Capítulo 34: Conectados

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Quería dormir, pero debía esperar. Mis tíos ya se estaban preparando para recibir el Año Nuevo en el indiferente pueblo de White Rose, en el condado de New Haven, en el estado Connecticut. Jesse y Vane, habían decidido quedarse en la casa para poder recibir el año con su pequeño retoño, Christopher. Mi padre se había quedado mucho tiempo en su alcoba con mi madre; quizás se había despertado, y estaban hablando o mi padre la veía dormir, plácidamente. Alex, Desirée, Sofía, Carter y Jenn querían ir al pueblo para ver el espectáculo de fuegos artificiales y del mismo modo que ellos estaban de entusiasmados, lo estaban mis hermanos mayores, Zeke y Carly. Ambos se morían de ganas de ver el espectáculo y festejar el Año Nuevo en el pueblo.

Luego de una breve discusión entre mis hermanos y mis tíos, decidieron ir y se estuvieron preparando para irse desde la casa hasta el pueblo. Correr casi un kilómetro debía ser frustrante; no obstante, si era para fiesta la que había de ir, valía la pena el tedioso trayecto; ida y vuelta. No me aventuraba a pensar de cómo quedarían los hermosos vestidos a mí hermana y los de mis tías, al atreverse a correr entre el bosque de pinos y la extensa capa de nieve recientemente, colocada sobre todo el pueblo. Se convertirían en una ruina total. Suspiré sin mucho ímpetu; no me quite el vestido ni tan poco los zapatos, solo me acomode con calma en el sofá con la cabeza hacia arriba, mirando las vigas de madera y el fondo oscuro del techo. Luego de un rato, todos ellos salieron y se fueron al garaje. Todos ellos se veían entusiasmados y exaltados por ir y festejar. Se subieron a los autos y se fueron con mucho regocijo y júbilo. Yo solo me quité los tacones con la diadema incluida. Las dejé en el piso, mientras que Jesse se sentaba en uno de los sillones y cargaba su fiel guitarra en una mano e igualmente, su cuaderno.

— ¡Vamos a darte tu...deliciosa comida! — exclamó Vanessa mientras alzaba a Christopher al aire y este se reía por lo que su mamá le estaba diciendo

Mi tía colocó a su bebé en la silla alta de la cocina, y se pasó revoloteando un rato, haciéndole su comida. Pronto Jesse se puso a tocar su guitarra; la suave y relajada sinfonía que provisionaba con el pasar de sus dedos sobre las cuerdas, eran completamente irreal. La sumisa y calmada balada, era sencilla y dulce pero a la vez profunda e intensa. Me puse a escucharla con mucha atención, algo en ella me llamó la atención en todos mis sentidos, mientras que mi tío tocaba con ánimo y energía su tan hermosa canción. Las cuerdas resonaban en toda la casa y la del lugar se sentía más hogareño y apacible, como si todo lo malo y feo se hubiese ido; y las buenas vibras hubiesen venido y estuviesen en por todas partes de nuestro hogar. Desde los tablones y puertas de madera hasta en nosotros mismos. Todo se había vuelto perfecto y mágico, o algo así. Observar el techo con esa hermosa música tipo balada de guitarra de fondo musical, era...agradable para mí. Me gustaba y me hizo sentir bien.

>>> ¡La música de Jesse casi siempre te hace sentir bien! ¡Te renovaba el alma! <<< exclame con vigor en mi cabeza

Sonreí feliz y hasta creo que me sentía un poco mejor. Menos cansada. Pero Jesse detuvo en seco su tan hermosa balada de guitarra...

— ¿Ah? ¡¿Por qué te detuviste?! — chillé de repente, incorporándome de golpe

— ¿Qué? — preguntó Jesse algo confundido. — ¿Qué sucede, sobrina?

— ¿Por qué no sigues tocando esa hermosa balada, tío? — le pregunté exaltada. Quería seguir escuchando esa bella balada. — ¿Por qué? —insistí algo irritada, sentándome en el sofá

Jesse me observaba extrañado por mi rara reacción, solo duró unos segundos callados hasta que finalmente suspiró y miré su rostro. Sus ojos oliva expresaban mucha serenidad y su cabello broncíneo, perfectamente peinado. Un mechón pasaba por su frente. Y de un soplido rápido de su boca hacia arriba, lo acomodó de inmediato. ¡Sí que tiene estilo mi tío!

Luz y Oscuridad © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora