Capítulo 0 | La fiesta

10.4K 1K 414
                                    

Paul, mi novio desde hace cinco años y yo, decidimos pasar el fin de semana en el lago Tahoe para celebrar nuestro aniversario

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Paul, mi novio desde hace cinco años y yo, decidimos pasar el fin de semana en el lago Tahoe para celebrar nuestro aniversario. Todo iba estupendamente hasta que mi viejo escarabajo se estropeó y nos dejó tirados en medio de la carretera. Esperamos dos horas hasta que la grúa nos auxilió y tuvimos que volver a casa en un taxi. ¿Por qué tendré siempre tan mala suerte?

Sobre las diez de la noche conseguimos llegar a nuestro vecindario, situado en una de las mejores zonas de Los Ángeles. Mi casa es lo único que nos queda de nuestra herencia familiar. Mis padres solían ser una de las parejas más poderosas de todo el Estado; mi padre era un reconocido broker y mi madre una cotizada cantante de soul.

Sin embargo, todo se truncó cuando tuvieron ese maldito accidente de avión viajando al norte de los Estados Unidos. La noticia salió en todos los medios y mi hermana y yo quedamos destrozadas, sobre todo ella. Era tan pequeña cuando sucedió que no dejaba de preguntar por ellos a todas horas.

Al principio, mi tía Betty (quien se hizo cargo de nosotras), le decía que estaban de vacaciones, pero no pudo sostener la mentira por mucho tiempo. Al morir mis padres, nos enteramos de que nuestra familia estaba inmersa en un montón de deudas millonarias, por lo que nos embargaron todo el dinero de nuestras cuentas y solo nos quedó esta casa. He pensado varias veces en venderla, pero alberga demasiados recuerdos felices para hacerlo.

—Jessy, ¿escuchas esa música infernal? Creo que procede de tu casa —me advierte Paul.

—No puede ser, mi hermana está estudiando en casa de una amiga —le contesto bajando la ventanilla para poder oír mejor.

—Creo que te ha vuelto a mentir —sentencia.

Conforme el taxi se va acercando a nuestra casa, el sonido se va intensificando. Es obvio que mi hermana ha vuelto a jugármela y ha montado una fiesta en casa. Es la última vez que confío en ese pequeño demonio pelirrojo.

En cuanto el taxista aparca en nuestra calle, salgo del vehículo a toda prisa. Lo que veo ante mis ojos provoca que me lleve ambas manos a la cara. El jardín está lleno de vasos vacíos y botellas rotas, por no hablar del inmenso barril de cerveza que han instalado en patio delantero.

—La voy a matar —me digo en voz baja.

Mis pies se mueven como si tuviesen vida propia y en menos de un minuto ya estoy dentro de casa. El hedor a whisky barato y a cigarrillos me impregnan las fosas nasales, produciéndome una intensa sensación de repulsión. La música me retumba los oídos y el ambiente está tan cargado que consigue empañar mis gafas de pasta negra. Me adentro aún más y me abro paso entre miles de adolescentes embriagados, pero no hay ni rastro de mi hermana. Intento llegar hasta las escaleras y comienzo a subirlas esquivando a todas las personas que me encuentro. Una vez en la planta de arriba, unos gemidos desmedidos llegan a mis oídos y no puedo evitar pensar que es mi hermana quien los emite. Voy directa hacia el foco del sonido y me doy de bruces con mi habitación. No puede ser, ¿de verdad se lo está montando en mi cuarto?

Entro sin pensármelo dos veces, y para mi sorpresa, no hay nadie, percatándome de que los gritos proceden de mi cuarto de baño. Inspiro profundamente y abro la puerta de un tirón. La escena que se proyecta ante mí provoca que mis ojos se abran tanto que por un momento creo que van a salírseme de las cuencas. Un chico de unos diecisiete años está tirándose a una chica encima de mi lavabo.

Me quedo petrificada mientras observo lo que parece sacado de una película de ciencia ficción. El chico moreno está completamente vestido, excepto por los pantalones ligeramente desabrochados. En cambio, la adolescente que no para de gemir está totalmente desnuda. La fiereza con la que la penetra me deja estupefacta. La joven gimotea y él responde con tanto fervor a sus súplicas que pienso que van a romperme el espejo del cristal. Se que solo he estado con Paul en toda mi vida, pero desconocía que alguien pudiera mantener ese ritmo. Siento un leve mareo y tengo que agarrarme al pomo para no perder el equilibrio, con la mala suerte que éste chirría, delatándome.

El chico se detiene por un segundo y gira la cabeza en mi dirección. Sus ojos azules me repasan el cuerpo y reanuda sus movimientos antes de hablar.

—¿Quieres unirte? —me dice con una sonrisa maliciosa, sin dejar de mover sus caderas hacia delante y hacia detrás.

*
*
*

¡Hola mis bellísimos lectores! ¿Os ha gustado el prólogo? Estoy deseando saber vuestras opiniones ❤️

Muchos besos virtuales 💋💋💋

Atte:
Wilmanet ✔️✔️

Con A de Asher [COMPLETA]Where stories live. Discover now