21. Primer día

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Esa mañana, me desperté con una sensación extraña. Miré mis dedos, los cuales estaban desnudos. No había tenido ninguna pesadilla o alucinación en toda la noche, y no tenía puesto el anillo, lo había dejado donde lo encontré, en el fondo del bolsillo de la chaqueta, y pensaba dejarlo allí por el momento.

Pensé en alguna razón, y llegué a la conclusión que al haber conseguido el trabajo en nigrum.inc, había liberado una gran parte de la tensión que me acosaba, tensión, que talvez, estaba generando mis pesadillas. Tenía lógica. Al sentirme un poco más liberada, las pesadillas habían desaparecido.

Estaba realmente nerviosa, y eso era algo raro en mí, ya que siempre intento mantener la compostura y pensar con la cabeza fría. Ellie pareció notar que estaba actuando fuera de lo normal.

— ¿Qué te sucede? No dejas de moverte por todo el departamento.

— Hoy es mi primer día de trabajo — le dije y ella me comprendió de inmediato.

— Te entiendo. El primer día siempre es el más difícil, pero no te preocupes, seguro le agradarás a todos — dijo y me levantó el dedo pulgar a modo de buena suerte.

— Gracias — dije entre una sonrisa.

Cuando llegué a la empresa, podía sentir mi corazón palpitante en mis oídos. Me detuve unos segundos en la puerta de entrada hasta serenarme por completo, o casi por completo, ya que era imposible estar completamente tranquila, pero hice el esfuerzo ya que quería causar una buena primera impresión, y como dice mi madre: "La primera impresión no siempre es la verdadera, pero sí muy importante".

Abrí la puerta y la misma sensación que sentí la primera vez que estuve allí, volvió a llenarme. Rechazo a algo desconocido pero oscuro.

Ignoré aquella molesta sensación y caminé con la cabeza en alto hasta donde se encontraba la recepcionista, era la misma de cuando vine el día de la entrevista.

— La señorita Genette la espera en el tercer piso.

Asentí junto con un agradecimiento cortés y me dirigí a dicho piso en cuestión. Subí por el ascensor y a continuación busqué con la vista por el pasillo hasta dar con la puerta correspondiente. La reconocí porque tenía una placa con el nombre de la tal señorita Genette. Toqué a la puerta y esperé a que alguien del otro lado me permitiera la entrada.

Unos minutos de espera después, una adolescente, seguramente tres o cuatro años menor que yo, me abrió la puerta.

— Pasa — me dijo y así lo hice.

Dentro era una recepción simple, un escritorio con un teléfono y una computadora encima y un librero lleno de archivos detrás. Había un sillón en una de las paredes junto a una maceta de una planta de interior algo insípida, y en la pared contraria había una puerta de madera.

— ¿Tú eres...?

— Oh, no — me interrumpió adelantándose a mi pregunta —. Sólo soy su secretaria. La licenciada Genette la atenderá en unos minutos. Si quiere puede esperarla sentada.

Por supuesto, era muy joven para tener un puesto tan importante en la empresa. Se trataba de una simple secretaria.

No necesité sentarme a esperar, porque cuando la chica terminó de hablar, la puerta de madera se abrió de par en par, y salió por ella una mujer que ya había visto antes. Se trataba de la que había estado en mi entrevista junto a Cameron y el otro hombre.

— Buenos días, Amanda. Bienvenida a Nigrum.inc — la miré sorprendida, y después de tardar un segundo en salir de mi estupor, la saludé de igual manera agregando un gracias.

Genette era una mujer que seguramente pasaba los cincuenta años, pero no podía saberlo con certeza, ya que su rostro lucía tan joven, pero su voz era algo rasposa, como el de una anciana de muchos años. Su cabello tenía un color rojo brillante que caía en perfectos tirabuzones hasta su cadera. Su delgado cuerpo, que no estaba falto de curvas, estaba embutido en un traje, conservador pero sensual al mismo tiempo. Era una mujer muy interesante. Se veía exitosa y de una personalidad aguerrida con autoestima fuerte, pero había en ella algo que me causaba un mal sabor, al igual que el resto de los que trabajaban en esta empresa, pero no podía saber qué. Sólo sabía que era algo que no me agradaba, e incluso por momentos llegaba a causarme un tal rechazo, que deseaba correr lejos de esta estilizada empresa, pero me contenía, necesitaba el dinero que ellos podían darme para mi madre.

— Me asignaron para entrenarte — me dijo comenzando a caminar fuera de su oficina en dirección al pasillo, yo la seguí por detrás sin que ella me dijera que lo hiciera, supuse que era obvio que tendría que seguirla.

Genette se paró un segundo, se giró levemente en mi dirección para mirarme de reojo.

— ¿Tienes algo para apuntar?

— ¡Sí! — exclamé un poco más nerviosa de lo que quise.

Saqué de mi cartera una libreta y un bolígrafo. Posicioné la punta sobre la primera hoja, esperando a que ella siguiera hablando.

— Bien — dijo satisfecha —. Sígueme por aquí.

Ambas nos adentramos a una enorme sala atestada de personas que iban y venían cargando papeles y carpetas. Muchos se veían apurados, pero ninguno perdía esa expresión soberbia del rostro, como si fueran los trabajadores de la mejor empresa del mundo.

— Este es el departamento de finanzas. Nos centramos en la recaudación de capital para las inversiones. También tratamos con los agentes que nos proporcionan los bienes productivos y las inversiones de los ahorradores. En resumidas cuentas, en esta área nos concentramos en las transacciones y la administración del dinero.

Anotaba en la libreta todo lo que salía de su boca, o por lo menos lo que llegaba a captar, ya que tenía cero experiencias en estos ámbitos. Esperaba que no se me complicara mucho el trabajo aquí. Al parecer tendré que esforzarme el doble para poder llevar el ritmo de la empresa.

— No te preocupes — me dijo Genette, seguramente al notar mi cara de horror al interpretar sólo la mitad de lo que estaba diciendo —, al principio no se te asignarán tareas muy difíciles. Sólo servirás de apoyo a los demás trabajadores hasta que te vayas acostumbrando al ritmo de trabajo.

— Gracias — dije realmente agradecida.

En ese momento, me pregunté por qué me aceptaron, ahora que lo analizaba bien, a ellos no les convenía contratar a alguien como yo, con una experiencia nula. Esto era nuevo para mí. Me sentía como un bebé recién nacido. ¿Realmente los impresioné con mi entrevista? O... ¿había algo más?  

DaemoniumWhere stories live. Discover now