A.J.

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Pasamos absolutamente toda la madrugada velando a Celeste, sin ánimos de comer nada: tan sólo probamos un poco de café. Lo que sí hicimos fue recordar todo lo que vivimos con ella, desde que la conocimos hasta cuando la vimos el día del último exámen final en el Vaxi.

Al promediar las ocho de la noche, Julio dijo que mejor nos fuéramos a nuestras casas: la misa de cuerpo presente sería a la una. Todos asentimos y nos empezamos a dividir. Al final me quedé con Alina e Isabella.

-Te acompañaría, Alina -me excusé-, pero prefiero irme a casa a darme una ducha particularmente larga.

Ella sonrió en medio de su tristeza. La acompañé a tomar su bus y me quedé a solas con mi fantasmal amiga.

-Tuve que ir al jardín del hospital, A.J. Antes hice explotar una ventana por la tristeza.

-No puedes hablar con ella, ¿verdad Isabella?

La fantasma negó con la cabeza.

-Se supone que las personas que fallecen se quedan hasta por ocho días, salvo que se conviertan en fantasmas. Si se va inmediatamente, es probable que su muerte haya sido violenta.

Me sentí muy apesadumbrado.

-¿Entonces ella ya se fue?

-No lo sé. Hay casos en que se quedan más allá de los ocho días, por una cuestión de sentimientos. Es todo tan complejo.

Al llegar a casa, dejé que Isabella entrara primero. Desayuné algo, me di una ducha y escogí mi ropa. Es ahí recién cuando me doy cuenta de varios chats sin abrir en mi celular.

Los abro: uno es del grupo de mi familia: "Familia unida y divertida". También esta el de "Soneto Homicida & Fans". El tercero es de Olinda.

"Hola, A.J. Trata de estar tranquilo. Lamento todo lo que ocurrió. Hay algo que Celeste me dijo hace poco: manténganse unidos. Se habrá referido a nosotros? O a tu grupo Soneto Homicida? Bueno, te veo en el Vaxi".

-¿Hijo?

Me sobresalto: había olvidado que era domingo y mi papá estaba en casa.

-Hola, papá.

Ya les había comentado por el chat lo que había ocurrido: ellos habían entendido muy bien la situación.

-¿Estás bien?

-Tranquilo, nada más -admití-. Y tal vez algo cansado.

-¿Quieres hablar de ello?

Sonreí. Mi padre era una persona un tanto tímida, pero de muy buen corazón. Mi madre siempre decía que él anteponía el bienestar de los demás al suyo propio, y no me costaba mucho imaginar que, si en lugar de ser yo el enlace de Isabella hubiera sido él, renunciaría a todo para ayudarle. Debe ser por eso que es, hasta ahora, un gran músico y guitarrista.

-Papá, ¿alguna vez perdiste a un amigo muy cercano?

-Claro. Pero el ya era mayor. Una enfermedad larga y penosa.

-Entiendo.

Parece pensar sus palabras, luego me dice:

-¿Sabes? Debes tener fe: un día volverán a verse. Créeme.

-Gracias -dije -. Ahora tengo que ir a la misa y al entierro. Será en Cieneguilla. Volveré en la tarde noche.

-Cuidate, hijo.

Durante la misa, Julio nos dijo que había ubicado a Cinthya en la misma clínica donde reposaba Celeste, y que Esteban había entrado en shock.

-No entendí mucho lo que me dijo, sólo que era algo pesado que tenía que superar él mismo.

-Está inconsciente todavía. Lo que va a sufrir cuando se entere -reflexionó Stephanie.

-Una vez sepultemos a Celeste, iremos a visitarlo constantemente -dijo Jhonny -. Así juntos lo apoyaremos.

Afuera de la Iglesia, el cortejo fúnebre estaba listo. Una vez finalizada la misa, los cargadores llevaron el ataúd en hombros y lo depositaron en la lujosa carroza.

Tres autobuses de la corporación Saldaña estuvieron listos para llevar a las personas hasta la última morada de nuestra amiga. Uno de los buses del Vaxi también estuvo: fue en ése bus donde fuimos todos.

-¿Saben que me estoy acordando, sabandijas? -dijo Julio -. De cuando nos peleamos y Celeste amenazó con no volvernos a hablar. ¿Te acuerdas, A.J.?

-Cierto. E inmediatamente nos amistamos.

-Era loca cine -dijo Jhonny -. Casi todos los fines de semana era película obligado.

-De pasada me haces acordar que te debo algún dinero, sabandija. En entradas para el cine.

-Olvídalo, chino. Que poco valen esos boletos en comparación de haber tenido una amiga tan buena persona.

-Tenemos, sabandija.

-No se si vieron en la televisión-dijo Stephanie, que estaba en el penúltimo asiento junto a Steven -. Agarraron a Alonso el mismo día que Celeste falleció. Dicen que fue él, lo acaban de juzgar en tiempo récord y lo han sentenciado a cadena perpetua.

-¿Y de dónde sacaron que fue él? -pregunto.

-No sé si recuerdan a Mafer: una bien chiquita y flaquita que era amiga de Celeste y era enamorada de Alonso.

-Ya la ubiqué -apuntó Steven.

-Pues en la tarde de ayer le metió dos balazos a Mafer: parece que tuvieron una discusión. Cuando la tuvo fuera de combate, se marchó para acabar con Esteban. Pero no contaba conque Mafer podría llamar a la policía. Fueron hasta la casa que Alonso tiene al sur y ella lo acusó de amenazas contra Esteban, que los iría a buscar porque sabía dónde encontrarlos: allí se desmayó y se está recuperando en el hospital.

-Entonces -dijo Kat.

-Pues que se fue de su casa el miserable y encontró el auto de Celeste, creyendo que dentro estaba Esteban. Cuando vio que no estaba y que Celeste lo había identificado, le disparó.

-Creo que eso fue lo que declaró el señor Saldaña -intervino Alina

-Vaya, hasta dónde lo llevó la locura -apuntó Jhonny.

-Por mi, que se muera en prisión -finalizó Kat.

Al llegar al camposanto, acompañaron a su amiga junto a los cargadores, los cuales iban cediendo su puesto a algunos amigos y conocidos. Para el último trecho, Steven rogó que les dejaran cargarla. Así, él, Julio, Jhonny y yo nos encargamos de llevarla.

"Pesaba poco" pensé., mientras sentía en el hombro la madera del cajón.

Un sacerdote dio el responso correspondiente. Luego, para nuestra sorpresa, Jhonny dio una emotiva semblanza acerca de ella.

Descendieron el cajón hacia la fosa. Colocaron unas placas de concreto encima y volcaron tierra sobre el cuerpo de nuestra amiga. Luego pusieron unas mantas de césped y por último la lápida.

Fui el último en abandonar el lugar. Leí la lápida, que tenía una inscripción que decía: "Supo sacar lo mejor de cada persona que la rodeó: hoy somos lo que somos gracias a ti".

-Nunca pude estar más de acuerdo con algún escrito, Celeste. Gracias por todo, hasta pronto y buen viaje.

Aún en la soledad - Antes De Las nueve IIWhere stories live. Discover now