Capítulo 12: Dos Palabras.

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Cuando el ascensor abrió las puertas choqué con una muy nerviosa Alison, el impacto fue tan fuerte que estuve a punto de caer de culo de no haber sido por sus manos.

—Dios... Lo siento. —apretó ligeramente mi cintura al hablar, acto que me hizo erizar la piel. —Iba a buscarte, pensé que no vendrías.

Me reí mientras me reincorporaba. Ella finalmente me miró a los ojos.

—¿Vamos? —Le pregunté mientras sentía como mis mejillas ardían. Ella asintió y me ofreció su mano derecha la cual no dudé en tomar.

Agarradas de las manos me guió hasta la parte trasera del hotel, salimos a una especie de parqueo el cual estaba completamente vacío a excepción de una motocicleta. Soltó mi mano y se acercó al vehículo.

La vi palmear suavemente el asiento de cuero y me miró con diversión. Me reí al verla allí, intenté imaginarla como una fuckgirl pero se asimilaba a todo menos a eso, estaba vestida con unos convers blanco que parecían no haber visto tierra nunca, un jogger gris un poco ajustado a su cuerpo, una fina blusa de tirantes blanca la cual ofrecía buena visión a sus pechos -al acercarme un poco más noté que no llevaba sostén-, una pequeña mochila de para finalizar un beanie blanco.

—No sabía eso de ti Alison. —Comenté al detenerme frente a ella.

Miró a la motocicleta, luego a mí. Apretó los labios y luego sonrió pasando sensualmente su lengua por sus dientes, de su bolsillo sacó una llave y la tendió a pocos centímetros de mi cara.

—Yo no voy a conducir. —movió lentamente la llave. —Veamos que tan bad guy es Billie Eilish.

Mis ojos se abrieron a tope mientras reía, ella agarró mi mano para dejarme la llave e inmediatamente agarró uno de los cascos y lo ajustó a su cabeza.

—Alison, no creo que...

—Cállate. —Murmuró. Con agilidad subió a la motocicleta dejándome el espacio delantero. —Venga Billie, estamos perdiendo tiempo.

No es que sea una cobarde, pero estábamos en Francia, una cosa es conducir en Los Angeles, y otra completamente diferente hacerlo del otro lado del mundo.

Solté un pequeño suspiro antes de subir. Aún con los pies en el piso me coloqué el casco, seguido metí la llave y la giré recibiendo como respuesta el hermoso ruido de los motores al escender.

Alison deslizó sus manos por mi abdomen para poder sujetarse, acto que me hizo sonreír como idiota a la vez que sentía un sinfín de animales bailar en mi estomago. Eso no podía estar pasando.

Miré sobre el hombre a la causante de una posible taquicardia que estaba apunto de pasar, ella me sonrió dejando a la vista sus lindos dientes, aquello fue suficiente para que pusiera la moto en marcha.

Durante todo el camino Alison me dió indicaciones mientras miraba las calles con su barbilla apoyada en mi hombro. A distancia podía apreciar la torre Eiffel, y supuse que nos dirigíamos hacia ella.

—Para. —Me ordenó Alison. Hice lo que me pidió y bajó luego de quitarse el casco. —Espérame aquí, no vayas a quitarte el casco.

Me había pedido parar frente a una cafetería. Al verla atravesar la puerta de bajé de la motocicleta y me recosté de ella. Todas las mesas de afuera estaban ocupadas y lo entiendo, la vista es excelente y el clima ni se diga.

—Ya está. —Me sobresalté al escuchar a Alison. —Cálmate Billie, no te tocará la policía del tránsito.

—No estoy asustada. —Me encogí de hombros.

En mi pielWhere stories live. Discover now