Capítulo 28: Hubiera.

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Bronx, New York.
Enero 20, 2022.
Jueves, 3:32 p. m.

Me acomodé las gafas antes de salir del auto, el papel plástico crujió cuando pegué el ramo de flores a mi pecho. A pasos cortos caminé hasta detenerme frente al mausoleo, el olor de las flores inundaban mis pulmones, olía exquisito por lo que volví a inhalar su aroma.

Con la llave que me había dado Brian abrí la puerta de hierro y con mi mano libre la empujé hacia dentro, el movimiento provocó que soltara un casi inaudible chirrido. Me quité la capucha de la chaqueta y seguido las gafas para poder entrar. Leía los nombres en las lápidas hasta llegar a la de ella.

Miento si digo que ya no dolía como antes, el dolor era mucho más grande.

—Hola amor. —Dije sacando uno de los ramos para dejarle el que había llevado. —Feliz cumpleaños, espero que lo estés celebrando donde sea que estés.

Su familia había estado en la mañana por eso el otro arreglo estaba fresco.

—Te traje de las que tenías en tu balcón, le añadí rosas, Lilas y girasoles. —Sonreí y me senté en el banco de frente, subí las piernas mientras me ataba el cabello. —La próxima vez, te traeré orquídeas y margaritas, a penas y me han permitido este día completo para que viniera, mañana debo volver a Asia.

Me mordí el labio inferior, miré hacia otro lado y me pasé la mano por mi rostro para secarme las lágrimas. Me aclaré la garganta para poder continuar hablando.

—Llevo varias semanas teniendo pesadillas, pero anoche fue un sueño hermoso, la pesadilla fue al despertarme. —jugaba con mis anillos para no tener que levantar la cabeza. —Tú estabas conmigo, se sentía tan real, estábamos en la playa, solo tu y yo, pero de pronto desperté y estaba sola en la habitación, y yo...

No logré terminar de hablar porque el llanto me lo impidió. Sentía que estaba enloqueciendo hablando con un cadáver, pero aún así tenía la certeza de que ella podía escucharme.

—Dime cuando Alison, cuando podré superar esto, cuándo dejará de doler tanto. —Rogué quitando las manos de mi cara. —Maldición Alison, ¿por qué lo hiciste? Dame una sola razón para poder entenderlo, tú siempre fuiste tan fuerte.

Mi teléfono comenzó a sonar, al parecer era importante porque continuaban llamando luego de no haber contestado por tercera vez. Pasé las mangas de la chaqueta por mi rostro para secarme las lágrimas, salí a exterior con la intención de contestar pero escuché el crujir de algo detrás de mí, el teléfono aún sonaba cuando me asomé a la columna.

Guardé el móvil en mi bolsillo cuando la vi ahí, me miraba apenada y asustada a la vez. La miraba sorprendida, ella era la última persona esperaba ver ahí.

—¿Tú? —Hablé tras pestañear repetidas veces. —¿Qué haces aquí?

—Discúlpame no quería interrumpir. —Susurró aumentando el agarre al ramo de rosas. —Vine por Alison.

Tenía frente a mí a una de las madres de Ruby, sí, la misma niña que nos pidió una foto en París, no recordaba su nombre, pero la reconocí por su parecido con Alison. Independientemente de todo eso, ¿qué tenía ella que ver con Alison?

Me detuve a mirarla atentamente, me había quedado estática notando el increíble parecido entre ambas, era como tener una versión más adulta de Alison.

—¿Qué eres de Alison? —Le pregunté apoyándome de la pared.

—Yo-yo, soy la hermana de su madre. —Respondió. —Su nombre era Lindsey, ella falleció hace veinte años.

—Eso lo sé. —Afirmé con inquietud. —¿La reconociste en París?

Ella asintió. Yo estaba en una especie de trance total.

—Fue la primera vez que la ví luego de que Mathew se la llevara de mi casa tras la muerte de Lindsey; la había visto en fotos pero no me imaginé que se parecía tanto a mi hermana, por eso no lograba dejar de mirarla y la duda me hizo preguntarle a cerca de donde era. —soltó un pequeño suspiro y me miró a los ojos transmitiendome un sinfín de emociones. —¿Puedo entrar?

—Sí, sí. —acepté y a los pocos segundos la seguí.

Ella se detuvo donde estuve unos minutos atrás, pasó sus dedos por las letras y un pequeño sollozo salió de su boca.

—¿Cómo era Alison? —Me preguntó y asumí que se refería a la personalidad. —Me habría gustado formar parte de su vida, ¿podrías hablarme de ella?

Tenía los brazos cruzados sobre mi pecho los cuales solté yendo a sentarme a la pequeña banca. Buscaba qué decirle, es difícil poder describir a una persona y más si de tan solo pensar en ella se formaba ese reconocido nudo en la garganta.

—Alison. —Mordí mi labio inferior y me reí por lo bajo. —Era como un perfume, esos que vienen en envases pequeños pero que su esencia es fuerte; era cariñosa, amaba a su familia como a nadie más y si te hubiera conocido también te habría tocado un poco de ello. Era capaz de perdonar con facilidad a los demás, tenía esperanzas en que las personas pueden cambiar, pero lamentablemente no podía perdonarse por cosas que no tuvo culpa. Era algo impulsiva, reservada, sumamente inteligente y tenía ese don de ganarse un espacio en tu corazón.

—¿Era feliz? —Miré a la lápida haciéndome la misma pregunta.

—No lo sé. —Susurré con sinceridad. Para entonces ya estaba llorando.

Tal vez sí lo fue mientras estuvo conmigo, al menos eso entendí con la carta que me había escrito.

¿Realmente fue completamente feliz?

—¿Por qué lo hizo? —Su pregunta hizo que mi corazón diera un vuelco.

No podía decir que por debilidad, ni siquiera sabía porqué me había pasado eso por la cabeza meses atrás, tal vez por un estúpido arranque de ira. Alison sí fue fuerte, soportó tanto durante su corto tiempo de vida, cosas que fueron sumamente fuerte en comparación con otras personas. Pero aún así nada tenía sentido.

—No lo sé. —Finalmente dije. Ella asintió y pasó sus manos por su rostro.

—Lindsey nunca habría querido que le pasara esto a su pequeña.

—¿Entonces por qué lo hizo?

—Tampoco lo sé. —Suspiró y me miró. Sus ojos marrones me hicieron temblar. —Pero Lindsey nunca tuvo una buena vida, salió embarazada a los quince años, perdimos a mamá durante su embarazo, yo me quedé al cuidado de mi padre y ella, fue a por Mathew para ayuda económica, cuando obtuvo lo que quería se fue con Alison recién nacida y su novio a Texas, cuando volvió un año después estaba algo loca, Mathew intentó ayudarla con terapias pero las drogas y el alcohol habían acabado con ella, entonces lo hizo, una noche cuando cumplió los 18 me llamó por teléfono pidiéndome que por favor recogiera a Alison a su casa, cuando llegué la bebé estaba llorando, mi padre tuvo que romper la puerta y la encontramos con su hija sobre su pecho, los forenses nos dijeron que había bebido un frasco de pastillas para dormir con alcohol luego de haberse drogado.

¿Es normal que se haya vuelto un ciclo?

—No volví a ver a Alison desde entonces. —Sus labios temblaban y pasaba las palmas de sus manos por sus piernas. —Tal vez si me hubiera quedado junto a mi hermana en ese entonces nada de esto habría pasado, Lindsey habría criado a su hija y en estos momentos estaríamos celebrando el cumpleaños de Alison juntas.

Todo gira en los “hubiera” y ahí sentada frente a la tumba del amor de mi vida me di cuenta de que el hubiera no existe.

Teníamos que aceptar que las cosas habían sucedido y que por más que quisiéramos no podíamos cambiarlo, solo nos quedaba enfrentarlo, así como se lo dije a Alison una vez.














En mi pielWhere stories live. Discover now