del juego, todos acabamos debiendo mínimo un favor a otra de las personas.
Anne me debía un favor a mí.
Pablo se lo debía a Anne.
Yo se lo debía a Ari.
Ari a Noah.
Y Noah nos debía favores tanto a mí como a Pablo, puesto que resultó que las cartas no eran su punto fuerte.
Aquellos favores eran muy subjetivos, los límites no estaban muy claros y cada uno parecía tener ideas diferentes sobre cómo cobrárselos.
Sin embargo todos parecíamos de acuerdo en una cosa, era mejor idea guardárselos que gastarlos aquel día.
Además se había hecho muy tarde, así que preferimos dar una vuelta nocturna por las calles del Edén.
No tardamos mucho puesto que en recorrer el Edén se tardaban como quince minutos contados, si caminabas a paso tortuga únicamente.
Si caminabas a buen paso podías recorrértelo en unos cinco minutos.
Noah parecía muy vivo durante nuestra caminata nocturna.
No paraba de contar chistes malos que nos sacaban más de una carcajada al resto.
Y de vez en cuando, como algo que ya se había hecho costumbre, las miradas de Anne y la mía se encontraban, antes de volver al emisor de aquellos chistes.
Ari propuso madrugar al día siguiente para volver a pasar el día juntos los 5, y poder aprovechar y enseñar mejor, a la luz del día, el Edén a Pablo, que era el único que visitaba el lugar por primera vez.
A pesar de que tanto Noah como yo nos quejáramos ante la idea de tener que madrugar al día siguiente, principalmente porque estábamos agotados y la idea de dormir poco no nos llamaba mucho, acabamos cediendo.
Pablo parecía muy ilusionado con respecto a poder conocer mejor aquel lugar.
Anne y Ari se fueron a su edificio y Noah nos acompañó al edificio donde dormiríamos Pablo y yo, que estaba a medio camino entre el edificio principal, más alto y el edificio de Noah, más lejano.
En el edificio principal residían Anne, Eve y Ari, junto con algunos de los más jóvenes (niños, sus padres y otros jóvenes que habían ido llegando) y los más ancianos por si en algún momento alguien de los que allí vivía necesitaba ayuda urgente de Eve.
Por el camino me quedé reflexivo, sin prestar demasiada atención a la conversación que se daba entre Noah y mi mejor amigo, los cuales parecían tener una confianza y soltura rara el uno con el otro a pesar de llevarse conociendo tan sólo unas horas.
-Es aquí- dijo Noah, devolviéndome a la realidad, parándose frente a la puerta de un edificio gris, como todos los demás, pero con numerosos dibujos pintados en su base.-Aquí residiréis el tiempo que permanezcáis en el Edén- dijo sonriente- a menos que preferáis que vuestra estancia se alargue y no estéis conformes, en ese caso podemos buscar otro sitio- dijo insinuando que la opción de quedarnos aquí para siempre podría ser una gran posibilidad.
-Buenas noches- dijo Pablo sonriendo a Noah.
-Hasta mañana- le sonrió de vuelta Noah.
-¿A qué hora teníamos que despertarnos?- pregunté con voz cansada.
Noah se rió.
-No os preocupéis, ya nos encargaremos nosotros de despertaros- dijo ya alejándose- si me acuerdo de despertarme claro- se rió.
-¿O sea que el plan de no madrugar sigue en pie?- pregunté gritando puesto que él ya estaba a una distancia considerable.
Escuché risas por su parte pero ninguna respuesta clara.
Me pregunté por qué no nos podía decir una hora para establecer una alarma.
De pronto noté en mi bolsillo la presencia de mi móvil, que ahora, en el Edén, parecía carecer de utilidad.
Miré mis contactos y barajeé la posibilidad de intentar llamar a mis padres pero recordé por mi primera visita al Edén que me sería imposible.
La cobertura era muy mala y no podría realizar ninguna llamada, hecho que aprovechaban los jefes del gobierno para imposibilitar así la comunicación entre los del Edén y los de la ciudad.
Así que, guardé de nuevo el teléfono en mi bolsillo y entré con Pablo en el edificio.
Subimos una planta y entramos a una habitación con una litera.
Pablo subió a la litera de arriba y soltó un suspiro de alivio por el día largo que habíamos tenido.
Yo me senté en la de abajo, apoyando mi espalda en la pared.
-Me gusta este sitio, realmente me gusta este sitio- dijo mi amigo.
-Es un buen sitio- dije yo, sin atreverme  a afirmar si realmente me gustaba o no, porque tomar demasiado cariño al Edén  me parecía que podía atarme a este sitio.
-Buenas noches Lennox- dijo Pablo bostezando.
-Pablo, ¿por qué viniste conmigo?- pregunté con curiosidad.
-Mejor venir contigo que aguantar otra semana sin ti en el instituto ¿no crees?- dijo con voz somnolienta- además tenía curiosidad de ver cómo era este lugar- apenas se le entendía al hablar debido a estar quedándose dormido- es un buen lugar...- dijo en un volumen que apenas alcancé a escuchar.
Poco después empecé a oír ronquidos.
-Hola de nuevo, Edén- murmuré para mí mismo antes de quedarme dormido.

Palabras hacia el EdénWhere stories live. Discover now