INTERCAMBIO MODAL

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La capilla central de la clínica ya se encontraba preparada.

Las sillas están dispuestas como si de un auditorio se tratara. Entre el reclinatorio y el gigantesco crucifijo plateado, se encontraba el féretro blanco que contenían los restos mortales de Celeste Saldaña, flanqueado por lamparas que simulaban cirios.

Alrededor de todo el conjunto, habían llegado diversos arreglos florales. El más grande lo había enviado el mismo presidente de la República.

Julio y sus amigos ingresaron reverencialmente al recinto. En las sillas divisaron a mucha gente, encabezados por Nicolás Saldaña, padre de la fallecida, quien no cesaba de llorar desde su silla de ruedas.

-Acerquémonos máximo de tres en tres -susurró Julio -. Yo voy a ver a Celeste.

Seguido por sus inseparables amigos, se acercó al reclinatorio para orar. Aunque no era católico, creía en la existencia de un Dios, al cual encomendó el alma de su amiga.

Terminando de orar, se acercaron al ataúd que tenía la tapa abierta, y pudieron contemplar el rostro de Celeste.

Parecía como si estuviera dormida. El cabello había adquirido una tonalidad cobriza y enmarcaba su rostro pacífico. La habían peinado de tal manera que su frente quedara parcialmente cubierta, y estaba vestida con el hábito de las hermanas Ursulinas.

Julio contempla en silencio a su amiga fallecida. Toca con sus dedos el cristal y retrocede para dejar sitio a sus amigos.

A.J. se acerca y observa a Celeste. Increíblemente se ve muy hermosa, más que cuando estaba entre ellos.

"Celeste, mi querida amiga. ¿A dónde has ido? ¿No has muerto, verdad? Sólo te has ido de viaje. Algún día te iré a visitar y te daré un abrazo tan fuerte que me pedirás que no te asfixie. Cuidate mucho, Cele, ¿de acuerdo? Y buen viaje".

Jhonny se acerca y deja un prendedor en forma de perro sobre el cristal del féretro. Murmura una plegaria y se dirige de vuelta junto a sus amigos.

Alina y Mitsuishi desean verla también, pero a sugerencia de Julio, ambas van con Steven.

-Stephanie, tu mejor vas a ver a Celeste con Kat -añade, cuando sus amigos han ido hacia el féretro.

-No me lo creo. No me lo creo de verdad -dice A.J.

Les ofrecen café y galletas, pero los tres se niegan a probar bocado.

-Es terrible, lo sé -dice Jhonny -. Pero tenemos que estar unidos, la verdad.

-Mira quienes vienen por ahí -dice Julio, señalando a la puerta discretamente.

Los tres vieron llegar a Caricia, Merrian y Olinda, sus compañeras del Vaxi. A.J. es el único que no se extraña de la presencia de las tres realmente: ellas la querían mucho.

-Sí: llamé a Caricia y me dijo que vendrían como sea -explicó Jhonny.

-Hola chicos -se escuchó detrás de ellos.

Ambos voltearon a ver quien les hablaba: Brüno McCain estaba presente, con el rostro apesadumbrado.

-Brüno.

-Me enteré por las noticias. Pobre mi querida amiga.

Empezó a contar algunas anécdotas de cuando ambos eran pequeños: habló de sus paseos al zoológico, las excursiones, las idas al club, las fiestas. Pronto se le quebró la voz.

-Calma, Brüno. Ella ya está descansando.

-Sí, si me perdonan, me despediré de ella a solas.

Aún en la soledad - Antes De Las nueve IIWhere stories live. Discover now