Eleanor tiene que aprender muchas cosas pero sobre todo a como no morir por las tendencias suicidas de su sobrino. Y quizá, a no caer ante los encantos de la maldición Potter.
• fem!oc x (bill weasley)
• harry potter fanfiction.
• prohibida su copi...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
CAPÍTULO NUEVE; EL PERRO NEGRO
—No puedo más. ¡Me rindo! –dijo Tonks, recuperando el aliento. Eleanor la miraba desde arriba con una sonrisa burlona. Era el comienzo del tercer y último año para la preparación como Auror y los entrenamientos se habían vuelto más intensos, a Moody se le había ocurrido la grandiosa idea de ponerles ejercicios al estilo muggle. Por lo que, ahora solo Eleanor y otros dos habían logrado escalar una enorme pared de piedras con destreza mientras que los demás, como la metamorfomaga se comenzaban a dar por vencidos–. A mí pónganme a pelear contra mortífagos, no a escalar una enorme muralla. ¡Moriré antes de poder graduarme!
–Estás siendo dramática. –dijo Eleanor, su mejor amiga, al bajar con cuidado la muralla. Su respiración estaba acelerada y sudaba en extremo, era muy asqueroso, pero eso no le borró la enorme sonrisa que siempre portaba con orgullo. Nymphadora la fulminó–. ¡Oh, vamos! ¡Fue divertido!
–¡En absoluto!
–Ya, Nymphadora. –dijo Ojoloco, ocultando una sonrisa burlona. El maestro las estaba viendo desde cerca, él creía que ambas aprendices eran las mejores de su generación hasta el momento–. No es mi culpa que seas torpe.
El cabello de Tonks que siempre se mantenía en un rosa chillón, cambio radicalmente a un tono escarlata, mientras se dirigía con mirada asesina a su maestro.
–¡No me llames Nymphadora!
Eleanor rió al ver a su maestro rodar su robótico ojo azul ante el comentario de su mejor amiga y se alejo de las jóvenes.
–¿Nymph? –dijo Eleanor, divertida. Su sonrisa se borró al ver a su amiga señalarla con amenaza. Alzó sus manos a la altura de sus hombros–. No dije nada.
–Lo que digas, Dorea.
–¡Ugh! ¡Lo odio! –se estremeció, horrorizada. No le gustaba su segundo nombre y por eso, siempre evitaba que la llamaran así.
–Bienvenida a mi mundo. –tarareó Tonks.
La pelirosa sacó una copia de El Profeta de su bolso y se lo lanzó a la joven a su lado que lo atrapó en el aire. Y leyó:
