Capítulo 39: Underwater.

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//Escuchen la canción antes y luego reproduzcanla hasta finalizar el capítulo//









¿Por qué no puedo recordar nada?

Si tan solo supiera quien es el padre de Arya tal vez la mantenga con vida, pero mi maldita memoria no funciona.

No puedo vivir sin Arya, ella es mi vida.

No sé cómo he llegado aquí, ni siquiera recuerdo el camino al hospital y menos recordaré este lugar, aún a pesar de eso no me detengo y continúo mi camino entre la arena, el agua está tranquila y solo hay pocas personas en toda la playa pero están tan lejos que no notarán lo que pretendo hacer.

El agua moja mis pies y a cada paso va subiendo hasta que el agua llega a mi cuello y me detengo cuando logra cubrirme la boca y me preparo para sumergirme hasta lo más profundo y terminar con esto. Dejo quela presión me sumerja sin reserva en mis pulmones.

Mi cuerpo no se agita los pocos segundos como en las películas, solo va bajando con mis manos suspendidas a mis costados y mis rodillas flexionadas. Entonces mis pulmones comienzan a fallar e intento obtener oxígeno al abrir la boca, pero el agua salada ocupa ese lugar.

No lucho y me permito ver el sol desde el fondo. Siento un dolor en la cien y mis ojos cierran inmediatamente.






Tengo frío y estoy desnuda, alguien me lleva sobre su hombro agarrando la parte trasera de mis muslos descubiertos, me duele el cuerpo y grito desesperada por soltarme pero no puedo.

De pronto me tiran al suelo por lo que me golpeo fuerte en el cráneo al caer. Intento girar pero me duele mucho la cabeza y jadeo por el repentino dolor.

—Aquí vamos. —Dice con burla el hombre que me cargaba, no puedo verlo bien mi vista está borrosa.

Se inclina y me toma del cuello, me levanta nuevamente y esta vez hunde mi cabeza en el agua. Pataleo con la poca fuerza que tengo e intento quitar sus manos de mi cuello pero no tengo fuerzas, me estoy ahogando, he tragado mucha agua.

—¡Ah! —Gimo cuando tira de mí hacia afuera.

—¿Quieres más? —Pregunta burla y baja una de sus manos a uno de mis pechos y lo aprieta con fuerza, duele por lo que grito. —Eres una perra.

—¡No! —Grito al sentir como va a devolverme al agua.








Abro los ojos bruscamente y la salitre me provoca ardor, aún estoy bajo el agua y estoy tan asustada porque ya no quiero seguir aquí pero no tengo las fuerzas de subir a la superficie. Tengo frío y veo mi mano palida frente a mis ojos, entonces siento una presión en ella y grito formando burbujas al ingerir más agua.








—Espera. —Le ordena otro hombre sacándome del agua bruscamente.

—No vas a continuar follandola. —Gruñe mi anterior atacante.

Estoy tosiendo mientras me agito con la mano de ellos en mi cuerpo. Aprovecho su distracción y muerdo con fuerza una de las manos, precisamente la que estaba en mi cuello. Uno de ellos grita mientras escupo la sangre que logré sacarle.

—¡Maldita perra! —Grita antes de golpearme con fuerza en el rostro. —¡Maldición!

El otro ríe con fuerza y se inclina para tomar uno de mis pechos entre sus labios para morderlo, me agito por el dolor.

—¡Para! —suplico entre lágrimas. Él cubre mi boca y hace lo mismo con mi otro seno.

—Aún sigues siendo una gata. —murmura antes de volver a sumergirme al agua.








Intento volver a la superficie pero en lugar de ello me ahogo más. No quiero seguir viendo esto, tengo miedo.









¡Papá! —Grita alguien y reconozco esa voz.

Quiero pedir ayuda pero aún estoy debajo del agua. De pronto ya no solo mi cabeza está sumergida, también todo mi cuerpo.

—¿Qué están haciendo? —Pregunta el chico. —¿qué te pasó en la mano?

Forcejeo y por ello recibo un golpe en mi parte íntima, intento gritar pero el agua atraviesa mi garganta.

—No ha sido nada grave, me herí con el borde de la piscina. —Se escucha distorsionado. —Necesito que vayas a la oficina.









Esta vez no hago nada mis ojos están pesados y vuelven a cerrarse.










Estoy tirada en el borde de la piscina intentando recuperarme, mi cabello empapado caen en mi espalda causando más fríos a mi cuerpo.

Ellos han vuelto y tiran de mis tobillos y deslizan sus manos por las quemaduras de mis muslos.

Uno de ellos me abre las piernas y se acomoda entre ellas.

Ya no puedo gritar, ni patalear, estoy muy cansada.

Siento algo frío subir desde mis tobillos hasta mi pecho, regresa hacia abajo y se detiene en mi bajo vientre. Me estremezco al abrir los ojos y ver una navaja en mi estómago, intento moverme pero el clava la punta del arma en mi piel.

—¡No! —grito asustada. —¡Por favor! ¡Basta! ¡Por favor!

Mis súplicas parecen excitarles porque se ríen. Baja la mi intimidad  y tiemblo a causa del miedo.

—Cerraremos con broche de oro. —murmura el mayor de ellos. —No debiste resistirte la primera vez, ya ves que te tocó doble.

Quiero vomitar.

—Hazlo.

—No, espera. —dice enterrando aún más la punta de la navaja.

Grito con fuerza por el dolor mientras las lágrimas mojan mis mejillas.

—No hay tiempo. —se queja quien mordí e empuja al otro y le quita la navaja.

—¡No! ¡Por favor no! ¡Te lo suplico! —Ruego tomando fuerzas y llevo mis manos a su pecho para empujarlo pero no puedo alejarlo.

Me estremezco y se me eriza la piel.

Entonces él entierra la navaja, abro bruscamente los ojos ante esto y pierdo la poca fuerza que tengo, estoy privada por el dolor por lo que solo puedo sentir la hoja de metal deslizándose por mi piel abriéndola tras su paso.






Mi espalda da con el fondo viendo como mi vida pasa por mis ojos, ahora lo recuerdo todo.

La veo acercarse y sonrío por lo hermosa que es, su cabello se dispersa en el agua y sus ojos brillan como faroles, cuando sus manos toman mis mejillas pega sus labios a los míos para transferirme oxígeno.

Ella es mi ángel.

En mi pielWhere stories live. Discover now