CAPITULO XXVI: I N Q U I E T U D

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- Laurence Ri... -

- Rivia... soy yo - Interrumpí al señor de la paquetería

- Si, Laurence Rivia, tengo una entrega para usted- asentí, el señor regresó a la camioneta y bajó un arreglo de rosas con orquídeas blancas, no pude evitar abrir la boca y los ojos al ver lo hermoso que era – Firme aquí por favor... ¡Ah! Y esto igual es para usted – me entregó un pequeño paquetito en forma rectangular, parecía un libro. Por un segundo mi piel se heló en cuanto sospeché de quién provenía. – Es todo – Sostuve el arreglo con cuidado y de una patada cerré la puerta.

Lo coloqué en la mesa, me crucé de brazos y lo volví a observar detenidamente, sentí un calor en mis mejillas, dejé salir un largo suspiro y abrí lentamente el pequeño sobre que estaba metido entre las flores.

"Probablemente creas que no tiene sentido esto, pero quiero que sepas que no me gustó verte llorar, las palabras que dije mientras estabas recostada junto a mi fueron ciertas, también dije que no podía corresponder tus sentimientos, sin embargo, no pude permitirme verte llorar ni tampoco puedo sacarme la idea de lo triste que debes estar, llevo noches sin dormir pensando en ti, no sé qué me hiciste Laurence, pero no te puedo sacar de mi cabeza, he sido un idiota, te rechacé de la peor manera, y lo siento, espero que este pequeño detalle te haga odiarme menos y te saque una pequeña sonrisa ante tu tristeza.

Henry D.W. Cavill."

Una pequeña lagrima escurrió por mi mejilla -Henry...- dije entre dientes, abrí el pequeño paquete, era un libro de poesía contemporánea, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, acaricié lentamente las flores con la yema de mis dedos – Si tan solo supieras que yo tampoco he podido dejar de pensar en ti y que llevo varias noches sin dormir por tanta tristeza...- pensé, más lagrimas comenzaron a salir, no eran de tristeza, sino de sentimientos encontrados y en seguida recordé aquel beso que nos dimos en su cama acurrucados – Jamás podría odiarte...Henry...-

-Laurence...- salió mi madre de la cocina, cubrió su boca sorprendida al ver el arreglo - ... ¿Y eso? –

Limpié a prisa mis lágrimas - Me las acaban de enviar-

- Dios... Laurence, son hermosas ¿Quién fue? - me miró y se acercó para sentir el aroma de las rosas

- Henry...- dije mientras ocultaba el pequeño sobre con la carta – Él las envió –

Su rostro cambió - ¿Y por qué razón te envío estás flores? - arqueó una ceja, sentí que estaba algo molesta pero más que eso confundida, yo también lo estaba, pero no podía negar que era un detalle precioso y la carta había sido como un remedio a tanta tristeza, cumpliendo así el objetivo. -Quizá se sintió culpable... solo no te ilusiones cariño, es muy bello- regresó a la cocina, le tomé un par de fotos al arreglo y después subí a cambiarme porque debíamos ir por Clia al aeropuerto, no faltaba mucho para que llegara su vuelo, solo venía para la cena de mi madre con Charlie.

- ¡Laurence, te espero en el auto! - gritó mi madre desde abajo, me puse unos tenis y bajé corriendo provocando que casi tropezara, subí al auto y me puse el cinturón.

- ¿Te sientes mejor? - preguntó mi madre, parecía algo seria

-Sí, me siento mejor... y si lo preguntas por lo de las flores, pues... No tengo mucho que decir al respecto- miré hacia la ventana.

-Me alegro que Clia haya podido venir- cambió de tema repentinamente - No puedo creer que de repente por cuestión del destino pudiera estar nuevamente con Charlie- su voz se quebró

-Me alegro que encontraras a alguien que realmente te haga feliz- la miré y sonreí a medias

-Siempre supe que en algún momento él y yo nos volveríamos a encontrar, pero jamás creí que tuviera tanta suerte como para llegar al punto de formalizar una relación... - con su mano tomo la mía y me miró de reojo - Gracias por aceptar a Charlie como parte de la familia- sonrió con ternura

Amor En NegaciónWhere stories live. Discover now