Capítulo 15: Exilio

973 235 7
                                    

La sensación que había, era absolutamente del asco. Mi madre esperaba que Troy se hubiese sincerado con Jenn, y todos estaban muy atentos ante lo que estaba ocurriendo. Se presentó un silencio perturbador, mientras mis tíos se iban a la oficina. Troy deslizó la puerta y todo se quedó en silencio.

— ¿Qué crees que le cuente, cariño? —le susurró Alex a su esposa

Desirée lo miró, levantó ambas cejas, con una expresión de desconcierto

—Tal vez que es un marido imbécil. —mascullé y Carly me miró. — ¿Qué? Es la verdad de todo, hermana. —le dije encogiendo en hombros

Nuestro hermano nos miró y murmuró:

— ¿Qué demonios quieres...?

Y entonces, se escuchó un gritó. Todos miramos la oficina cerrada, hasta que escuchamos un estruendo. Como si estuvieran lanzando cosas en su interior. Otro gritó y todos nos mirábamos, intranquilos. De repente, miramos la puerta abrirse de nuevo, con mucha fuerza; Jennifer salía y lloraba. Los ojos verdosos estaban un poco más oscuros; ya no eran el brillante verde-grises y estaban acuosos. Sollozaba. Gemía y parecía que iba a tener un ataqué. Todos la miramos, ella a nosotros y las lágrimas caían. En eso, vi un destello arriba y vi a mi padre, ya cambiado y arreglado. Vestía tan informal, con vaqueros, una camisa de lino blanca y unos Converses viejos. Él se quedó mirando desde las escaleras, esperando.

— ¡Jennifer! —gritó Troy desde la oficina

— ¡Cállate!— le ordenó Jenn, en un tono seco y vacío en sus palabras, interrumpiéndolo.

Troy salió, con una expresión de dolor e incomodidad, en el rostro.

—Oh, Jenn...yo — gimió. — Yo...

— ¡DIJE QUE TE CALLARAS! —gritó de repente Jenn. Sus manos temblaban y rápidamente se convertían en puños.

Nuevamente, hubo una quietud incierta en la habitación, mientras solo las respiraciones y algunos titubeos que se oían, lo más bajo posible. Todos estaban inquietos y preocupados; Desirée empezó a morderse las uñas, mientras Alex se mordió el labio inferior y los demás solo tenían los brazos cruzados y yo, pegada a una ventana, buscando apoyo.

—Solo quiero que me respondas dos insignificantes y estúpidas preguntas— replicó Jenn de repente. —Dos...cosas que deseo saber y para así poder— titubeó mostrando dos dedos de su mano, y de uñas bien pintadas. — Y para así...y para así...—repitió con miedo y ligeramente temblando; pero con la voz casi de sollozos.

—Y así para poder juzgarme, ¿no cierto, Jenn? — repuso Troy algo tranquilo, y con algunos rizos en la cara y cubiertos de sangre brillante

—Pues...si— susurró. — Eso deseo saber, pero primero...respóndeme esta pregunta, la primera...—titubeó girándose hacia él. Troy se estremeció al ver su cara.

Centenares de sollozos recorrían sus mejillas. Eran oscuras, su delineador y sombra de ojos, se habían corrido con sus lágrimas y se deslizaban sobre sus pómulos. La claridad del día era perfecta, pero eso no cambiaba nada, ni siquiera un día soleado podría hacer secar el empañado rostro de diva, marchito de mi tía. Y en sus espléndidos ojos, se notaba el dolor de la traición; el sufrimiento que se siente al darse cuenta de que la persona que amas, con todo tu corazón y que le entregaste tu alma, realmente te engaño por...compasión.

—Jennifer...yo. —titubeó. — Lo lamento. En serio— susurró Troy, acercándose a ella y casi para acariciar un mechón de su cabello, sin embargo ella se apartó

Ella solo sollozaba, mientras los demás la mirábamos dolidos ante sus reacciones pero a la vez enfurecidos, con la basura de hombre que era realmente Troy. Ni una sola de las diez miradas en la casa faltaban, y todas apuntaban a mi tío; si es que efectivamente se lo podía llamar, ahora, de esa manera. Estaba molesta.

Luz y Oscuridad © ✓Where stories live. Discover now