⚡Capítulo 46: Corazón Vacío

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Nota: Hola, quería avisarles que ya todos los capítulos de ésta historia están corregidos. Muchas gracias por acompañarme y apoyarme durante toda ésta historia, espero que disfruten de éstos últimos 5 capítulos. Los quiero mucho♥️

Entré a la mansión y cerré la puerta principal detrás de mí, respiré hondo y solté el aire que estaba atrapado en mis pulmones, sentí que finalmente todo estaba en orden.

Nosotros como personas, nunca podemos controlar lo que ocurre en nuestras vidas, pues no podemos controlar quién aparece y desaparece de ésta y mucho menos controlamos los eventos que ocurren. Pero si algo podemos hacer es tratar de ordenar las cosas, y eso era lo que había hecho, había colocado cada cosa en su lugar.

Caminé hasta llegar a la habitación, al entrar me encontré con Zack acostado en la cama viendo televisión, éste me sonrió al verme.

— Todo salió mejor de lo que pensé— Suspiré mientras caminaba hacia la cama

— No puedo estar más orgulloso de ti— Respondió Zack.

Me senté en la cama y Zack rápidamente me envolvió en sus brazos, sentí cómo su lengua pasó rápidamente por mi cuello.

— Cada vez que te alejas, me siento incompleto— Susurró el pelinegro en mi cuello.

—¿Cómo hiciste cuándo me alejé de ti por un largo tiempo?— Pregunté en voz baja pero la suficiente para que el escuchara, sin quitar sus brazos de mi alrededor él respondió:

— Sufrí mucho.

Fruncí mis labios y me giré para darle un suave beso en sus labios.

— Adrián, yo lo tenía todo cuándo lo perdí— Comentó haciendo que me confundiera.

—¿A qué te refieres?— Pregunté.

—Me refiero a mis padres— Respondió con voz apagada.

Me acerqué más a él y coloqué mi mano sobre su mejilla para luego acariciarlo.

— No éramos la familia más millonaria de la ciudad, pero tampoco la más pobre, vivíamos en un apartamento, teníamos lo necesario para vivir y así eramos felices.

Observé como los ojos del chico comenzaban a cristalizarse, apesar de todo el tiempo que había pasado desde lo ocurrido, el chico lo seguía recordando con mucho amor.

— Mi padre era un pequeño empresario, vivía todo el tiempo ocupado con su trabajo, pero hacía lo posible para pasar tiempo conmigo y eso me hacía muy felíz. Mi madre por otro lado era una artista, una pintora común y corriente, siempre se encargaba de mantener el departamento limpio y lleno de colores vivos, todo parecía un arcoiris en ese lugar— Dijo Zack sonriendo.

— Eso debió de ser increíble...— Respondí devolviendole la sonrisa.

— Lo fué, un día mi madre terminó de pintar su obra maestra, había pasado 4 años haciéndola, cada día le añadía cosas nuevas y le daba varios detalles a la pintura, cuándo finalmente la terminó salió a la calle y la colocó en la plaza de la ciudad, ella siempre vendía sus pinturas ahí. Fué un total éxito, muchas personas de acercaron hasta ella y todas querían comprar ése cuadro, fué hasta que apareció un señor y le ofreció un cambio, el cuadro por unas joyas, mi madre dudó, pero aceptó el trato, las joyas valían miles de dólares, lo suficiente para montar la tienda de arte con la que ella siempre soñó.

Una lágrima bajó lentamente por su mejilla pero se detuvo al chocar con mi mano, la cuál seguía posada sobre el rostro de Zack.

— La felicidad se acabó cuándo unos ladrones entraron esa misma noche al departamento, mi padre con terror nos encerró en su habitación, el bloqueó la puerta para que los ladrones no nos hiciera daño a ninguno de los tres, les pidió que se llevaran todo lo que quisieran pero que no nos hicieran daño. A los ladrones no les importó y comenzaron a derrumbar la puerta de la habitación, mi madre muy asustada me pidió que me escondiera debajo de la cama y que no saliera hasta que ella me avisara.

Creo que ahora Zack no era el único que estaba sentimental, mi cuerpo comenzó a sentir un extraño escalofrío que me erizó la piel y sentía como mis ojos se comenzaban a cristalizar por aquélla historia.

— Los ladrones lograron entrar— Continúo contando Zack— Mi padre y mi madre corrieron hacia una esquina de la habitación, dejaron que los ladrones buscaran y se llevarán todo lo que quisieran, pero uno de los ladrones consiguió una caja, dentro de ella estaban las joyas de mi madre, el ladrón obviamente se las quedó, pero mi madre trató de evitarlo, pues dentro de esa caja no solo habían unas simples joyas, sino también su sueño de toda la vida.

Las lágrimas del chico comenzaron a correr sin parar por sus mejillas, retiré mi mano de su rostro y ahora las coloqué sobre las manos del chico, quería darle ánimos.

— Mi madre intentó quitarle aquélla caja, pero el ladrón la golpeó, mi padre se molestó demasiado y comenzó a golpear al ladrón. Yo veía cómo sus pies se movían de un lado a otro por la habitación debido a la confrontación, de pronto todos salieron de la habitación, ahora se encontraban peleando en la sala. Escuchaba los gritos de mi madre y los quejidos de mi padre, de pronto misteriosamente todo quedó en silencio, comencé a arrastrarme por el suelo para salir debajo de la cama pero antes de salir escuché a mi madre llorar y a mi padre suplicar por sus vidas, así que me detuve, el terror no me permitió salir de aquél lugar, el llanto de mi madre y las súplicas de mi padre dolían en mis oídos pero más dolió cuándo se escucharon dos disparos y todo quedó en silencio.

Apreté sus manos y el pelinegro enseguida me dió otro abrazo, pero estaba vez más fuerte, cómo si tuviera miedo de perderme, sentí sus lágrimas humedecer mi camiseta y su respiración agitada.

— No salí de aquél lugar, esperé hasta que mi madre me avisara que saliera, pero no lo hizo... La policía llegó al departamento y me encontró, cuando me sacaron de la habitación observé que aquélla sala estaba completamente desordenada y que los colores estaban mal aplicados, pues ahora habían dos manchas rojas cubriendo la pared.

— Zack...— Pronuncié con dolor.

— Pasé dos días en un lugar que desconocía junto a otros niños, no me dejaron ver a mis padres, de pronto mi tío apareció y me trajo hasta ésta mansión, días después comprendí que nunca más los volvería a ver. Mi tío trató de sanar el dolor con dinero, me compraba todo lo que quería y el eso realmente no me hacía felíz— Suspiró— Ahora en todos los lugares ya no me veían igual, ahora me veían como un niño rico y afortunado de tenerlo todo... Cuándo crecí me cansé de eso y rompí aquélla imagen, comencé a salir a fiestas a embriagarme, drogarme y tener sexo, pero eso nunca logró llenar aquél vacío... Hasta que llegaste tú...

Mis ojos se abrieron por aquélla sorpresa, ni creí que Zack fuera a decir eso...

— Adrián, me he acostado con varias personas, pero nunca más de una vez, siempre que tenía sexo con alguien lo hacía y después lo alejaba de mí vida, tu fuiste la excepción, esa misma noche que te conocí, tuvimos sexo dos veces. Eso me sorprendió, pero más me sorprendió que me llamaras aquél día para vernos, pensé que serías cómo los demás, que me buscaban para pasar una noche y ya, pero no fué así, me buscaste porque querías solucionar un problema.

— Y me ayudaste...— Respondí dejando escapar las lágrimas.

— Lo hice porque encontré algo especial en ti, pero no sabía que era, dejé que estraras acá en la mansión, hice que trabajaras para mi tío, porque cada vez quería tenerte más cerca, pero aquél día que te perdí... Supe realmente que era lo que te hacía especial, tu fuiste el único que llenó aquél vacío que dejaron mis padres en mi corazón.

— Joder— Pronuncié abrazándolo más fuerte de lo que él lo hacía.

— Lo pasé muy mal, nuevamente sentí aquél vacío, aquél que creí lleno por las fiestas y el alcohol, y ahí aprendí que si realmente una persona deja un vacío en tu corazón, nadie más lo puede reemplazar más que otra persona.

Zack finalizó el abrazo y me tomó de la barbilla, subió mi rostro haciendo que nuestras miradas se conectaran.

— Por eso estaba decidido a buscarte, a encontrarte y a enamorarme de ti. Por eso, respondiendo a tu pregunta, la que me hiciste ayer en el carro; he cambiado porque ahora sé que todas aquellas cosas son innecesarias, y lo único que necesito en mi vida, eres tú.

— Zack, nunca creí que fueras a decirme todas éstas cosas...

— Y yo nunca creí enamorarme de ésta manera.

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