⊣𝑆𝑂𝑀𝐸𝑇𝐼𝑀𝐸𝑆 𝐿𝑂𝑉𝐸 𝐿𝐴𝑆𝑇𝑆 𝐴 𝑊𝐼𝑁𝑇𝐸𝑅 ⊢ ❄MEWGULF❄

8. 2/2

Los sentimientos que había estado guardando mientras dormía por el cansancio, se desbordaron cuando lo vio frente a él. Al principio su corazón se aceleró y su estómago cosquilleo dulcemente pero, cuando su teléfono emitió la alarma programada a las once de la noche para no perderse su programa; todo fue diferente, el cosquilleo se convirtió en malestar y su alegre expresión se volvió fría.

–Están por cerrar, es mejor que nos vayamos – pronuncio viendo a los empleados del lugar pedirle a las pocas personas que aún quedaban que se retirarán. Con un suave movimiento alejo la mano del joven gerente que seguía puesta en su frente, dio un paso largo golpeando sin querer el hombro del contrario para poder salir.

No quería comportarse de esa forma pero, había esperado demasiado por él, había comido solo en un restaurante donde todos le veían como si fuese alguna especie de atracción pues, todos ahí estaban comiendo en pareja, a demás luego tuvo que soportar ver a las personas divertirse y él no por el miedo de caerse y hacer el ridículo. En Tailandia el jamas se había preocupado por cosas como esas, tonteaba demasiado con sus amigos pero, una vez que estuvo donde no conocía a nadie todo lo que no le preocupaba empezó hacerlo.

–Gulf...–el fuerte agarre de Mew en su brazo lo hizo detenerse a un paso de salir, volteo a verlo fingiendo desinterés – si, están cerrando pero, podemos ir a otro lugar, ven – ser arrastrado no era la mejor forma de quitarle el mal humor que tenía en ese momento. Aunque termino entrando junto a él al auto.

Gulf fue silencioso, quería preguntar el motivo de su tardanza pero, no pensaba que fuera correcto hacerlo así que mantuvo su vista al frente viendo los edificios siendo cerrados y a la gente ir a sus casas, muy pocas personas están fuera de noche en aquel lugar, tal vez alguna costumbre del tiempo pero, en verdad a veces el era él único que se paseaba por las calles cuando no podía dormir. Mew dio varias vueltas y manejo recto por mucho tiempo, Gulf había dormido un poco y una así se sentía cansado así que deseo que el viaje terminará pronto para volver a casa y recordarse que no debe gustarle nadie.

Los edificios se fueron haciendo lejanos, había más árboles y menos casas, volteó a verlo con una mirada interrogante, Mew solo dirigió su vista rápidamente hacia él y sonrió. Aparco el coche a la orilla del camino, Gulf siguió mirándolo seriamente pidiéndole en silencio que no jugará y volvieran a casa pero, el chico frente a él que le había abierto la puerta para luego darse la vuelta y caminar lejos prentediendo ser todo un misterio, no parecía entender sus mensajes. Sus pies dudaron en salir del auto, estaban casi en medio de la nada, a él se le ocurrió no cargar más que el maldito saco que lo hacía ver bien y hacia frío pero, Mew se alejaba cada vez más.

Lo siguió en silencio brincando ramas y tropezandose cuando no las veía, ya no sentía sus manos ni pies, estaba congelandose y seguro moriría ahí porque también tenía hambre.

–P'Mew...ya no estaré enojado ¿podemos irnos? –suplico subiendo un par de tonos su voz para sonar tierno, quizás de esa forma lo convencería pero, él solo volteó a verlo, negó con la cabeza y siguió caminando – tengo frío, mucho, en serio...– esta vez si se detuvo y se giró hacia él, así que Gulf también lo hizo sorprendido de verlo avanzar los cinco que los separaban.

Las manos de Mew tomaron las suyas, las junto y las llevo cerca de su boca donde exhalo un poco de vapor en ellas mientras las frotaba para darle calor, Gulf no podía apartar su mirada de sus acciones sintiendo el característico calor del sonrojo en sus mejillas y esta vez también lo sentía en su cuello.
Una vez que Mew se aseguró de calentar sus manos las metió en los bolsillos de su abrigo y se sacó el beanie que traía puesto para ponérselo a él, fue cuestión de segundos para que su cabeza y orejas sintieran la calidez que este tenía, enfocó su vista en la de él, estaba avergonzado pero no quería pedirle que lo quitara o que no lo hiciera, solo quería mantenerse ahí con sus manos en el abrigo del gerente que le gustaba ahora más.