A.J.

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-Hoy se va.

Me levanto muy temprano, a pesar de que anoche me había desvelado por la nochebuena. Como siempre, la cena familiar con todos anoche; sólo que esta vez pedí permiso para dormir temprano.

-Así es -dice Isabella, mirando la luz del sol a través de la ventana-. Pero tenemos que recogerlas del Vaxi a las diez, y recién son las seis.

La noche anterior Oli me había escrito para contarme que Catsup se quedaría a vivir con Kat, y que podía visitarlo cuando yo quisiera.

Tropiezo con un juguete de Fabián: un barquito que le regaló Anto. Aparto suavemente todos los regalos mientras me prometo a mí mismo enseñarle a guardar sus juguetes nuevos.

Saqué del refrigerador un poco de pavo, el cual me apuré a calentar en una sartén. Luego llené tres botellas de jugo de maracuyá y cogí seis panes de la canasta.

-Nunca se sabe qué les darán en el bus, así que mejor es que tengan un refrigerio casero -le digo a la fantasma mientras mezclo el pavo deshilachado con un poco de mayonesa casera.

El mismo veinticuatro, en el grupo de chat que teníamos con las "bandidas" (el grupo se llamaba "locos y cuerdas": si necesitas explicación, no eres músico), nos contaron que el asunto de la malversación por parte de la rectoría del Vaxi se había resuelto a favor de todos los alumnos de intercambio, a quienes se les dió todo el dinero que no se les había entregado a sus respectivas tarjetas de débito: con ese dinero Merrian las había convencido de pasar el año nuevo en Brasil, y para allá se irían las tres. Una vez hecho esto, Caricia abordaría un avión sin escalas hasta Puerto Rico, Olinda haría otro tanto y Merrian no se quedaría atrás.

-¿Dan un sólo refrigerio para los pasajeros a Belo Horizonte? -me pregunta la fantasma.

-No, Isa. Ellas van hasta Iquitos, luego hasta Brasil. Van a hacer al menos tres trasbordos. Y bájate de mi espalda, porque pesas.

-"La mariquita malhumorada" es un cuento infantil muy bueno, A.J.

Una vez preparados los tres refrigerios, me dispongo a alistarme para ver a las tres chicas: por lo que sabía sería el único que iría a despedirlas: de Julio no sabía nada, pero de Jhonny todo me quedó muy claro.

La noche en que nos fuimos a cenar y, una vez que el chino se fue con Merrian, Jhonny acercó a las chicas lo más que pudo a sus casas. Cuando llegamos cerca de la casa de Caricia (que pronto no sería más su casa) ella le habló:

-El veinticinco me iré, Jhonny. Espero que nos volvamos a ver algún día.

-Sí, quizás -le respondió sin mirarla.

-Te voy a extrañar. Y a tí también, A.J. -dijo, seguramente para disimular.

-Las acompañaré ése día -me apresuré a decirles-: imagino que llevar equipaje y guitarra debe ser muy difícil.

-Bueno, chau -dijo Jhonny y, sin esperar respuesta de Caricia, nos marchamos.

-Es un patán: debiste decirle algo, A.J. -me dice Isabella, recordando lo de ése día.

-Puede ser, pero no puedo discutir con Jhonny: es muy terco. Supongo que esa fue su despedida con Cari.

-Algunos se despiden más bonito, por lo que me contaste -me dice, con una sonrisa ladina.

-Bueno, mirando a la pared, que saldré de la ducha.

-Está bien, está bien.

Luego de vestirme, cogí mi mochila más grande para poner en ella el regalo para Olinda: habíamos quedado en intercambiar regalos para llevarnos ambos un bonito recuerdo.

Aún en la soledad - Antes De Las nueve IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora