EL JUEGO DE LA BESTIA. ® [02]

Capítulo 34.

MYKE WALKER.

Odio.

Todo en mi pasa a ser oscuridad. Ni siquiera mirándola a ella la oscuridad cesa y deja de controlarme.

Ver como él, el ser que acabó con toda mi vida esta cerca de la persona que me enseñó a vivir nuevamente, me destruye. Explicar cuáles son mis sentimientos en este momento, parecería una locura.

— Myke. —Su voz de nuevo. No soy capaz de mirarla de nuevo. — Escúchame.

Mis ojos están fijos en él, que sonríe malvadamente, cruza los brazos y se apoya en la pared. Sé que está provocándome, pero la furia que siento es demasiado grande para detenerme a pensar en su nueva estrategia.

El vínculo nos une a los tres, pero él intenta aprovecharse de su regreso para que el lazo sea más fuerte entre ambos.

Las manos de ella posan en mi abdomen para detener los pasos que lentamente estoy dando hacia él. Trata de llamar mi atención e intenta agarrarme la cara para calmarme.

— Suéltame. —Digo en un tono muy bajo.

— No cometas la estupidez de enfrentarlo. —Bajo la mirada hasta ella. — Eres mejor que él.

— Apártate. —Le pido— Hazlo y vete.

— No me pidas que haga algo que sabes que no haré. No me voy a mover de aquí, no te dejaré con él y tampoco voy a apartarme para que peleéis.

— Deja que se acerque —Se pronuncia él, por fin lo hace y deja de estar solamente para observar la situación. — Deja que intente algo que no conseguirá.

— ¿Estas hablando de ti? El único que sabe que jamás conseguirá nada eres tú, pero aun así sigues insistiendo.

— Acepta que no puedes cambiar lo que ella siente. —Sonríe— que su regreso de la muerte la acercó más a mí, porque la oscuridad también volvió con ella. Todo tiene un precio ¿No?

Consigo hacerme paso, llegar hasta él y cogerlo del cuello. El color de sus ojos pasa a ser solamente negro, aún así la sonrisa no desaparece de sus labios.

Pone también la mano en mi cuello y aprieta.

— ¿Deseas matarme?

— Quiero hacerte pedazos. —Respondo apretándole el cuello, a la vez que él aprieta el mío también muy fuerte. — Destrozaste mi vida.