Palabras hacia el Edén

24.Lucas

Ver a Luis, mi mejor amigo Luis, derrumbarse frente a nosotros y ponerse a llorar me partió el corazón.
Las cosas que siempre habían parecido tan sencillas ahora parecían un rompecabezas.
Como si nada pudiera salirnos bien.
Eva y yo nos quedamos sin saber qué hacer durante unos instantes.
Nos miramos el uno al otro, y después volvíamos a mirar a Luis.
Acabamos decidiendo sentarnos a su lado.
El mundo parecía estar volviéndose más complejo de lo que queríamos.
Y lo único que se nos ocurrió fue detenernos un momento en el suelo.
Mientras Luis lloraba desconsoladamente.
Eva llamó nuestra atención dándole un golpecito a nuestras piernas con sus manos.
-"¿Qué queremos hacer ahora?"- preguntó preocupada.
Luis trató de levantarse, un poco desequilibrado, pero acabó estando en pie.
-Hagamos ese viaje ya.- dijo intentando mostrarse decidido pero con cierto temblor en su voz.
Eva se levantó y me ofreció su mano para levantarme también.
-Hagámoslo- repitió Luis, esta vez con un tono un poco más seguro.
-¿Seguro que quieres hacerlo?- pregunté a mi amigo.
Eva sacó de su mochila un pañuelo y se lo entregó a su hermano, que se secó la cara, tapándose unos segundos el rostro con el pañuelo. Después, apartó el pañuelo y sonrió.
-¿Qué podría salir mal?- dijo pareciendo sentirse un poco mejor.
Nos fundimos los tres en un abrazo grupal.
La culpa me carcomía por no haber sido capaz de que mi mejor amigo había estado resquebrajándose frente a mis ojos durante todo este tiempo.
Y yo no me había dado cuenta.
O puede que sencillamente no quisiera verlo.
Noté una caricia en la mejilla por parte de Eva, que me conocía tan bien que parecía que era capaz de leer mis pensamientos.
Incluso cuando estos no le gustaban.

-Entonces... ¿Lo hacemos, así como así? No es tan fácil Luis- dije interrumpiendo el momento.
Me parecía que los tres necesitábamos ese viaje.
Para evadirnos.
Para escapar.
Para cambiar algunas cosas, incluida parte de nosotros mismos.
Pero no era un "ale lo hacemos y ya".
Se necesitaba el dinero, que sí, teníamos ya debido a los trabajos.
Pero también necesitábamos que uno se sacara el carnet de conducir, y eso ahora mismo a mí me era imposible.
Y con el estado de humor de Luis, dudaba que le hiciera gracia cargar con el peso de tener que ser el que más se lo currara para poder ir a ese viaje los tres.
Necesitábamos quitarle cargas y responsabilidades que le presionaran a caerse de nuevo, no ponerle más.
Eva me sonrió y miró a su hermano.
-"Cuéntaselo"- pidió a su hermano.
Luis ya tenía mejor cara, tras haberse derrumbado hacía un rato.
Me miró muy fijamente a los ojos, dándole más suspense del que me gustara en esa situación.
-¿Me lo vas a decir ya o no?- dije mientras salía de mí una mini risa nerviosa.
Parecía que ambos sabían algo que yo desconocía.
-Podemos irnos este mismo fin de semana- dijo Luis- con Lena-.
No entendí sus palabras.
¿Acaso Lena podría llevarnos en coche?
-¿Quién es Lena?- pregunté confuso.
-"Nuestro coche"- contestó Eva.
-¿Cómo que vuestro coche?- dije- si ninguno tiene el carnet de conducir- añadí sin entender nada.
Luis sacó de su bolsillo su cartera y me entregó su carnet de conducir.
-Yo sí- dijo sonriendo- Podemos irnos este mismo fin de semana a esa escapada que tanto queríamos- finalizó.
Hubo unos segundos en los que ambos esperaban ver cómo contestaba.
Yo permanecí mirando hacia el permiso de conducir que había en mis manos.
No entendía nada.
¿Cuándo se había sacado el carnet?
¿Tanto tiempo había estado sin prestarle atención a mi mejor amigo?
No sólo no sabía lo mal que se encontraba, sino que tampoco sabía acerca de esto.
Le entregué de vuelta su carnet de conducir, algo incómodo por no saber cómo debía reaccionar.
Acabé levantando la cabeza hacia ellos.
-¿Entonces este fin de semana?- pregunté.
Ambos suspiraron aliviados, como si hubieran tenido miedo de que haberme ocultado eso me haría enfadar.
Haríamos el viaje pronto.
Ya habíamos llegado hasta aquí.
Estaba decidido.
-Este fin de semana- confirmó Luis.