EL JUEGO DE LA BESTIA. ® [02]

Capítulo 27.

ETHAN.

Él permite que mis pulmones vuelvan a llenarse de aire, que mis articulaciones de nuevo permitan a mis huesos moverse. Para mi sorpresa, no actúa de manera cruel, solo me observa detenidamente y se acerca; para mí es extraño verle con rostro de mortal.

— ¿No puedes asesinar a una humana? —Pregunta, su auténtica voz sale a relucir y yo trago saliva. — Tienes toda la oscuridad dentro de ti, puedes asesinar, poseer, destruir y torturar a cualquier ser ¡Pero no puedes matar a una mortal!

Mis ojos aún son totalmente negros, como él dice, tengo toda la oscuridad dentro de mí y estoy demasiado furioso.

— He intentado entrar en la mente de Walker, pero algo poderoso me ha impedido la entrada. Necesito saber qué, nada puede ser más poderoso que yo.

— Desde que has vuelto ¿Cuántas veces has entrado en su mente?

— Muchas.

— ¿Qué sentías?

— Que su oscuridad respondía y encajaba perfectamente con la mía. No hubo problema.

— ¿Y qué has sentido esta vez? —Su pregunta me obliga a tragar saliva. No lo sé. — ¡Dime! También necesito saber que es más fuerte que mi hijo.

Insiste hasta que me hace explotar.

— ¡No lo sé! —Repito en un grito, aquello que mi mente ha susurrado hace unos segundos, pero acobardado, he callado. — Solo sentí que no podía entrar en su mente.

— Ella.

Se aleja pensativo, furioso, pero a la vez seguro de lo que está diciendo. Quiere mantener el control, un poder como el suyo podría destruir al humano que posee, no le importaría, pero costaría demasiado encontrar otro humano lo suficientemente fuerte para soportar todo su poder.

— ¿Ella? ¿Cómo puede influir ella en algo así? —Mi confusión aumenta a medida que hago la pregunta. — Es imposible.

— Ella ha influido en mucho más, pero eres imbécil y no notas que tiene un poder sobre Walker, un poder que debilita su demonio interior.

— No es posible.

— Esto debe acabar. —Dice— Walker no puede seguir cerca de la humana.

Sale del baño, lo persigo para saber sus intenciones.

— ¿Qué piensas hacer?

— Acabar con el problema personalmente. Mi hijo no puede hacerlo, tengo que terminarlo yo mismo.

Lo cojo del brazo, él sube la ceja y yo lo suelto rápidamente.

— Dijiste que primero acabarías con los demás, que ella sería un regalo para mí. —Me aleja utilizando tan sólo sus ojos. — ¡Padre!