17.Ari

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Con Lennox y Pablo aquí sentía que el Edén había cobrado aún más vida de la que ya tenía.
Incluso Anne parecía más alegre que otras veces, como si verdaderamente les hubiera cogido mucho cariño en tan poco tiempo.
Normalmente gente tan joven como nosotros volvían a la ciudad tan pronto como podían después de ser marcados, puesto que, a pesar de tener peores condiciones, todavía tenían un futuro por delante, una vida que hacer, metas, sueños, hobbies, que aquí podrían no llevar a cabo.
Lennox la primera vez que se fue parecía convencido de que no volvería, y sin embargo aquí estaba.
La verdad es que la semana en la que él volvió yo planeaba no decir ninguna expresión prohibida para poder salir unos días a la ciudad y poder visitar a mi madre y ver cómo estaba.
Pensaba también aprovechar la oportunidad para ponerme en contacto con Lennox y ver qué tal le iba y si seguía tan seguro de no querer volver al Edén.
Sin embargo no hizo falta preguntárselo, porque de alguna manera había vuelto, antes de lo imaginado (más aún teniendo en cuenta que supuestamente él no volvería nunca).
El chaval que vino con él era un sujeto muy curioso, teniendo en cuenta que sin tener la necesidad de venir aquí había decidido venir con Lennox.
Todo el mundo lo miraba más que a otros nuevos marcados, por este mismo hecho.
Todos sabíamos que había diferencia entre decir algo por necesidad y venir voluntariamente.
Y una de las personas que más sabía de esto era Noah, que vino voluntariamente a iniciar una vida en un lugar en el que la gente de la ciudad cree que más bien se viene a acabar con ella.
Puede que fuera por compartir esto, el no haber venido por necesidad sino por deseo, que parecía que había una confianza entre ambos muy marcada pese a acabar de conocerse.
Como si cuando tatuara a Pablo, la fuerza de las manos de Noah en sus hombros pudieran darle calma.
O puede que tan solo fueran imaginaciones mías.
Normalmente dejábamos que los nuevos preguntaran todo lo que quisieran, pero había algo de diversión en permitir que Pablo fuera descubriendo las cosas, a su propio ritmo, y ver su reacción.
Como cuando descubrió que Anne era la hija de Eve, al ver las semejanzas físicas entre ambas en cuanto conoció a la madre general.
O cuando vio que los niños pequeños nacidos en el Edén no tenían marcas, a pesar de vivir aquí, debido a que nunca habían roto la ley por no haber dicho expresiones prohibidas fuera de los límites del Edén.
Pablo parecía admirar el funcionamiento de nuestra "mini ciudad".
Mucho más que otros, como Lennox o incluso como Anne, que no había visto nada más allá de la verja, por lo que no tenía posibilidad de comparar el Edén con otra realidad.
Me desperté a las 10:00 con la alarma que me regaló Eve en mi cumpleaños número 13.
Aquella alarma se estaba haciendo vieja pero sonaba tan fuerte que si no la apagaba rápido era capaz de despertar a todo mi edificio.
Salí de mi habitación y paseé aún somnolienta por el pasillo hasta llegar a la habitación de Anne.
Llamé a la puerta y entré, encontrándome a una Anne recién levantada bostezando.
-Buenos días- dijo en pleno bostezo.
-Buenos días- contesté sonriendo antes de volver a mi habitación a cambiarme.
Cogí ropa cómoda.
Una camiseta negra ajustada, unos pantalones vaqueros cortos y una chaqueta granate.
Me peiné un poco y lavé mi cara.
Eran las 10:15.
Volví a la habitación de Anne a por ella y la vi preparada con pantalones cortos negros y una sudadera gris y una mochila a su espalda. Aún parecía adormilada así que tiré de ella hasta fuera del edificio.
Mandé a Anne a por Pablo y Lennox y yo fui a despertar a Noah.
El camino al edificio de Noah era más largo así que apuré el paso para no tardar demasiado.
Al llegar subí a su planta y empecé a golpear con los nudillos su puerta.
Un Noah recién levantado con cara de molestia me abrió la puerta.
-Hola Noah- dije entrando a la habitación por debajo de su brazo sin pedir permiso.
Me senté en la cama deshecha de Noah y contemplé la habitación.
-¿Qué? ¿Acaso echabas de menos esa cama?- dijo Noah en un tono molesto.
-Eso quedó en el pasado- dije incorporándome y mirándole con desdén.
A Noah pareció hacerle gracia mi reacción, y caminó hacia una mini nevera que había en una esquina.
-¿Quieres algo de comer?- preguntó mostrándome el interior de ella, en el que había apenas comida, tres huevos, un brick de leche, una porción de un pastel de un cumpleaños que se celebró en el Edén hacía varios días y un poco de queso.
-No gracias- contesté mientras veía como se servía un poco de leche y se cogía el trozo de tarta.
Empezó a comer sentado en una pequeña mesa frente a mí.
-¿Había algo de lo que quisieras hablar a parte de venir a despertarme? Porque parece que te has acomodado mucho como para haber venido a meter prisa- dijo a la vez que masticaba un poco de tarta.
Pensé cómo era la mejor forma de preguntarlo.
-¿Crees que se quedarán mucho tiempo?- acabé diciendo.
Noah me miró con confusión, como si no supiera si mi pregunta iba orientada a que quería que se fueran o a que se quedaran más tiempo.
-Espero que sí, pero no podemos hacer mucho para que permanezcan- dijo haciendo una pausa de su desayuno- cada uno es libre de escoger qué camino tomará- dijo con seriedad.
Quise escuchar las palabras de este chico que entre tanta locura a veces parecía hablar con mucha coherencia.
Pero a la vez verdaderamente me apenaba cuando le cogía cariño a alguien y se iba.
Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta.
-Termina tu desayuno y vámonos ya, deben estar esperándonos- dije, ahora sí, metiendo prisa.
Noah dio el último mordisco a la tarta, bebió de un sorbo lo que quedaba de leche y me cerró la puerta en las narices con una sonrisa.
Como dos minutos después salió, ya peinado y cambiado de ropa.
Acabé retándole a una carrera hasta el edificio de nuestros nuevos amigos por creer que llevaban ya bastante rato esperándonos.
A lo largo del recorrido, Noah, que era más rápido pero más torpe, se cayó varias veces, permitiéndome esto llegar un pelín antes.
O puede que hubiera intentado dejarme ganar, esa posibilidad me quemaba.
Al entrar en el edificio no estábamos muy seguros de en qué habitación se habían instalado nuestros amigos, pero pronto los encontramos a los tres.
Vimos en la litera a Lennox durmiendo abajo. Y en la parte de arriba estaban Anne y Pablo.
Lennox fue el primero en despertarse al vernos llegar.
Dio un golpe a la parte de abajo de donde dormían Pablo y Anne, despertando a ambos.
Al bajar Anne de la litera, tanto Noah, como Lennox, como yo, parecíamos preguntarnos lo mismo.
"¿Qué hacían durmiendo juntos?".
-Vaya Anne, cuando te dije que vinieras a despertarlos no esperaba encontrarme con esta situación- dije fingiendo seriedad pero conteneniéndome la risa.
-Al llegar Lennox parecía muy dormido y me dio pena despertarlo, y Pablo se despertó pero al verme bostezar me ofreció un hueco en su cama que no pude rechazar- dijo frotándose los ojos.
Pablo se estaba rascando la panza, y a su vez Lennox se estiraba.
Parecía que a los tres les había costado mucho levantarse aquella mañana.
Noah a pesar de haberse resistido a madrugar estaba bastante despierto.
Al girarme a él le vi sonriendo a los recién levantados.
Anne, Noah y yo salimos de la habitación y les dejamos un tiempo para que pudieran ponerse la ropa que Anne les había traído en su mochila.
Cuando salieron fuimos a dar una vuelta, no sin antes sentarnos y que Anne sacara de su "mochila mágica" varios bollitos y vasos para cada uno, además de un brick de leche.
Todos miramos asombrados la preparación de nuestra amiga, y con una sonrisa ella fue repartiendo nuestro desayuno y todos (salvo Noah que ya había desayunado pero aún así se unió al picnic improvisado) comimos con ganas lo que nos había traído.
Mientras Noah le daba un mordisco a su bollito rompió el silencio.
-¿Habéis pensado ya qué haréis?- preguntó con inocente curiosidad.

Palabras hacia el EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora