JULIO

2 1 0
                                    

Camino por el camino de tierra que me lleva hasta la lechería.

-Una botella de leche, por favor, que hoy se olvidaron de pasar por casa.

La encargada me entrega una después de limpiarla un poco. Extrañamente, sé que la he visto antes, pero pronto me deshago de la idea, ya que no tiene el más mínimo sentido.

La visita a la lechería, por supuesto, es tan sólo un pretexto: necesito ver si es que aún está allí, o si está cerca o si era mentira que se iría.

Como quién no quiere la cosa, le pregunto a la encargada por el dueño del negocio, que tenía algunas cosas por discutir con él: eso por supuesto incluye el "olvido" de la leche, que ya se está volviendo habitual.

Salgo del lugar con la feliz noticia del viaje de ése sujeto, que ya se estaba demorando en irse del ¿pueblo? Entonces ahora sé qué es lo que debo hacer. Sí, ya sé que es de día, pero la verdad uno ha de ser medio valiente de vez en cuando.

Casi voy corriendo por el camino de tierra sin pararme a pensar que las piedras pueden lastimar mis ¿descalzos? pies y llego hasta una casita blanca bajita. Me inclino para recoger piedras pequeñas y, con discreción, empiezo a lanzarlas contra la ventana.

-¿Eres loco, verdad? -me dice ella, no bien sale de su casa -. Recién se acaba de ir, hace un par de horas. Eres bien atrevido.

Me río. La cojo de la muñeca y me la llevo a la carrera. Pronto llegamos a una pradera que se adivina desierta.

-Tú me vuelves loco -le digo, mientras la levantó en volandas, agitando su cabello liso al viento-. Por cierto, ¿por cuánto tiempo se fue?

Nos sentamos y la veo sonreír, radiante. En ese momento algo se me cruzó por la mente: "¿Julio?, qué te pasa: has tenido mejores".

-Dos semanas. Se ha ido un poco lejos, pero ese no es motivo para arriesgarse, tonto. Ya sabes que los vecinos son muy chismosos, vaya que sí.

Escucho un zumbido un poco lejano. Doy un giro y caigo de mi cama.

"Esa mujer era Windy Rutherford. ¿Qué diablos me está pasando?"

Me levanto lentamente, sacudiendo mi cabeza. Me alisto para ir a estudiar, así que voy por mi guitarra, cuya funda es tan grande que hasta entran mis cuadernos y separatas. Por supuesto, no soy el único que va con su instrumento todos los días a clases, pero si uno de los mas problemáticos, debido a que suelo ver de qué clases puedo escaparme para ir a guitarrear un rato.

Tomo mi desayuno a la volada, rogando por encontrar el bus vacío. A pocas cuadras de mi casa está el paradero inicial y a veces hay cola si es que salgo después de las siete de la mañana.

El día se me pasa rápido, porque me escabullo de las primeras horas, con lo que me encuentro a la hora del receso con A.J. y con Jhonny: por cierto éste último estaba con un humor de perros.

-¿Qué pasó, pepón? -le comenté de la forma más amistosa que pude-¿La boricua le atracó la salida al roto Millones?

A.J. trató de prevenirme, pero ya era tarde. Se enojó, pero pronto se serenó y me contó lo que le había ocurrido con Caricia el sábado, en el concurso del cual nos había hablado hasta por los codos, seguro de conseguir la plaza.

-Pero me va a escuchar, no bien la vea -iba diciendo, pero pronto cambió su expresión de cólera por una más analítica, y era que la había divisado-. Ya vuelvo, tengo algunas cosas que aclarar.

Por lo que me quedé sólo con A.J., así que aproveché para preguntarle acerca de mi sueño, ya que él es medio loco y sabe algunas cosas de sueños y eso.

-Oye sabandija, ¿qué significa soñar con una persona que nada que ver, ah?

-Pues que esa persona te interesa pues, ¿no?

-No, pero te digo que es una persona que nada que ver.

-Depende. Hay quienes dicen que esa persona estaba pensando en tí, o hasta que soñó contigo. Tendría que ver las circunstancias del sueño. ¿Con quién soñaste?

La mentira me salió muy fácil:

-Cristina Méndez, la uruguaya. No sé si la ubicas, es de tercer ciclo.

Y le fui narrando mi sueño, paso a paso.

-Oye, eso está interesante. Parece una visión de una vida pasada.

-¿Será? Pero si yo no creo en esas cosas -digo.

-Eso no importa: las vidas pasadas igual existen.

.

-Ya. Tu amiga está loca.

Mientras comparto un sandwich con Merrian durante mi descanso en Coma y Punto, voy terminando de contarle la versión de los hechos, según Jhonny, de lo acontecido durante la audición de mi amigo.

-No es mi amiga, chino -me dice -. A Trujillo a duras penas la conozco.

Desde lo que había pasado después del chivo, nos habíamos vuelto muy buenos amigos (sólo eso). Ella solía buscarme para charlar o practicar un poco. Seguíamos yendo a las clases con mi tío junto a Kat: ambas progresaban bastante rápido.

-No entiendo por qué lo hizo. Creí que ella estaba templada de Jhonny.

-Y lo sigue estando, chino: o eso parece, bueno. Ese mismo día, cuando nos juntamos para ensayar, nos contó lo que hizo y se quedó callada: luego se puso a llorar. Casi ni podía hablar, hasta me dió penita.

-Pues Jhonny no le dió pena. La verdad, nunca hay que hacerle nada a él. Aquí entre nos, es bastante resentido.

-No parece. Se ve bien bonachón.

Recuerdo fugazmente lo que aconteció con él en la secundaria. Considero que tengo suerte de seguir con vida.

-Créeme, es así.

Terminamos la merienda y nos despedimos, aunque en honor a la verdad traté de besarla, pero no se dejó.

El fin de semana me dirijo hacia la casa de A.J. para ensayar. Lo original era hacerlo en la casa de Jhonny, pero esta vez variaríamos un poco.

-Justo acababa de salir de la prisión, sabandija -me dice no bien abre su puerta.

-Anda, ¿la denuncia de Alina prosperó?

Nos reímos de buena gana.

-Pues no. Nos hemos dado un tiempo. Casi que paramos discutiendo, así que nos hemos distanciado.

Le doy una palmada en la espalda: no sé mucho de "tiempos", pero lo considero una antesala de la ruptura.

-¿Y ya le estas dando curso a Olinda?- le digo, hablando a lo paraguayo.

-Hablas porque tienes boca -se burla mi buen amigo-. ¿O tú ya se lo diste a Merrian?

-Para nada -miento-: soy un chico decente.

Esto si es demasiado curioso en mí: ni a el ni a Jhonny les he contado acerca de mi juego de damas chinas con la cajatambina.

Aún en la soledad - Antes De Las nueve IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora