15. Así que me prohibí llorar

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Caminé de vuelta, sólo cargando un par de cosas que pude rescatar, que por cierto no eran muchas. La mayoría de mis pertenencias tuve que dejarlas en el lugar, ya que no podía cargar con el colchón a cuestas y demás cosas pesadas, y tampoco tenía donde guardarlas.

¿Ahora qué sería de mí?

Estaba en la quiebra. No tenía nada que me perteneciera. Ahora mismo era una persona en condición de calle.

¿A dónde iría?

Sólo una persona pasó por mi cabeza cuando me formulé aquella pregunta. No podía depender de nadie más, y tampoco tenía a nadie más a quien acudir por ayuda.

Caminé en dirección a la casa de aquella persona. Tenía un nudo en la garganta y una piedra en la boca de mi estómago. Era muy duro y doloroso. Yo no era nadie, y sin embargo tenía que darlo todo. Mi madre me necesitaba y yo no sabía cómo. Me sentía impotente e inútil. Ojalá tuviera una mente más aguda, sabría cuales caminos correctos tomar, sabría cómo darle a mi madre una mejor vida... una vida más digna, o por lo menos, lo que resta de ella.

Las lágrimas amenazaban por salir, pero me juré a mí misma ser fuerte. Tenía que ser fuerte por mi madre, así que me prohibí llorar.

Mis pasos se detuvieron frente a una puerta que conocía bien. Llamé a esta y esperé a que me atendieran. No tardaron en abrir la puerta.

Ellie se sorprendió al verme detrás de su puerta.

— ¿Qué sucedió? ¿Qué haces aquí a esta hora?

— Me corrieron — le confesé con algo de vergüenza, pero con algo de rencor también. No dejaba de imaginarme a mi antiguo arrendatario siendo torturado una y otra vez. Lo odiaba tanto —. Me atrasé varios meses con la renta y bueno... — dije encogiéndome de hombro para restarle importancia, aunque ambas sabíamos que no era algo tan simple de dejar pasar u olvidar.

Ellie se sorprendió por la información que le di.

— ¿No hay problema si me quedo aquí hasta que encuentre otro lugar? — le pregunté, intentando ocultar mi furia y mis ganas de llorar. Me sentía frustrada, hoy más que nunca.

— Por supuesto — dijo haciéndose a un lado en la puerta para que pudiera pasar al interior de su casa.

— Sólo sería un tiempo hasta que encuentre otro lugar — le aclaré dejando mi maleta junto a la mesa de la cocina.

— No, sabes que puedes quedarte todo lo que quieras — me recordó —. No me molestas.

— Gracias — le agradecí. Ella era una buena amiga, y siempre pude confiar en ella en los momentos más difíciles. Le debía mucho.

Ellie vivía sola desde hacía poco menos de un año. No tenía muy buena relación con sus padres y había añorado su independencia durante años.

— En verdad, me alegra tenerte aquí. La independencia es aburrida — dijo mientras me ayudaba a guardar lo que había traído conmigo, sólo un par de cambios de ropa y nada más. Yo sonreí como respuesta a sus palabras.

— ¿Me estás dando el permiso para abusar de tu hospitalidad?

— Abusa todo lo que quieras — dijo después de una carcajada —. Ya te dije que no me molestas.

Después de terminar de instalarme, lo que consistió en guardar mis cosas junto a las cosas de Ellie en su placar y ayudarla a armar un colchón en el suelo donde dormiría a partir de ahora, comencé a preparar la cena. Ellie al principio se negó, pero esa era mi manera de agradecerle por todo.

Nos sentamos en torno a la mesa para comer la tortilla que había preparado con lo que encontré en la heladera de Ellie y con la televisión encendida, nos fuimos saciando de apoco, entre las noticias que sonaban y la charla sobre el trabajo.

— Creo que tendré que buscar otro trabajo.

— ¿Otro más? — preguntó Ellie sorprendida — ¿Podrás con dos trabajos al mismo tiempo?

— No lo sé, pero lo necesito. Un solo trabajo no es suficiente para vivir y cuidar a mi madre que está en el hospital.

Ellie me miró pensativa, como si estuviera buscando una solución alternativa a tener que buscarme un segundo trabajo, pero no la encontró.

— ¿Ya tienes algo en mente? — preguntó en cambio.

— No, ni siquiera he buscado.

Una nueva noticia sonó en la televisión que captó mi atención, por lo cual la conversación quedó inconclusa.

— La empresa Nigrum.inc rompió un nuevo récor en ventas nunca antes visto. ¿Quién será el hombre detrás de esta enorme y próspera empresa? ¿Quién es Galahad Cross? — relataba la reportera a través de la pantalla.

— Ese hombre es tan misterioso — agregó Ellie metida en la noticia —. Nadie conoce cuantos años tiene, ni cómo se ve. ¿Por qué crees que será?

— No lo sé — le respondí con poco interés. Era cierto que el tal Galahad Cross era un tipo misterioso, pero yo pensaba que todo era parte de un show, darle un aire secreto a su persona le jugaba a favor a la empresa, ya que todos estaban pendientes de descubrir su rostro —. Posiblemente ese no sea ni siquiera su verdadero nombre.

— Es posible — Ellie de repente me miró como si una idea espectacular la hubiera asaltado de repente.

— ¿Qué sucede? — le pregunté curiosa por su actitud.

— ¿Por qué no pruebas suerte en Nigrum.inc?, escuché que andan en búsqueda de nuevo personal.

La miré de manera pensativa. Era una buena idea. Una vez escuché que el trabajo allí es exorbitante, pero que el sueldo lo merece.

— Talvez lo haga — le dije mientras sopesaba la idea con más profundidad en mi mente.

Necesitaba dinero urgentemente, y lo que me daba el restorán de Richard no era suficiente. 

DaemoniumWhere stories live. Discover now