21.Anne

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No gané el juego tras intentar ayudar a Lennox, cosa que tampoco estuvo del todo mal teniendo en cuenta que a ratos él ahora me mirara como si me debiera un favor, aunque fuera una tontería.
Aún así había sido divertido.
Hoy mamá me pidió que intentara ver si en el tiempo que estuvieran Pablo y Lennox aquí servirían de ayuda para el buen funcionamiento social del Edén.
Sin embargo me pareció una solicitud precipitada teniendo en cuenta que aún ni siquiera sabíamos (puede que ni siquiera ellos lo supieran) cuánto duraría su estancia en las afueras.
Ellos no tenían responsabilidades con el Edén si no se consideraban parte de él así que preferí ignorar la petición de mi madre por un tiempo.
El día anterior la sopa que hizo Noah debido a perder estuvo riquísima, por lo que parte de los premios y castigos del juego ya estaban cumplidos.
A pesar de ello, aún no sabíamos que reto pondría Pablo, ni a quién.
Me preguntaba si, por algún casual acabara la semana y volvieran a la ciudad, si Pablo aún se acordaría del reto y si Lennox cumpliría con el reto que Pablo le mandara aunque ya hubieran salido del Edén.
La verdad es que, tanto fuera como dentro del Edén, quería conocer la historia que narraría las vidas de mis amigos.
Sabía que si se iban y no volvían ni aunque fuera de visita eso me sería imposible de saber, por lo que daba vueltas a mi cabeza planteándome si realmente existía alguna forma de poder "leer" por así decirlo, su historia.
Puede que cuando volvieran hicieran cosas grandes, cosas importantes, y fueran noticia en los periódicos.
De ese modo yo podría leer acerca de la vida que tenían en la ciudad, pero, ¿era eso suficiente?
-Ey- escuché a Lennox decir a la vez que ponía su mano sobre mi hombro.
Volví a la realidad.
Llevaba ya cierto rato sola en un banco, observando a dos pájaros comer unas migas de pan que les había ido lanzando mientras pensaba en todas las cosas que habían cruzado mi mente aquellos días.
Pero ahora tenía a Lennox detrás, con su mano en mi hombro, obligándome a dejar a un lado la maraña de pensamientos e interrogantes por un rato.
-Hola Lennox- le sonreí mientras me hacía a un lado del banco para dejarle un hueco- ¿qué haces aquí?- pregunté.
Lennox se sentó a mi lado y observó conmigo a los dos pájaros.
-Pablo se ha quedado dibujando en nuestra habitación así que decidí salir a dar una vuelta para no distraerle, ¿y tú?- volvió su mirada hacia mí.
Intenté ignorar el hecho de que me estuviera mirando cuando formulé, aún mirando hacia los pájaros, mi pregunta.
-No me refiero a en este banco, me refiero a aquí en el Edén, ¿qué haces aquí?- pregunté sin atreverme a mirarlo a la cara aún.
Pareció tomarle de imprevisto la pregunta y se tomó un tiempo antes de contestar.
-El Edén es el sitio al que acabas yendo por unos sentimientos que no controlas, ¿no es así?- contestó a mi pregunta con otra pregunta.-
-¿Entonces estás aquí como consecuencia de ellos, o porque buscas huir de ellos?- pregunté, esperando cierto tiempo por su respuesta.
-Una mezcla de los dos, podría ser- dijo, y observé por el rabillo del ojo que desviaba su atención primero de mí, después a los pájaros, y finalmente al cielo.- Y tú, Anne, ¿qué haces aquí?- preguntó descolocándome.
¿Cómo que qué hacía allí? Llevaba toda mi vida allí. Su pregunta no pareció tener sentido alguno.
-¿Qué?- pregunté con confusión.
-He visto tu muñeca, Anne- dijo señalando a mi muñeca limpia de cualquier tatuaje- no eres una marcada. ¿Cómo una no marcada puede pasar a ser una E.V.A?- preguntó, y esta vez me vi obligada a girarme hacia él para sostener su mirada.
-Nunca he dicho una palabra prohibida fuera de los límites del Edén, por lo que no he roto la ley- parecía que me iba a interrumpir pero yo continué hablando- no estoy marcada porque no hay frase que me haya hecho venir aquí, estoy aquí porque así ha sido, no porque mis palabras me hayan traído.- Lennox asintió, intentando entender mis palabras.
-O sea que, independientemente de que aquí digas todas las palabras que quieras, como nunca las has dicho al otro lado de esa reja, no tienes ninguna marca- asentí ante sus palabras.
Esto pareció interesar a Lennox, seguramente él creyó que mi caso era extraño con respecto al resto de los E.V.A.
-No soy la única- dije llamando su atención y haciendo que su mirada que se había perdido pensativa en el suelo volviera a mí- los niños nacidos aquí tampoco están marcados- le expliqué.
Hubo unos segundos en los que miramos sin decir nada, como si no supiéramos si había algo más que decir o no.
-¿Crees que saldrás alguna vez de aquí?- me preguntó.
Yo nunca me lo había planteado realmente, pero a la vez, tenía curiosidad de saber qué me encontraría allí afuera, y de poder ver las vidas de Pablo y Lennox más allá que noticias en un periódico.
-¿Me llevarías contigo?- pregunté en un susurro que él no alcanzó a escuchar.
-¿Qué has dicho?- preguntó acercándose un poco a mí para poder escucharme mejor.
Me pregunté si era mejor así, que no me hubiera escuchado, que la bobada que había salido de mi boca, que seguramente decepcionaría a mi madre por implicar el deseo de querer salir del sitio que es mi hogar, no hubiera sido escuchada. Además le estaría haciendo una petición extraña a un chaval que conocía desde hacía menos de una semana.
Pero aún así mis palabras luchaban por salir de mí, así que, como gesto que representa a los que vivimos en el Edén, las permití salir de mi boca sin pensar demasiado en las consecuencias.
-Si algún día quiero salir de aquí,- dije tomando aire antes de soltar una frase de la que puede que me arrepentiría el resto de mi vida- ¿me llevarías contigo?-.

Palabras hacia el EdénWhere stories live. Discover now