Capítulo 25: Nostalgia.

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Billie's pov.

Los Ángeles, California.

Sábado, 3:44 p. m.

¿Que diablos estoy haciendo?

¿A caso me volví loca?

Fueron las dos preguntas que me hice luego de pensar muy bien las cosas durante toda la noche.

Si realmente la amaba debía estar con ella e ayudarla a salir de ese maldito círculo. Tenía que escucharla y estar ahí para ella, sabía que me amaba, lo sentía y esperaba no equivocarme respecto a eso.

Solté un largo suspiro e intenté despojar todo mis pensamientos de la cabeza. Unos minutos después me senté y le di una rápida mirada al sobre azul que estaba a mis pies.

Hace una noche me negué a siquiera mirar el color, no quería ni escuchar su nombre, me sentía tan dolida que no podía asimilar las cosas con claridad.

Finalmente tomé la carta y pasé la yema de mis dedos por todo el sobre.

¿Debería leerla?

Sí, lo haré.

Iba a rasgar la envoltura cuando me detuve. Tenía algo en mente, sería mejor que ella me dijera con sus propias palabras lo que etaba escrito allí.

¿Debería esperar?

—¿Billie? ¿Estás despierta? —Preguntó mi madre tras tocar la puerta.

—Sí, puedes pasar. —Sonreí al verla asomar la cabeza, tras suspirar de alivio entró y subió a la cama conmigo pasando a estrecharme entre sus brazos.

Cuando Alison pasó a dejar la carta no me atreví a salir, de hecho lo consideré pero mamá me lo prohibió, decía que aún estaba muy enojada y podría empeorar las cosas, así que ella fue a recibirla. Al poco tiempo después no resistí y me asomé por la ventana y la vi, al estar aún con las ideas calientes rebotando en mi cabeza decidí meterme a la habitación, fue entonces cuando mi madre me entregó la carta a la cual me negué y con la esperanza de que la leyera decidió dejarla a los pies de mi cama.

—¿La leíste? —Negué en respuesta mientras me acurrucaba más a su cuerpo. —¿Qué esperas?

—Que ella me diga con sus labios lo que escribió.

Sonreí al imaginarme su rostro y sus labios contra los míos, lo bien que me hacía sentir con tan solo un pequeño e inocente tacto y el como mi pulso se aceleraba cada vez que la besaba. Pero inmediatamente recordé como la traté ese día, era una sensación amarga.

—Fui una tonta mamá; no debí decirle esas cosas, debí quedarme y escucharla. —pasé mis dedos por mis mejillas llevándome las lágrimas con ellos. —Tal vez necesitaba ayuda, tal vez me necesitaba a mí.

—Aunque entienda tu accionar, no estoy de acuerdo con ello, tampoco con que ella haya hecho todo lo que hizo. —Habló mamá acariciando mi cabello. —No puedo retenerte aquí si quieres ir a buscarla, puedes hacerlo si así lo quieres. Lo que no voy a tolerar es que se vuelva costumbre. Una vez no causa tanto daño, si cometes un error sabrás que al menos lo intentaste y aprenderás de él.

—Te amo mamá. —Susurré como agradecimiento a todo. No me cansaría jamás de decirlo cada vez que tenga la oportunidad. —Y también la amo a ella, así que si puedo ayudarla y no lo hago no me lo perdonaría jamás.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora